13. La Sorpresa

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Mimi se había levantado muy tarde al sía siguiente, pero por lo menos eso le ayudaba a seguir con el plan pactado, el cual consistía en ignorar a todo el día hasta que la llevaran al lugar donde todo pasaría, ya solo le quedaba esperar ocho horas.

A pesar de haber dormido toda la mañana, estaba cansada y su madre no lo pasó por alto cuando la vio entrar a la cocina.

—¿Te encuentras bien?—le preguntó Inma mientras le servía el desayuno.

—Sí—contestó la rubia con su mirada fija en el plato que su madre le había preparado.

—¿Matt te ha molestado?

—No—alzó la mirada, intigrada por la razón que había llevado a que su madre pudiera pensar eso— ¿Por qué?

—Te ves muy apagada...

—Estoy cansada—contestó a la defensiva— esta semana no ha sido una de las mejores.

Inma asintió, para después volver a romper el silencio que se estaba empezando a formar.

—Esta mañana ha llamado Mónica preguntando por ti.

—Pues si lo vuelve a hacer dile que estoy en el estudio y que he pedido que no me molesten.

—¿Habéis discutido?

—No—negué con una sonrisa—hoy es su cumpleaños y le hemos preparado una sorpresa, pero para conseguir que sea una verdadera sorpresa, hemos decidido ignorarla durante todo el día.

—No sé si ya te lo he dicho anteriormente, pero tus amigos son un poco raros.

Mimi rió ante la seriedad con la que habló su madre.

—Pero aun así los adoras—le echó en cara mientras se dirigía al estudio.

El día pasó muy rápido, o por lo menos para Mimi lo fue, y es que cuando se encerraba en el estudio, el tiempo se le iba como agua entre manos.

Ella tenía claro que quería pintar algo nuevo, pero había algo que la llamaba hacia el cuadro que se encontraba en la esquina. Intentó concentrarse en su nuevo dibujo, pero le fue imposible y acabó cediendo. El retrato de Ana se veía muy bonito, aunque se dio cuenta que aun tenía detalles por arreglar. Era incapaz de dejarlo en esas condiciones así que lo colocó sobre el caballete y no lo soltó hasta que lo terminó.

Una vez satisfecha con lo que había hecho, se quedó admirándolo durante unos minutos. El retrato era espectacular, se veía muy real y sabía que era una lástima tener que ocultarlo para que nadie más lo viera.

Mimi se alarmó al ver el pequeño reloj, apenas tenía tiempo para arreglarse.

Mientras corría escaleras abajo, eschuchó el teléfono sonar.

—Miriam—dijo Inma demasiado fuerte, para que su hija la escuchara—¿Mimi?—la interpelada bajó a toda velocidad y solo articuló las palabras necesarias para que su madre le leyera los labios:

—Ya casi estoy lista.

—Sí. Ya casi está lista—Mimi subió las escaleras de dos en dos para ahorrar valiosos segundos.

Al entrar en su habitación ya se había deshecho de su blusa yahora procedía a hacer lo mismo con sus pantalones. Mimi terminó de desnudarse en el baño y después de unos minutos, cuando ya estaba lista para salir, escuchó a su madre chillar.

—¡Llegan en media por ti!

Después de responderle que estaba de acuerdo y ya casi lista, volvió a chillar.

La Profesora (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora