Terror.

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—Hola querido.— Dijo Lizz, quién se apareció justo detrás de él.

—¿L-lizzeth?— Su voz recorrió toda su cabeza, provocando un sin fin de sensaciones mientras giraba su cabeza, viendo a Lizzeth, abrazando a alguien mas.

—De nuevo... me siguió a casa.— Dijo la chica, respondiendo a una pregunta que Nathan no fue capaz de escuchar.

—¿Quién te ha seguido? ¿Estas bien?— Se acerco lentamente el joven, acariciando la mejilla de la chica con el dorso de su mano de la manera mas cariñosa que podía.

Ella giró repentinamente al sentir el tacto, pero en lugar de mostrar el cariño o amor que Nathan esperaba, su rostro dibujo una expresión de autentico terror, como si hubiera visto al mayor monstruo de sus pesadillas.

—¡ALEJATE DE MI!— Grito ella para acto seguido emprender la carrera, poniendo la mayor distancia posible entre Nathan y ella.

De nuevo un intenso dolor de cabeza azotó con fuerza al joven, haciendo incluso que perdiera el equilibrio, obligandole a sostenerse de una de las copiadoras para evitar desplomarse.

—¿Qué le sucede?— Preguntó anhelando que su otro yo le brindara una respuesta.

—Nos tiene miedo, ¿no lo ves? creo que es bastante obvio.— Dijo en un tono triste.

—¿Porque lo haría? ¿A caso es otro de tus juegos?— Preguntó Nathan mientras se componía.

—Ojalá lo fuera...— Dijo mientras se desvanecía junto a la sala de copiado. —Falta poco, solo una parada mas.—

Esta vez, Nathan vio el anden del metro donde había ocurrido el accidente. Estaba desierto, salvo por un par de personas, una chica, esperando el tren y alguien mas, mirándola desde las sombras.

—Es el... es el asesino.— Sintió una enorme ira recorrer su cuerpo, antes de percatarse, estaba apretando los puños pero, a pesar de que quería correr a detenerlo no podía moverse de su lugar, como si una fuerza invisible lo mantuviera allí, obligándole a presenciar su muerte. Intentó gritarle, pero por mas que forzaba sus cuerdas bucales, ningún sonido salía de sus labios.

Aquella persona en las sombras, se acerco lentamente a la incauta chica. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, simplemente toco su hombro tímidamente.

—L-lizzeth, mi amor, ¿donde estabas? te esperé fuera de la oficina pero nunca te vi, ¿podemos hablar sobre aquella orden de restricción?—

—¿Qué quieres? D-dejame en paz, por favor.— Dijo la chica cuando se giro y reconoció a aquel hombre.

—Solo quiero saber porque nos haces esto. Es por ese maldito, ¿verdad? seguro que si, ¡¿te esta obligando a hacerlo?! ¡¿por qué quiere separarnos?! ¡¿No ve que somos felices?!— Gritaba mientras la tomaba violentamente de los hombros.

—¡Solo alejate de mi, por favor!— Decía Lizzeth entre lagrimas. —No puedo seguir con esto, entiende Nathan, ¡ya no siento nada por ti!—

De pronto Nathan se hallaba sosteniendo a Lizzeth por los hombros. Quería soltarla, pero sus manos no le obedecían, quería decir algo pero no era capaz de articular palabra alguna. ¿Que estaba pasando? ¿Por qué estaba el allí?

—Tranquila, amor mio, no dejaré que nadie te aparte de mi lado. Nadie podrá nunca robarnos lo nuestro.— Dijo mientras sus ojos se inundaban de lagrimas.

—¿Nathan? ¿Q-qué estas haciendo?— Preguntó Lizzeth, llena de terror mientras se aferraba a as manos de Nathan, enterrando sus uñas mientras este le llevaba al borde del anden.

—Lo siento querida, pero si no eres mía, no dejaré que alguien mas te tenga. ¿No entiendes? Pertenecemos uno al otro, somos almas gemelas, ¿lo olvidaste a caso?—

—No Nathan. ¡Detente!— Golpeaba las manos del chico, incluso arañó un poco su rostro pero no podía zafarse, durante el forcejeo, el tacón de sus zapatos se rompió, haciendo que perdiera el equilibrio. Su desesperación aumentó al escuchar a lo lejos el tren que llegaba a la estación.

—Adiós, amor mio.— Dijo Nathan por última vez antes de darle un último empujón, para escuchar únicamente el desgarrador grito enmudecido de pronto por golpe seco del tren.

Nathan simplemente tomó el tacón roto del suelo y lo guardo en su bolsillo, ni si quiera el sabía porque, quizá lo guardaría como recuerdo de su amada Lizzeth.

Una Mente Oscura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora