Entre líneas del contrato

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Ya había pasado una semana desde nuestra última salida a la discoteca. Y yo ya tenía dos semanas por lo que ya estaba un poco más tranquila y despreocupada al salir de casa, pues no me perdería. Hacía compras e incluso fui por un poco de ropa nueva.
En la escuela los chicos era muy tiernos conmigo, se portaban de maravilla, incluso el más intranquilo, Hinaru.
—Maestra ¿usted tiene novio? —preguntó Choichoi. Él siempre hacia preguntas como esas.
Estábamos en descanso, y Choichoi comía un pastel de queso también. Negué con mi cabeza.
—No —contesté. Hinaru saltó en su silla y levantó la mano. Suspire bajito—. ¿Sí, Hinaru?
—No le creo, usted es muy bella —dijo, sonriendo con picardía.
—En realidad, Hinaru no dice nada fuera de lugar —comentó Inori—, usted maestra, es muy bella.
—¡Chicos! ¡chicos! ¿saben con quien haría buena pareja la maestra Sakura? —chilló Choichoi con emoción, limpiando su boca.
—No, corazón, déjalo así...
—¡Dilo Choichoi!—me interrumpió Hinaru emocionado.
—Con tu tío...
Las puertas se abrieron de golpe, la inusual aparición de Kurenai interrumpió a Choichoi. Ella tenia una expresión de confusión y sorpresa, además de que estaba pálida. Me levanté lentamente.
—¿Sucede algo Kurenai? —inquirí.
Ella se aclaró la garganta, entonces contestó.
—Alguien...te busca —anunció entrecortadamente. Enarqué una ceja, no conocía a nadie en Japón.
—¿Mis padres? —intente adivinar.
Ella negó.
—Solo ve a la sala de profesores, yo me quedo con los niños —dijo esta vez más seria.
Asentí y me despedí de los niños con una sonrisa tranquilizadora.
De camino al salón de profesores comencé a inventar una lista de personas que tal vez podrían buscarme aquí en Japón. Tal vez papá y mamá querían darme una sorpresa, ¿pero si era así, por qué sentía tanto miedo?
Entendí por qué me sentía así cuando entré y vi su espalda, ancha y bien formada, era alto como lo recordaba. Su cabello negro brillaba contra los rayos del solo, miraba de espaldas a mí hacia la ventana con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón negro de vestir. Llevaba puesto un traje negro. Entonces se volvió y casi me sonrojé por completo cuando noté que su corbata era del mismo color que mi blusa, lila. Terminé de entrar y cerrar la puerta con su mirada fija aun en mí.
—B-bien...¿qué es lo que quieres?—pregunté, de una vez al punto.
—Bien, si así están las cosas —dijo, instalándose en sus labios una sonrisa de doble intención —. Quiero comprarte.
—¿Qué? —mascullé, estupefacta.
—Lo que oíste —su voz fría como el hielo.
—¿Estas loco? ¡No puedes comprarme!
Él sonrió de lado, maldito engreído.
—Oh, sí. Estas equivocada Sakura Haruno, porque yo puedo comprar lo que quiera.
—Querrás decir, casi todo, porque yo no me incluyo en ese paquete —contesté entre dientes.
—Tendrás que aceptar que serás mía, porque yo consigo sin problemas lo que quiero, y lo que quiero ahora es a ti —aclaró, caminó hacia mí, deteniéndose a unos pasos más cerca.
—No.
Volví a disentir.
—Entonces tendré que hacer todo esto por las malas —dijo, y su relajado tono de voz me hizo inquietar —. Lo diré clara y directamente; si no accedes a esto, tu familia, tus metas, tus sueños y tu vida los destruiré.
Mi sangre se espesó y me sentí mal de repente, casi me caigo, si no era por él quien al parecer advirtió que me desmayaría.
***
Me sentía mareada, llevé mi mano a mi frente, intentando tapar mis ojos también, la luz fuerte de la habitación me hacia doler la cabeza. Cuando me acostumbré a la luz noté que estaba en un cuarto de hospital.
—Esta es mi clínica privada —seguí su voz hasta dar con su rostro. Fruncí el ceño.
—¿Acaso no vas a desaparecer?
—No, si no desapareces conmigo.
Me quedé sin habla, era un estúpido que sabia cómo hablar. Me mordí el labio inferior.
—¿Por que haces esto?
—Esta bien, necesito tu ayuda para obtener algo que quiero—confesó al fin.
—¿En qué podría ayudarte yo? —me quejé, en tono de reproche —. Es decir, mírame y mírate, no parece que te falte el dinero.
Él sonrió con cines, era realmente engreído y no intentaba ocultarlo.
—En eso no te equivocas. Pero justo necesito a alguien...como tú para conseguir lo que quiero.
—No se escuchó muy agradable.
—No intenté que lo fuera —se encogió de hombros —. Quiero cobrar una fortuna pero no podré si...
—¿Si qué? —enarqué una ceja.
—Si no estoy casado —contestó tranquilamente.
Abrí mi boca, pensando lo inimaginable, o rogando para que no fuera eso.
—Tú no quieres...
—Quiero que finjas ser mi prometida, sólo eso.
—Estas loco, yo no voy a hacer...
—Sí lo harás, si no tu familia...
—¡Ya callate! —grité y tapé mis oídos. El miedo me arropó, que pensara si quiera en hacerle daño a mis padres —. Eres un monstruo.
Lo miré, mis ojos llorozos, no pude aguantarme de llorar.
—Que pronto será malditamente rico —dijo, sonriendo con sorna— ¿Entonces qué harás Sakura?
—Por favor, no puedes hacer esto, yo tengo... vine aquí porque...
—Eso no me importa, sólo tomo lo que necesito.
Me obligué a tragarme un sollozo. Asentí entonces, sin remedio al aceptar su horrible trato. Luego de que el doctor terminó de revisarme, él trajo a un hombre, su abogado. Me mostró el contrato y que nadie podía saber que no estabamos verdaderamente comprometidos, si no las consecuencias serían muy malas. Prácticamente me obligó a firmarlo entonces.
Al darme de alta, cuando salíamos noté que todos en la clínica le hacían reverencia cuando pasaba frente a ellos, otras mujeres suspiraban. Había mucho respeto hacia él en la clínica. La limusina era gris, con un logo bastante peculiar y muy conocido.
Uchiha Business Group —decía el logo. Cuando estuve adentro me puse a recordar de donde venía ese nombre. Cuando ya íbamos en carretera miré más atenta una revista del otro lado en el asiento, la portada principal...
—¡Oh mi Dios! —chillé tampando mi boca, me giré hacia él —. ¿Tú eres Uchiha Sasuke? El dueño de Uchiha Business Group.
Se echó a reír a carcajadas.
—¿No te habías dado cuenta?
Negué rápidamente con mi cabeza.
—Tú...tú eres... ¡Sasuke!
—Si...
—¡De verdad eres un malvado monstruo! —lo acusé con más razón.
—Espera ¿qué?
—Los hombres como tú sólo se aprovechan de las mujeres, e inventan mentiras como estas para...
—¿Acostarnos con las mujeres? —me interrumpió —, sí pero no como tú.
Sentí que mi cara ardió de rabia.
—¡Entonces por qué no me dejas en paz de una vez!
—¡Ya te dije que te necesito para algo, deja de quejarte que te pagaré bien!
—¡Yo no quiero tu cochino dinero! —seguí gritando.
—¿Que clase de mujer eres tú?
—¡Única en mi especie monstruo!
Sasuke hizo una mueca de fastidio y resopló.
—Que fue lo que hice...
—Aun tienes tiempo de dejarme...
—No, ahora me gustas aun más para este papel, conozco al viejo...le agradarás...
—Eres un canalla, le mentiras a un pobre viejito —lo acusé discriminatoriamente, pero no tuvo el efecto que esperé.
No ocultó esa sonrisa de satisfacción. Se rodó hacia mí en el asiento.
—Así se manejan estas cosas —me susurró orgullosamente, como si eso fuera de aplaudircele—. Haremos esto, y yo conseguiré lo que quiero al igual que tú.
—Yo no quiero nada de ti —bufé, cruzándome de brazos y fijando testaruda mi ojos hacia el frente.
—Claro que sí, debes querer algo...
—¡Puede ser, pero que venga de tu ayuda asquerosa y canalla, no! —le grité, y cuando lo vi, en sus ojos y expresión me pareció atisbar confusión.
Se sobó estresado el puente de su nariz, entonces suspiró pesadamente.
—Como quieras, me da igual. Ahora lo importante en realidad es que tu familia aquí lo sepa.
—No tengo familia aquí —conteste inmediatamente, agradecida de que no tuviera con qué más chantajearme. La tía Shizune era una antigua amiga de mamá —. Y yo realmente creo que es mejor que nadie lo sepa si esto solo será por un tiempo.
—Lo será si el viejo decide morirse de una vez por todas—masculló Sasuke entre dientes.
—Eres horrible, ¿qué tienes en donde debería estar tu corazón?
—No sé, pero espero que también haya algo de valor —me guiñó un ojo y sonrió.
Rodé los ojos y refunfuñé, de verdad lo detestaba.
Cuarenta minutos después llegamos a una mansión rodeada de un vecindario lujoso. Cuando bajamos del auto quedé maravillada con todas las flores que había en el jardín frontal, margaritas y lirios, yo las amaba. Me acerqué a un grupo de lirios, me incliné y aspiré el agradable olor.
—¿Que rayos haces? ¡ven aquí!
Me gritó Sasuke desde las escalinatas de su casa. Arrugué el gesto, ya tendría oportunidad. Me apresuré para caminar rápido detrás de él. Adentro era todo incluso mas lujoso, esto era como la casa del presidente, era inmenso. Candelabros de cristales y adornos de porcelana, con cortinas hermosas y sillones antiguos pero seguro muy caros.
En el segundo piso me guió hasta una puerta de madera blanca, la abrió y encendió las luces.
—Esta será tu habitación...
—¿Que? En realidad no piensas que voy a quedarme, en esta casa ¿o sí? —coloqué mis manos al rededor de mis caderas, enarcando una ceja con decisión. Él sonrió de lado.
—Algodón, te ves tierna haciéndote la malota, y comible —dijo, mirado mi cuerpo sin pizca de vergüenza.
Abrí mi boca estupefacta, y me sonroje sintiéndome completamente desnuda por su inescrutable mirada. Desvié la mirada evitando verlo.
—Bueno, como sea, yo no necesito dormir aquí.
—Si quiero que me crean entonces tienes que dormir aquí—apuntó con elocuencia. Me crucé de brazos.
—¡Por todos los cielos! ¿Que le voy a decir a Shizune? —murmuré en voz baja. Mordí mi labio inferior pensando con atención.
—Otra cosa, mejor es que dejes de trabajar —sugirió secamente.
Esta vez se estaba propasando.
—¡No! ¡Por eso vine aquí, y cuando al fin consigo un trabajo entonces apareces tú! ¿Y quieres quitármelo también? ¡Pues no! ¡Puedes matarme si quieres!
Mi corazón comenzó a palpitar con irregularidad, como siempre hacia cuando tenia sentimientos fuertes o peleas. Yo sufría de problemas en el corazón, mi carrera no era la más recomendable para mi salud pero era lo que amaba y era buena en eso. Pero pronto comencé a sofocarme.
Sasuke estrechó sus ojos suspicazmente hacia mí. Pero entonces asintió.
—Como quieras —solo dijo eso y luego se fue.
Me dejó sola en la gran habitación color azul cielo con adornos blancos. Todo se veía tan lindo. Luego de salir de la ducha, cuando revisé el almario, casi me da algo. No había ropa, ¿entonces yo qué me pondría? Cuando fui por mi ropa vieja no estaba. Tuve que bajar de puntillas suplicando para que nadie, si había personas de servicio, me vieran en paños. Llamé a Sasuke por bastante tiempo pero nunca me contestó, entonces escuché una voz desde una puerta muy grande de madera. La abrí con cuidado, y llamé a su nombre antes de entrar.
Cuando Sasuke me vio dejó de hablar por teléfono, pasó su mirada por mi cuerpo cubierto por la toalla.
—Sai... —suspiró aún mirándome, me sonrojé inquieta —, hablamos mañana en la empresa.
Entonces colgó.
Se tomó la libertad de mirarme incluso más hasta que decidí hablar.
—¿D-donde...está mi ropa? —pregunté, sosteniendo con fuerza la toalla con mis manos.
—Hmmm, las chicas del servicio la llevaron a la tintorería antes de irse a sus casas —explicó serenamente.
—Pero, pero tampoco hay ropa allá, no tengo qué ponerme —me quejé, entonces congelándome.
Comencé a castañear.
—Te daré algo, vamos.
Ya en la habitación me tendió una camisa de vestir rosada, casi del mismo color que mi cabello.
—¿Y algo para...?
—Eres pequeña, esa camisa te quedará bien, te cubrirá —dijo, encogiéndose de hombros con desinterés.
Tomé la camisa rápidamente.
—Bien, ya te puedes ir —le recordé.
—Hmp —murmuró —, te espero abajo en la cocina para cenar, pedí una pizza.
—¿Comes pizza?
Él se echó a reír a carcajadas. Lo cierto era que su risa era tan atractiva, aunque se estuviera burlando de mí.
—¿De donde crees que soy? —continuó riéndose.
—¡Ay, ya vete!—lo eché — ¡Shuu, shuu!
Salió de la habitación aún riéndose. Rodé los ojos enojada, sólo se burlaba de mí, aunque...¿que clase fe pregunta era esa? ¿comes pizza? ¿Soy estúpida o qué?
Me tiré sobre la cama y suspiré.
***
Me miré en el espejo del almario, no había cómo ocultar más, la camisa de vestir rosa que Sasuke que me había dado me llegaba por la mitad de los muslos, para mí eso incluso era demasiado qué mostrar. Y frente a él... Cuando Sasuke me miraba así algo en mi vientre se revolvía, como si hiciera cosquillas, o no sé... ¡que horror! No quería bajar.
Pero me llené de valor y salí de la habitación. No fue difícil encontrar la cocina, el olor a pizza recién salida del microondas me guió. Me asome tímidamente por la entrada de la cocina, Sasuke estaba de perfil frente al mesón. Trague saliva cuando levantó su rostro y me miró.
—H-hola... —saludé con mi mano, sonriendo más como una mueca.
—Eres lenta —masculló, sin mirarme.
Rodé los ojos y terminé de entrar a la cocina.
—Y tú un canalla mentiroso.
—Todos tenemos defectos —se rió.
—No lo puedo creer.
Caminé con decisión y tomé un pedazo de pizza, entonces lo mordí.
—¿Te gusta la pizza? —preguntó.
Me encogí de hombros.
—No es fácil comprar siempre pizza, así que sí, me gusta mucho.
Cuando terminamos de comer boté el cartón de la pizza en la basura, entonces sentí unos pasos aproximarse hacia mí. Me volví rápidamente pero él me atrapó en sus brazos. Quedamos frente a frente, su aliento golpeaba en mi frente y yo mordía mi labio con mucha vergüenza.
—¿Que haces...? —susurré, intentando mantener mi voz bajo control.
—Me provocó.
—¿Q-qué?
Me cargó en sus brazos y me llevó hasta el mesón mas cercano a nosotros, me dejó sobre este y se posicionó entre mis piernas abiertas. Lo miré a los ojos, profundos y llenos de deseo. Se acercó a mi cuello y respiró sobre él. Besó mi clavícula entonces. Me mordí el labio.
—E-esto no está en...el contrat-to...¡Ah! —jadeé, pero mordí mi labio para no gritar más cuando él pasó su lengua por mi clavícula.
—Digamos que esto estaba entre líneas del contrato —murmuró con sus labios pegados a mi cuello.
Entonces asaltó en mis labios con rapidez.


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