27. ¿Estás bien?

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La morena abandonó sus labios. Pero nunca retiró las manos de sus mejillas, de hecho, las acariciaba suavemente con sus pulgares.

—Yo también te amo.

Ninguna deshizo el contacto visual en ningún momento, ni siquiera cuando escucharon una falsa tos a sus espaldas.

—Casi viene Matt en mi lugar—les dijo Aitana con cierto tono.

—Ya era hora de que las cosas cambiaran—mencionó Ana sin darle mucha importancia—Siempre eres tú la que nos interrumpe—se giró para mirarla de una vez por todas.

Aitana tampoco pareció darle importancia a lo que su amiga dijo.

—¿Cómo estás?—miró a Mimi con algo de preocupación.

—Bien—intentó sonreír pero no lo consiguió. Cuando Ana dejó de besarla, fue como si la pesadez de no haber ganado, volviera a ella.

La de flequillo abrió los brazos y rápidamente Mimi se colocó entre ellos.

—Si te sirve de consuelo, creo que había algo raro en el concurso. Claramente, tú eres mucho mejor que quien ha resultado ser la ganadora—le acariciaba la espalda con un gesto tranquilizador.

Eso no la animaba mucho, pero le alegraba saber que había alguien que la seguía considerando la mejor.

—Gracias—dijo mientras se separaba de ella.

—¡Mimi!—gritó Laura al mismo tiempo que la abrazaba con una fuerza que —¿Estás bien? ¿Quieres que vayamos a pegar a unas cuantas personas?—formuló las preguntas en un tiempo récord, que apenas y pudieron entender lo que decía—Porque tengo un par de cosas en el coche de Roi que podrían servirnos—se alejó esperando una contestación afirmativa para ambas preguntas, en especial esa última.

—Créeme, aunque la curiosidad me esté matando por saber cuál es el motivo por el que traes objetos de sumisión en el coche de Roi. Prefiero no ir a pegar a nadie...—lo sopesó un poco—, por ahora.

—Pero, ¿estás bien?—esta vez fue el turno de Ricky.

—¡Escuchad! Estoy bien, ¿vale?—se encontraba un poco exasperada por la actitud de todos—Y si alguien vuelve a preguntármelo, juro que lo va a lamentar.

—¿Quieres que te acompañe a casa?—Matt se encontraba serio y de inmediato Mimi sintió pánico.

Qué tal vez había visto el beso, tal y como lo hizo Aitana. Era probable, Aitana y Matt habían llegado con un par de minutos de diferencia. No trató de convencerse a sí misma. Si Matt hubiera presenciado la escena, no estaría tan tranquilo.

—Gracias, Matt, pero me voy a ir en mi coche.

—Bien—le lanzó una última mirada a Aitana, pero esta no le estaba prestando ni un mínimo de atención, así que ni por enterada se dio.

Mimi terminó por despedirse y se adentró en su coche.

—Nos vemos mañana, para empezar con nuestro asunto—le dijo Aitana asomándose por la ventanilla que aún permanecía bajada.

—Ahí estaré puntual.

Mientras la rubia se alejaba, por el retrovisor observó a Ana. La expresión de la morena era inescrutable.

La Profesora (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora