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De vuelta en casa

La primera vez que desperté en esta camilla, no estaba sola, Hinata e Ino me acompañaban. Ellas estaban tan feliz, lloraron mientras reían. Me abrazaron, y sentí como un calor que no me pertenecía, como si no fuera digna de sus lágrimas. Pero, cuando les conté la verdad de todo, no importando lo que Sasuke me hiciera, ellas no hicieron más que sonreír tristemente.

Ellas me dijeron que ya lo sabían, pero que no me culpaban, que me querían y seguirían siendo mis amigas. Luego estuvieron viniendo los demás, Naruto, Sai, Neji, y los niños, yo estaba tan feliz de verlos.

El doctor me dio la noticia de que mi bebé estaba fuera de peligro, pero por supuesto que me amonestó. Me sentí avergonzada, y culpable. Por poco herí a mi bebé, y a mí misma. Pero encontrarme en aquella situación sin salida...me hizo sentir como si estuviera un poco más que una persona muerta. No solía derrumbarme de esa forma, pero cuando estas enamorada del enemigo las reglas del juego cambian.

Y desde que desperté no había visto a Sasuke ni una sola vez. Pero todas las noches soñaba con él, y cuando despertaba me sentía tan fría y sola.

Ese día el doctor me había dicho que me haría un eco para ver cómo estaba el bebé una vez más antes de mandarme a casa. Pero me pregunté, ¿Cuál era mi casa ahora? Si Sasuke le había dicho la verdad a todos, ¿entonces qué papel jugaba yo en su vida? Y creí que la razón por la que nunca vino a verme se debía a que ya no teníamos nada qué ver. Pero lo entendía, quería hacerlo, quería creer que esto era lo mejor, a pesar de que...sólo quería ver a Sasuke una vez más.

Durante el día jueves vinieron Hinata, Ino y Temari con los niños. Pero no se pudieron quedar para el eco que haría el doctor. Estaba sola y eso me hacía sentir nerviosa y triste a la vez.

En algún momento la puerta se abrió y creí que era el momento del eco, pero se trataba de Sasuke. Él estaba como siempre, demasiado guapo. Llevaba puesto una camisa de vestir negra, con unos pantalones casuales, y unos zapatos negros. Su cabello estaba despeinado, y su olor impregnó la habitación.

Lo miré a los ojos, y él hizo lo mismo conmigo desde la puerta. No supe cuanto tiempo duraron aquellas miradas de anhelo, pero en algún momento, Sasuke comenzó a acercarse, hasta quedar de pie junto a la camilla. Hubiera querido abrazarlo, besarlo, y muchas cosas más. Pero en su lugar una ira que venía conteniendo desde hacía días me inundó.

—¿¡Cómo te atreves a venir!? —chillé, sentía mi rostro caliente, y sin quererlo comencé a llorar—. ¡Me dejaste sola aquí, yo no te importo y tampoco nuestro bebé! ¡Estaba tan asustada, pero tú nunca viniste!

—Sakura...

—¡No! —grité al interrumpirlo—. ¡Siempre haces lo mismo! ¡Yo también quisiera poder hacer lo que tú haces, huir fácilmente de todo y sin consecuencias! ¡Pero no puedo hacerlo porque...! ¡Ash, te amo! ¡Pero eso a ti nunca te importará! ¡Y odio amarte porque tú...

Y de repente, Sasuke me sujetó de las muñecas, me empujó sobre la cama y me besó. Me hizo abrir la boca y metió su lengua para someter la mía. Empuñé mis manos con impotencia, porque no tan al fondo, necesitaba de esto desde hacía mucho tiempo.

Soltó mis labios lentamente, y me dedicó una mirada severa, pero no me soltó de las manos.

—Te amo—la solemnidad en su voz me sorprendió—...y perdóname Sakura.

De repente se alejó un poco de mí; se arrodilló inesperadamente junto a la cama sin alejar su mirada de mí.

—¿S-sasuke q-qué haces? —balbuceé atónita.

—Perdoname Sakura—repitió—. Que estés aquí es sólo mi culpa.

—S-sasuke...

—Quería dejarte ir, y sé que es demasiado tarde para eso, pero no quiero arruinar la vida de este bebé—su voz era suave, como si no quisiera asustarme—. Pero, si hubiera un pequeña posibilidad de que pudiera quedarme a tu lado, sólo lo haría si tú quieres, si aún me quieres en tu vida. Y sé que es una estupidez de mi parte creer que tú...