11. La cita, de estudio

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Para la hora del almuerzo todo el instituto ya se había enterado de la gran hazaña de la profesora Guerra, cosa que hizo enfurecer a Matt hasta el punto de no asistir a la clase de Arte.

Bueno, cabe decir que no era la primera vez que Matt se iba antes de que las clases terminaran, pero eso a nadie pareció importarle.

Para mi gusto, la hora de Arte se había pasado sumamente rápida, ya que cuando me di cuenta, era la última persona que quedaba en el aula.

—Felicidades profesora Guerra—le dije mientras me acercaba a su escritorio—Se ha convertido en toda una heroína para todos aquellos que no llevamos faldas de porristas o chaquetas de fútbol—le aclaré—Nunca nadie había hecho lo que usted hizo hoy.

—¿Anotar un gol desde el centro del campo?—preguntó confundida.

Negué con una sonrisa.

—Cambiando de tema. Me preguntaba si podría explicarme la clase de hoy, es que no la he acabado de entender.

Ella miró el reloj que reposaba en su muñeca izquierda.

—Mimi, no creo que...

No le deje terminar esa frase.

—Por favor, usted dijo que este tema saldría en el examen y no quiero suspender. Esta es la única clase en la que soy realmente buena.

La profesora suspiró rendida.

—Bien, acércate con una silla.

Me senté frente a ella y rápidamente comenzó a explicarme de nuevo el tema. Pero debo admitir que por alguna razón desconocida a mi, no podía concentrarme. Sus explicaciones me entraban por un oído y me salían por el otro, por eso cuando me preguntaba algo, me quedaba en blanco. Incluso me olvidaba completamente de la pregunta.

—Oye, ¿te encuentras bien?—me preguntó preocupada.

—Sí.

—¿Tienes algún problema en casa? ¿Tus padres...?

—No, todo está bien—le aseguré rápidamente.

—¿Dormiste bien?

Asentí de nuevo.

—Entonces no entiendo por qué estás tan distraída, ¿podrías explicármelo? Tal vez te pueda ayudar.

—Ni yo lo sé—le dije sincera.

—Bien—cerró el libro—Creo que esto no va a funcionar si no lo llevamos a la práctica.

—Las clases ya han terminado—le recordé—y eso quiere decir que el aula donde guardamos todos los lienzos y las pinturas está cerrada.

—¿Se supone que yo debería tener una llave, no?—me encogí de hombros ante su pregunta.

—Pero.. yo en mi casa tengo todo lo necesario, podríamos ir y...—me interrumpió.

—No puedo—dijo mirando de nuevo su reloj—tengo un compromiso.

—¿Con su novio?

—Mimi...—iba a quejarse, lo sabía.

—Le recuerdo que fue usted la que empezó con las preguntas personales.

—No, iré a comer con mis padres.

—Pues no se ve muy feliz.

—¿Te parece bien si voy a tu casa sobre las cinco?

—Sí, ¿se acuerda de donde vivo o...?—volvió a interrumpirme.

—Tranquila, sí que me acuerdo Mimi—dijo mientras cogía su carpeta y abandonaba el aula.

Me dirigí a coger mi mochila y al salir del aula mi móvil empezó a sonar.

—Hola Laura—dije en cuanto contesté.

—Te estamos esperando en el Starbucks. No tardes mucho.

Y antes de que pudiera responder, me colgó.

La Profesora (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora