Capitulo 33: Vidas Pasadas (Parte 2)

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Otra vez.

Newt intentaba vagamente identificar algo de su entorno, sintiéndose estúpido al no poder.

Esa vida había sido muy...repentina para su gusto. Incluso se llegó a odiar a sí mismo por la clase de pensamientos que invadían a Silvain por momentos cuando recién conoció a Didier.

Miró su alrededor con atención, examinando donde se encontraba. Un cuarto de tamaño medio de paredes azules le rodeaba, siendo un tocador de madera fina lo primero que se cruzó en su campo visual.

Por instinto quiso verse a sí mismo, pero al no controlar sus movimientos debía esperar a que su cuerpo se moviese y hablase a voluntad. Fue cosa de unos segundos para levantarse y sentir la brisa que anunciaba el invierno cubrirle: estaba desnudo. Ese simple detalle fue notorio al observar como se ponía un camisón grande color amarillo, dejándole ver por un instante su blanca piel y sus finas manos.

El rubio inconscientemente mordisqueaba su labio con ansiedad, esperando respuestas que le llegarían en su momento; sin embargo, la imagen que se puso delante suyo le hizo quedarse en blanco, prestando atención a fondo: ojos de un azul turquesa muy irreal, piel blanca semejante a la de un muerto, cabello castaño claro corto y ojos expresivos que solo reflejaban cansancio.

¿Ese era él? Se veía tan mal...

—Liv,¿Te encuentras bien?—una voz grave pero con cierto tono jovial le hablaba por detrás de la puerta principal, llamando su atención.

—Si, Toshio, no te preocupes.

Si, no se debería preocuparse de los miles de golpes en su cuerpo, de sus ojeras notorias, de su obvio estado de enfermedad.

Una cabellera oscura se asomó por la puerta, mostrando a un joven asiático entrando con rapidez al ver lo que el rubio había notado instantes atrás.

—Oliver, esto no es estar bien.—sus manos dieron caricias suaves y poco impulsivas a su piel, notando como incluso esos mínimos movimientos le causaban dolor.— estás empeorando, amigo...

—Ya no importa.—comenzó a caminar hacia un closet de madera, tomando un par de cambios para echarlas a una maleta de menor tamaño.— debo alcanzar el tren para salir a San Francisco y llegar a tiempo a con mamá...

—La cual te regañará fuertemente al ver que estás arriesgando más tu salud.

—Y la cual puede que ya no pueda ver una vez más si decido quedarme.—esa afirmación junto al fuerte y firme tono en que fue pronunciada fue suficiente para que Toshio retrocediera, viéndole con dolor. Oliver relajó sus facciones.— Necesito hacer esto, Wong...no sé cuanto tiempo me quede de vida y quiero sentir que por lo menos una vez en mi corta vida pude disfrutar  algo.

El asiático asintió con tristeza, tomando la maleta entre sus manos para cerrarla y dejarla en el suelo; acto seguido, abrazó al castaño con necesidad, oyendo un suave quejido salir de los labios del menor. Ya con una biblia entera de disculpas por aquello y varias risas vacías, ambos chicos salieron de la pequeña habitación donde se encontraban, hallando una casa rústica de piso de mármol, paredes de ladrillo rojo y cuadros de pinturas muy hermosas.

Las calles estaban llenas de hombres yendo y viniendo, tal vez para ir a sus trabajos.

Ambos fueron en silencio a la estación, despidiéndose con un ademán ante la falta de palabras.

Ambos fueron en silencio a la estación, despidiéndose con un ademán ante la falta de palabras

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𝙴𝚗𝚕𝚊𝚣𝚊𝚍𝚘𝚜: 𝙲𝚘𝚗𝚎𝚡𝚒ó𝚗 𝚎𝚝𝚎𝚛𝚗𝚊 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora