18. ¿No le gusta escuchar la verdad?

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Las miradas que Mimi recibió de sus amigos, y de todos en general, no fueron nada, comparadas con las que le dedicaron a la profesora Guerra, mientras dejaba todo lo que Aitana le había traído.

La paciencia con la que Ana caminaba hacia la pizarra y comenzaba a borrar lo que sea que estuviera escrito en ella, haría creer a cualquiera que no había pasado nada, que ella nunca se había ido, y que este era un día normal, como cualquier otro.

—¿Qué hace aquí?—le preguntó Matt, rompiendo el silencio que se había formado desde que puso un pie dentro del aula.

Ana con la misma tranquilidad, se giró hacia la clase y así ver a sus alumnos.

—He escuchado rumores—su mirada se centró en Matt—, en donde presumes que me fui porque no pude "gobernarte"—utilizó la comillas con los dedos—Así que volví para callarle la boca a todos, en especial a ti—sonrió engreídamente.

Sonidos como el de "Uhh..." comenzaron a sonar por toda el aula, ante la mirada de rabia y furia de Matt.

—Ahora siéntese. Todos háganlo—todos la obedecieron, incluso Matt, que lo hizo a regañadientes—Tenemos mucho trabajo—se sentó con una pierna colgando del escritorio—A partir de hoy, quiero que se concentren muy bien durante la clase y que preparen su mejor pintura. Pienso hacer una eliminatoria para elegir al que representará al instituto en el concurso estatal y éste tiene que estar súper preparado.

—¿Para qué?—le preguntó Ricky desde el fondo del aula—Si Mimi va a ganar.

Ana bajó del escritorio.

—En esta clase hay personas con mucho más talento que la señorita Doblas. De hecho, cualquiera de ustedes tiene mejor técnica que ella, el problema es que ninguno cree en su potencial y le dejan el camino libre sin dificultad.

Mimi no hacía nada más que mirar sus manos. Sabía que de nada iba a servir el hecho de que empezara a "discutir" con la profesora.

—Usted y todos sabemos que eso no es verdad—volvió a hablar Matt— Mimi es la única persona que podría hacer una buena presentación en ese concurso.

—Que usted piense de esa forma, Matt, es muy comprensible. Puesto que usted, es quizás, la persona con menos talento del instituto.

—A mi puede decirme lo que quiera, y tacharme de torpe e incapaz, incluso insultarme, pero con Mimi no se meta.

Que Matt la defendiera con esa vehemencia, sorprendía a todos por igual. Nunca antes había hecho algo parecido a aquello, ni durante el tiempo que estuvieron juntos como pareja.

—O por lo menos—continuó—, no tendría que hacerlo después de que ella fuera la única a la que le importó el hecho de que nos dejara y se cambiara de clase.

—Basta Matt, y deje que su novia se defienda sola—le contestó Ana con hostilidad.

—Ella no es mi novia, ni siquiera me quiere cerca—sonrió con incomodidad—Pero yo la amo, y no voy a permitir que una tía prepotente como usted, la haga parecer menos frente a todos nosotros a base de mentiras.

—Has acabado con mi paciencia, Matt. Vaya ahora mismo a la dirección.

Matt se levantó sonriendo de oreja a oreja.

—¿No le gusta escuchar la verdad, eh?—le pregunto Matt al pasar junto a ella, para salir del aula.

—¿Alguien más quiere acompañar al señorito Matt? ¿Doblas?—preguntó directamente. Mimi sólo meneo la cabeza de un lado a otro, negando, sin siquiera mirarlo—Entonces comenzaré la clase.

Ana les había ordenado que todos empezaran a hacer el bosquejo de lo que sea que fueran a presentar en la eliminatoria.

Mimi no le hizo caso y se dedicó a escribir sólo una frase en todo su cuaderno: Te Odio.

Laura iba a recomendarle que se pusiera a dibujar, pero sabía que era mejor que se desahogara y no se agobiara. Era algo infantil, pero sabía el gran esfuerzo que su amiga hacia para no contestarle a la profesora Guerra, y aún o entendía muy bien el por qué. Y tampoco iba a cuestionárselo, o por lo menos no hoy.

Cuando el timbre sonó, todos se encontraban increíblemente en silencio.

—Bien. Ya pueden salir—la voz de Ana fue todo lo que se escuchó mientras los alumnos abandonaban ordenadamente el lugar.

Mimi y los chicos se dirigieron en silencio hasta su siguiente clase. Ricky se mordía la lengua para no empezar a decir todo lo que Guerra se merecía. Pero no tocaría ese tema, no si Mimi no lo hacía primero.

Mimi dejó su mochila en una de las sillas, y sin decir nada, se dirigió hacia Matt, que se encontraba sentado en el fondo de la clase.

—¿Cómo estás, preciosa?—rápidamente se levantó para cederle el asiento.

—No tenías que haberlo hecho, Matt—dijo con un suspiro mientras se sentaba—Sólo conseguiste meterte en problemas.

—No, preciosa—Matt apoyó la mano izquierda sobre el respaldo de la silla, y se inclinó hacia ella. Dejando su rostro a muy poca distancia—Guerra fue la que no tuvo que meterse contigo. Y sobre los problemas—sonrió—no te preocupes, siempre estoy metido en ellos, pero esta vez fue por una muy buena causa.

—Gracias—le sonrió esta vez Mimi.

—¡Mimi, Matt!—les llamó la atención la profesora Brown—¿Piensan dejarme comenzar con la clase o...?

Mimi le dio un pequeño beso en la mejilla a Matt y rápidamente se dirigió hacia su puesto al frente de la clase.

El resto del día transcurrió "normal". Laura no se atrevió a decir nada hasta que llego la hora del desayuno, pero no fue sobre la profesora Guerra.

—¿Y qué hacia Aitana aquí? ¿Vino a verte? Es muy guapa—empezó a hablar a toda carrerilla por miedo a meter la pata en algo.

—Sí, es muy mona—se limitó a contestar.

Mimi no tenía ganas de nada. Sólo quería que el día terminara, para poder ir a su casa y ponerse a dormir. Al final del día, dormir era como morir un poco. Y ella necesitaba dejar de pensar y lo más importante, dejar de sentir.

—Hola—dijo aquella voz ronca.

Todos los de la mesa miraron directamente al dueño de ésta.

—¿Creen que podría sentarme con vosotros?—preguntó con una sonrisa nerviosa.

Todos miraron a Mimi. Ella asintió y rápidamente Matt se sentó a su lado.

La Profesora (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora