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Un fin de semana en Ohara Parte II

En la tarde hicimos un día de campo junto al lago. Mi padre llevó su caña de pescar y se llevó a Hinaru, mientras que Inori ayudó a mi madre con la comida. Me acerqué a ellas cuando pude sentirme mejor. Esa mañana había amanecido con mareos y un vomito exagerado. La noche anterior había tenido fiebre y dolores de cabeza, pero no quise decirselo a mis padres. También necesitaba estar sola, necesitaba dejar de pensar en Sasuke lo suficiente como para concentrarme en otras cosas.

Sasuke no era la mejor persona del mundo, y no lo intentaba tampoco, pero nadie merecía estar solo en su cumpleaños. Odiaba sentirme mal por él, porque en realidad hubiera querido dejar todo aquí para estar con Sasuke. Pero también sabía que él no lo valoraría, ¿así que, qué objetivo tendría? Si de seguro yo no era la primera persona con la que querría pasar su cumpleaños.

—¿Hija? —me llamó mi madre, sacandome de mis pensamientos.

—¿Sí? —murmuré, todavía distraída mientras picaba una zanahorias para la ensalada.

—Hija, las zanahorias no se pican de esa forma...

Parpadeé varias veces, despertando de mi letardo. Las zanahorias estaban hechas casi puré. Escuché a Inori reírse. La miré y le hice una mueca graciosa, entonces ella estalló en risas.

—Creo que iré por otras Zanahorias mamá—sugerí, sonriendo con inocencia.

Mi madre asintió negando con su cabeza y una sonrisa perpleja.

—Sí, buena idea—contestó mi madre—. Pero Sakura, tienes muy mal aspecto hija, mejor ve a recostarte, yo iré luego por la zanahoria.

—Mamá, estoy bien...

—No, sé que has estado vomitando Sakura.

Abrí mis ojos.

—Mamá, sabes que siempre he sufrido de eso, tengo tiempo sin probar el agua de Ohara, seguro es eso.

—Por eso mismo debería de recostarte un rato, sabes que eres muy delicada y las emociones demasiado fuertes mas la mala alimentación te desgastan más rápidamente que a los demás.

—Lo sé—suspiré—. Entonces los veré más tarde.

—Descansa cariño, nosotros cuidaremos de los niños.

Cuando estuve en la cocina me permití darme un golpecito en la frente, ¿en qué estaba pensando? Actuar de esa forma tan distraída con mi madre. En lo que saqué las zanahorias de la nevera tocaron la puerta principal de la casa.

No sabía por qué, pero me congelé en donde estaba. Estaba muy consciente de que yo alvergaba la esperanza de que Sasuke dejara todo y viniera por mí. Además, mis padres no me habían dicho nada de invitar a nadie más. Suspiré profundamente y me llené de valor para ir y abrir la puerta.

Cuando estuve frente a la puerta, estiré mi mano lentamente y abrí la puerta.

—¡Sakura!

La miré totamente anonadada y sorprendida. Hacía muchos años que no la veía. Y ella tampoco había cambiado en nada, seguía siendo bajita, mantenía su cabello corto y aquellos hoyuelos al lado de sus labios iluminaban su sonrisa.

—¿Nanami? —balbuceé asombrada.

Se lanzó a abrazarme.

—Escuché de mis padres que habías venido de fin de semana, así que debía comprobarlo por mí misma—explicó ella—. Quería aprovechar de verte.

Cuando me soltó la miré de nuevo, sin poder creerlo.

—¿Cómo es que estás aquí? Creí que te habías ido a Europa.