29. El Interrogatorio

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Aitana había acaparado toda la conversación desde que se había sentado al lado de Mimi, y eso era un gran alivio, pues hablaba tanto que no dejaba que las preguntas llegaran hasta ella.

Después de 15 minutos—los más incómodos en la vida de Mimi—, la puerta se abrió, dejando ver a una Ana, con un par de bolsas de comida rápida entre las manos.

—¡Ana!—gritó su padre emocionado mientras se acercaba a ella.

—Hola papá—lo abrazó tras dejar las bolsas sobre la mesa del comedor.

—¿Cómo has estado? Nos has tenido muy abandonados estos últimos meses.

—He estado ocupada—le sonrió a modo de disculpa.

—Y nos imaginamos en qué—su madre miró fugazmente a Mimi antes de posar su vista sobre su hija.

—¿Por qué no nos habías dicho que tenias novia?—le sonrió pícaramente su padre—Y una muy bonita—miró a la rubia.

Ana suspiró.

—No había llegado el momento apropiado, papá.

—Contigo nunca es el momento apropiado—mencionó Aitana antes de tomar un poco de té.

Ana decidió ignorar a su amiga, de lo contrario terminaría pegándola.

—Sentémonos, papi—le propuso y su padre encantado aceptó.

Ella apenas se disponía a hacerlo, cuando Aitana volvió a abrir la boca.

—Ana, tú tienes que sentarte al lado de de tu novia. Vamos—le cedió el lugar.

—¿Y qué hacen aquí?—trató de no sonar muy brusca.

—Llevábamos mucho tiempo sin verte—le sonrió su padre—te hemos echado de menos.

—Yo también a ustedes.

—Pues no lo parece, nos tenías muy abandonados—volvió a echarle en cara su padre.

—He estado bastante ocupada, papá—esa era su única excusa.

—No te preocupes, cariño, lo entendemos—le sonrió reconfortantemente—por eso nos encontramos aquí. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.

—¿Y dónde se conocieron?—preguntó su madre cambiando bruscamente el tema de conversación.

Ana miró a la chica que tenía al lado. Ella estaba muy callada, demasiado para ser quien era.

—Casi la atropello con el coche—fue sincera.

—Dos veces—murmuró Mimi algo molesta.

—¡Wow! Eso... fue un poco inusual—dijo Antonio.

—Pero muy efectivo—volvió a murmurar Aitana— Desde ese día Ana no puede sacarse a Mimi de la cabeza.

Antonio sonrió enternecido.

—¿Y a qué te dedicas, Mimi?—de nuevo cuestionó Fátima.

—Estudio—contestó sin vacilaciones.

—¿Cuántos años tienes?

Y antes de que ella pudiera decir algo, Ana se adelantó.

—Mamá, deja de interrogarla.

—No la estoy interrogando, sólo quiero saber de ella—devolvió la vista hacia la chica rubia—¿Tienes hermanos?—ella negó.

—No, soy hija única.

—¿A qué se dedican tus padres?

—Mi padre es abogado.

—¿Trabaja por su cuenta o...?

La Profesora (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora