EXTRA 1

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Newt era la representación perfecta del padre que intentaba ser perfecto: asistía a dar clases por la mañana y a entrenar, iba toda la tarde al estudio a trabajar en nuevas canciones para sus fans y, al caer la tarde/noche, llegaba para cuidar de sus hijos.

Sin embargo, eso no era eterno.

La imagen frente al recién llegado Thomas era tanto tierna como preocupante: su bello rubio cabeceaba cada cierto tiempo por el cansancio, levantándola alertado al sentir que se rendía al sueño, comprobando que sus hijos seguían bien.

—Cariño, ¿No has dormido?

Ver la negativa de este le preocupó, sentándose a su lado para reposar su cabeza en su hombro y darle mimos, notando como sus ojos se cerraban de inmediato.

—No debes excederte tanto, enfermarás...

—No llegabas, y Luna tuvo que irse a la universidad...

Thomas miró con interés a sus bebés, notando como Regina jugaba con una sonaja y Nathan solo les miraba mientras agitaba sus manitas.

—Deberías ir a dormir. Yo me encargo de la cena, Newtie. ¿Dónde está Stephen?

—Tus papás vinieron para llevarlo un rato al parque cuando supieron que estaba solo con los niños...

—¿Y hace cuánto de eso?

No hubo respuesta. Instintivamente su cabeza volteó para verle, notando que ya había caído rendido al sueño. Su cabello cubría parte de sus ojos, mientras que sus labios estaban entre abiertos. Le recordó profundamente a sus años en Hogwarts, cuando dormían juntos en casa de los Weasly o en sus viajes.

Su vista se enfocó en sus niños al oir como la sonaja cayó al suelo: Alexandra quería llorar. Quería la atención de sus padres. Thomas dejó a Newt acostado en el sillón, sabiendo que su sueño duraría un par de horas. Se levantó para cargar a su pequeña, notando como dejaba su berrinche para verle fijamente. A sus ocho meses de nacida era bastante activa, tratando de caminar y llamando la atención de todos.

—Eres tan linda, Alexa.—acarició el puente de su naricita, ganándose una risa por parte de la bebé.— mi princesita...

Sus ojos ya no parecían tan claros, pues ya iban tomando el color real que tendrían por el resto de sus vidas: un bello color ámbar idéntico al de su novio.

Su novio...

La palabra ya le sonaba tan extraña. Errónea. ¿Era correcto decir que Newt era su novio? No siguió con ese cuestionamiento, pues Nathan comenzó a llorar, despertando a Newt de golpe.

—Newtie, duerme, yo atiendo a los niños...

—Pero..

—Hablo enserio, yo no estoy tan cansado. Duerme.

Newt observó como su novio dejaba a Regina sentada en el suelo brilloso de la sala, rodeada de almohadas y cobijas para que no sufriera daño alguno. Tomó a Nathan en brazos, calmándolo lo suficiente para simultáneamente vigilar que su amado rubio le hiciera caso en su orden. Newt no tuvo más remedio que obedecer, yendo en silencio a la habitación.

Thomas se mantuvo cuidando a los niños toda la tarde, como era costumbre cuando su Newtie estaba demasiado cansado o tenía a los tres niños despiertos al mismo tiempo. Desde aquella pelea meses atrás, ellos habían acordado no pelear por el mismo tema nuevamente, así como acordaron intercalar el cuidado de los niños para que ninguno lo cuidara más que el otro. Serían más organizados...o eso intentarían.

Por lo menos podían presumir que sus niños crecían de manera muy sana y que eran felices juntos.

Por lo menos podían presumir que sus niños crecían de manera muy sana y que eran felices juntos

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𝙴𝚗𝚕𝚊𝚣𝚊𝚍𝚘𝚜: 𝙲𝚘𝚗𝚎𝚡𝚒ó𝚗 𝚎𝚝𝚎𝚛𝚗𝚊 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora