22. ¿Eres bipolar?

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—Señora Guerra, llega antes—la aludida se acercó a la puerta.

—¿Sí?—fingió sorpresa y miró su reloj—Oh, vaya, es verdad.

—Bueno, no importa, pase.

Ana entró en la casa sonriéndole a la señora Doblas.

—Mamá, estaremos en mi estudio de arte—avisó mientras se dirigían hacia dicho lugar.

Ana hizo la misma rutina que la primera vez que visitó ese sitio. Se deshizo de su abrigo y dobló las mangas de su camisa un poco más arriba de sus codos, pero esta vez, Mimi no se quedo mirando sus brazos.

—¿Tienes alguna idea sobre qué pintar?

—Tengo bastantes, pero seguramente ninguna estaría a la altura de alguien como usted.

En la habitación se respiraba un ambiente tenso. Ana siempre encontraba un pero para todo lo que Mimi decía.

—Ya estoy harta de esto—dejó los pinceles a un lado—Llevamos una hora aquí y aún no he podido hacer ni un trazo y...—el toque a la puerta la interrumpió.

—Mimi te llaman por teléfono.

—Mamá, sabes que no me gusta recibir llamadas mientras estoy en el estudio—y eso se debía a que le "cortaban" la inspiración con las interrupciones. Pero pensándolo mejor, era buena idea tomar un descanso, antes de que terminara estrellándole el lienzo en la cabeza a Ana.

—Es Matt—el tono que utilizo su fue el más agradable, se notaba que noe estaba feliz.

Mimi subió rápidamente las escaleras y cogió el teléfono.

—Hola, Matt—sonrió.

—Hola, preciosa. Siento mucho llamarte ahora, sé lo mucho que odias que te llamen cuando estás pintando, pero...

—No te preocupes, sabes que contigo esa regla está ya rota.

Ana estaba intentando no escuchar los "tontos" comentarios de Mimi hacia Matt, pero eso era casi imposible.

Cogió el pincel que hacia unos minutos tenía la rubia entre sus manos y empezó a dibujar lo primero que se le paso por la mente en ese momento.

—Adiós Matt—colgó y le devolvió el teléfono a su madre.

—Voy a ir al supermercado, ¿necesitas que te traiga algo?—le dijo Inma.

—No, gracias.

—De acuerdo. Vuelvo en un rato. Adiós profesora Guerra.

—Adiós, señora Doblas—sonrió antes de que ésta se fuera y abandonara la habitación.

Mimi volvió a colocarse al lado de Ana.

—¿Y cómo van las cosas con Matt?—preguntó sorpresivamente.

Ella frunció el ceño. No entendía esa actitud de Ana, hacia unos minutos estaba que echaba espuma por la boca y ahora se le había instalado una gran sonrisa en la cara.

—¿Eres bipolar?—su ceño aún seguía marcado en su frente, y aún más cuando Guerra empezó a reír.

—Todos lo somos—le entregó el pincel.

Mimi aceptó seguir con la idea que Ana había plasmado en el lienzo.

Quería salir de esta situación lo más rápido posible y la forma más fácil de hacerlo era dándole la razón en todo. Y eso fue lo que hizo hasta poco después de las siete, hora a la que se fue, claro, después de asegurarle a la señora Doblas que no podía quedarse quedarse a cenar, pero que otro día con gusto lo haría.

La Profesora (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora