3. La Despedida

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El resto del día me lo pasé encerrada en mi habitación, mirando al techo en busca de alguna explicación de aquella traición tan inesperada, pero no la había, yo no había sido la novia perfecta, pero estaba segura de que no me merecía esto.

Mi móvil no había dejado de sonar los últimos 15 minutos, y eso ya me estaba empezando a cansar así que decidí contestar deseando que fuera Mónica o Connie, al igual que en las otras llamadas. Pero en la pantalla estaba ese nombre.

Sabía que no debía contestarle, pero no pude evitarlo.

—¿Sí?— dije con la mayor frialdad que pude.

Pero del otro lado de la línea solo pude escuchar gemidos y plegarías bastante obscenas.

—Vamos, Matt, métela más... ¡Aghh! Sí, así.

Colgué entre lágrimas. Estaba furiosa, llena de rabia. No me podía creer que me hicieran eso. ¿Que no era suficiente con haberme engañado durante años?

Fui hasta mi pequeño estudio de arte. Destapé ese gran cuadro que se veía en la esquina, había pasado noches en vela retratando su hermoso rostro. Pero ahora no quería otra cosa más que destruirlo. Tomé un pequeño cutter y comencé a hacerlo trizas.

Se sentía bien, muy bien.

A la mañana siguiente, todo el mundo se me quedaba mirando en la entrada del instituto, lo más seguro era que ya se habían enterado del ''pequeño cambio'' de Matt. Aunque no me importó lo más mínimo ahora lo único que tenía en mente era reorganizar mi vida. Desde que me mudé a Madrid, me juntaba con Matt y Claudia, nos sentábamos juntos, comíamos juntos... básicamente, lo hacíamos todo juntos. Claro, que tenía otras amigas, pero nunca fui tanto del grupo como para pasarme todo el rato con ellas. Aunque ahora mismo sería un buen momento para intentarlo.

Ese día me senté al frente de la clase, justo el lugar opuesto donde se sentaban ellos, es decir, Claudia y Matt.

—Hola—dijo Mónica mientras se sentaba a mi lado.

—Hola—me limité a responder.

—¿No ha llegado el idiota, verdad?

Así le llamaba ella a Matt, la verdad es que nunca se llevaron bien a pesar de que ella era novia de uno de sus amigos más cercanos.

—No lo sé—dije mientras hacia un par de trazos en mi libreta de dibujo.

—Pues más le vale que no aparezca por aquí—dijo con tono amenazador—Anoche apenas pude contenerme para no romperele la cara.

—¿Y ahora por qué?

—¿Te parece poco que te engañara con esa Pu...?

—Mónica, no importa, enserio. Yo estoy bien—fingí una de mis mejores sonrisas.

—Pues si yo no le rompo la cara lo harán Ricky y Roi, los dos están muy molestos y cabreados.

—De Ricky lo creo, pero ¿Roi? Él seguro conocía el estúpido juego de su mejor amigo.

—No, Mimi, él no sabía nada, incluso quiso golpearlo cuando lo vió llegar a mi fiesta con esa. Pero Ricky pudo impedirlo para que no montara una ''escena''. Aunque si te soy sincera, la fiesta ya me valía, lo único que quería era que pegaran a ese capullo.

No dije nada, y aunque me hubiera gustado que lo pegaran, eso de nada hubiese servido. Rompiéndole un brazo no iban a arreglar mi corazón roto ¿o sí? No, claro que no.

El día pasó lento, mucho y más en el almuerzo. La estúpida parejita se había sentado junto en la mesa de enfrente. Roi y Ricky estuvieron listos para levantarse y golpearlos, incluso ya se habían puesto de acuerdo, pero Crislo, la novia de Roi, logró sacarlos de la cafetería antes de que hicieran algo tonto.

La última clase había llegado, mi clase favortia debía decir, artes, aunque hoy era un día realmente triste, el maestro Leal se jubilaría.

—Bien chicos, prometedme que os portaréis bien con la profesora Guerra.

—Sólo si usted nos promete que nunca se olvidara de nosotros—gritó Connie entre todo el barullo.

—¿Connie de verdad crees que me olvidaría de una chica tan inteligente como tú?—hizo una breve pausa.—No, chicos, yo nunca me olvidaría de ustedes y los voy a echar de menos a todos... Sí, Ricky, a ti también aunque te pasaras todas mis clases comiendo—varias risas se escucharon-. También a usted señor Mendéz, a usted y a sus ingeniosas bromas— pasó frente a el escritorio donde estaba Matt y Claudia-. También a usted señorita Foster, nunca conocí a una chica con un sentido de la moda tan... Innovador.

Yo hubiera dicho vulgar.

—¿Y qué decir de mi mejor estudiante?—Sonrió al pasar por mi mesa-. Espero que cuando sus cuadros estén en los mejores museos se acuerde de mi, señorita Doblas—asentí medio riendo.

El timbre sonó y todos nos levantamos para abrazar al profesor, algunos con lágrimas en los ojos y otros más serenos. Pero si algo teníamos todos muy claro era que nadie podia remplazarlo nunca y mucho menos esa maestra conocida como la profesora Guerra.

—Mimi—me llamó cuando nos quedamos solos en el aula.

—¿Sí, Roberto?

—¿Estás bien?—su mirada era tierna y denotaba cierta preocupación.

—No, usted se va—traté ocultar el verdadero motivo de mi tristeza. Aunque en cierta parte también estaba triste por eso. Con Roberto tengo una relación muy cercana y me entristece pensar que esta ha sido su última clase con nosotros.

—Mimi, mujer, soy viejo pero no tonto. Ayer el chico de los ojos verdes te besaba y ahora besa a la que era tu amiga.

—Ya sabe como son los adolescentes de ahora—traté de bromear y quitarle importancia.

—Si me permites decírtelo, él es un idiota.

—Adios Roberto, le voy a echar de menos—lo abracé.

Cuando estaba a punto de cruzar la puerta, su voz me hizo girarme hacia su dirección.

—Le he hablado mucho a la profesora Guerra sobre ti, y ella está muy interesada en conocerte—asentí no muy contenta.-Mimi, ella tendrá varios problemas al llegar aquí y por eso quiero pedirte que la ayudes en lo que necesite.

—¿Problemas? ¿Qué tipo de problemas?—fingí no saber nada.

—Buen, intento señorita—sonrió-. Pero ya me he enterado del complot que habéis creado para hacerle la vida imposible a la señora Guerra.

—Puede estar tranquilo, yo no participaré en esa tontería.

Y no porque no me gustase la idea, sino porque el idiota de Matt fue quien la propuso.

—Me alegra mucho escuchar eso, aunque ese no será el único inconveniente, su edad...

—¿Qué? ¿Es muy mayor?—pregunté con una sonrisa.

—Ya lo verá mañana—dijo devolvíendome la sonrisa.

La Profesora (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora