4. La nueva profesora

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A la mañana siguiente me desperté tarde, me había quedado hasta las tantas bailando y pintando en mi estudio, y hoy estaba pagando las consecuenc de mi desvelo.

Me arreglé lo más rápido que pude para salir pitando hacia el instituto.

—Mimi, te llevo—dijo mi padre.

—No, no hay tiempo—dije mientras me paseaba por la sala buscando mi mochila-. ¿Dónde está?

—Mimi, está en la cocina—gritó mi madre.

Fui hasta allí y se la arrebate de las manos.

—Bien, me voy.

—Te llevo.

—No, papá.

Salí corriendo dirección al instituto. Pero a medio camino me arrepentí ¿en qué diablos estaba pensando cuando decidí declinar el ofrecimiento de mi padre? Yo no era buena haciendo ejercicio, e ir corriendo hasta la escuela era como correr la maratón de la ciudad.

Ya me faltaba poco camino para llegar a mi destino y también quedaban pocos minutos para que empezaran las clases, así que decidí cruzarme una calle sin fijarme si pasaba algun coche o no, pero fue un error porque casi me arrollan como el otro día.

—¿Qué te pasa?—salió la misma chica del otro día, aunque ahora vestía más formal con una camisa blanca y unos pantalones negros ceñidos que la hacian verse muy atractiva-. ¿Tus padres no te enseñaron a mirar a ambos lados antes de cruzar una calle?

La chica era muy guapa, tenía los ojos marrones, pero un tono tan profundo e intenso que me imponia un poco, llevaba los labios pintados y tengo que admitir que estos se veian apetecibles, el pelo lo tenía recogido con un moño, a su manera, que se veía formal y un acento canario que la hacia verse más sexy... Dios Mío, ¿en qué estoy pensando?

—Niña, te estoy hablando.

Le sonreí angelicalmente y luego le mostré mi dedo corazón, para después seguir corriendo y llegar a tiempo al instituto, ya que había perdido tiempo muy valioso.

Llegué a la aula, pero tarde. Antes no me hubiera preocupado tanto porque era Artes y siempre he sido la mejor alumna, pero ahora era otra profesora la que se encargaba de enseñar esta asignatura.

Toqué la puerta deseando que la profesora no hubiera llegado, pero eso no fue así. Una voz me contesto indicándome que entrara.

Así que eso mismo hice y me llevé una gran sorpresa al ver a la misma chica que había estado a punto de arrollarme dos veces y que por si fuera poco le acababa de hacer una seña obscena en la calle.

—¿Puedo pasar?

—¿Y usted es?—preguntó fría.

—Mimi Doblas.

Se me quedo mirando y examinandome desde los pies hasta la cabeza.

—Pase.

La verdad es que hubiera preferido sentarme al fondo pero el único hueco libre era delante de la profesora, así que no tuve más remedio que colocarme allí.

—Bien, después de esta interrupción—me miró fugazmente-, seguiré con mi presentación. Soy Ana Guerra—lo escribió en la pizarra.

—¿Cuántos años tiene? —se escuchó una voz femenina en el fondo de la clase.

—23. Bien, si no hay más preguntas, seguimos ya con la clase.

Cogió su libro y empezó a leernos la historia de no sé qué, la verdad es que no le estaba poniendo mucha atención, lo único que quería era que sonara la campana. Pero cuando esto pasó...

—Doblas, quédate, tenemos que hablar— dijo con voz autoritaria.

Un montón de burlas comenzaron a escucharse.

—Hasta que la consentida se metió en problemas— dijo Claudia al pasar a mi lado.

Sólo puse los ojos en blanco. Mientras esperaba que todos se fueran.

La Profesora (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora