A Hoseok parecía que le gustaba molestar a NamJoon con el tema de Jimin, aprovechando la mínima oportunidad que se le presentaba para lanzar indirectas en relación al menor. Al principio NamJoon le seguía la corriente y se reía de las ocurrencias de su amigo, pero con el paso de los días, comenzó a evadir el tema.
Se excusaba diciéndole que ya no era gracioso y que tenían una cierta edad como para seguir actuando de forma tan infantil, obteniendo un puchero por parte de su amigo que terminaba en una pelea por ver quién fregaba los platos de ese día. Aunque agradecía profundamente la compañía de Hoseok, su buen humor constante y el apoyo desinteresado que le brindaba, en ocasiones prefería que sólo se limitase a quedarse a su lado en silencio.
En algunas de esas veces que ambos estaban sumergidos en su trabajo y el único ruido que se escuchaba de fondo era la música de la radio, NamJoon llegó a la conclusión de que no le gustaba que su amigo le nombrara a Jimin porque estaba comenzando a sentir algo más que simple curiosidad por ese chico.
Ese pensamiento llegó a su mente sin más, haciendo que se le escurriesen de las manos varios cubiertos que estaba secando y que cayeran estrepitosamente al suelo.
Hoseok se rió de él durante unos minutos mientras le repetía una y otra vez lo torpe que era, mofándose de que si no había perdido ya la cabeza era porque la tenía enganchada sobre su cuello. NamJoon se limitó a devolverle una sonrisa mientras pensaba en que tal vez sí que estaba comenzando a perderla.
No podía decir que estaba enamorado de Jimin, pero se sentía demasiado atraído por él.
Tenía una creciente necesidad de saber cómo estaba, de verle y pasar tiempo juntos. Ansiaba quedarse a solas con él aunque fuese durante diez minutos, pues las escasas horas que coincidían en la cafetería comenzaban a saberle a poco ya que él tenía que estar pendiente de sus clientes y no podía focalizar toda su atención en el menor.
Le frustraba el no saber cómo expresar sus sentimientos y se sentía como un adolescente de quince años cuando se quedaban frente a frente. Sabía que Jimin no daría el primer paso, pero él tampoco se sentía con la confianza suficiente de hacerlo. No quería apresurarse, presionarlo o joder las cosas, pues nadie podía asegurarle que el menor se sentiría de la misma forma que él.
Se sentía estúpido.
De hecho, a lo mejor estaba siendo un estúpido, pero desde que terminó su última relación se prometió no volver a interesarse por nadie.
Sin embargo ahí estaba ese chico de manos pequeñas y sonrisa escondida, mirándole de reojo con esos iris oscuros que podía afirmar que en su día estaban llenos de ilusión y ahora se estaban apagando por momentos. NamJoon quería saber el motivo por el que sus ojos le rogaban en silencio que lo ayudara, quería descubrir cuáles eran las razones por las que parecía gritar auxilio.
Pero le atormentaba no ser capaz de estar a la altura, de defraudarle si no podía contribuir en mejorar su situación. Después de todo él no era nadie en su vida, ni tenía nada bueno que ofrecerle.
¿Por qué iba a necesitar un chico como él a alguien cómo yo?
Esa era la pregunta que más se repetía en su cabeza y por más que trataba de buscar una respuesta coherente, nunca la encontraba.
NamJoon había tenido que soportar tanta mierda a lo largo de su vida, que se vio obligado a madurar antes de tiempo, anteponiendo el poder subsistir a hacer lo que realmente quería. Ahora que las cosas parecían ir medianamente bien con el negocio debían implicarse por completo y eso significaba renunciar al tiempo libre, dejando a un lado la música temporalmente.
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Roto. » [NamMin] EN EDICIÓN
Ficção AdolescentePark Jimin estaba roto y no era consciente del momento en que comenzó a quebrarse. Su vida se había convertido en el peor de los infiernos con apenas dieciocho años, siendo él mismo su propio y más peligroso enemigo. La única manera de aliviar su...