N. de la A.: ¡Gracias a todos quienes siguen esta historia!
Disclaimer: Los personajes utilizados aquí son propiedad de Takehiko Inoue. ¡Gracias por dibujar y escribir una historia tan hermosa!
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Y me entregaré por completo.
Yohei no era capaz de ocultar la decepción que sentía. Pensaba que ya le había demostrado a Fujii quien era en verdad, y que ella podía ver a través de su fama de chico malo, pero aparentemente se había equivocado. Aunque todavía no supieran mucho el uno del otro –y era él quien tenía más dudas sobre el pasado de Fujii–, sentía que lo fundamental ya estaba echado sobre la mesa, pero quizás no avanzaban al ritmo que pensó en un inicio.
Se quedó pensativo un momento pues no sabía saber qué decir.
—Te acompañaré a la parada de autobús —anunció al rato, creyendo que debía darle un poco de espacio.
Claro que sus palabras, si bien con buena intención, tuvieron el efecto contrario que esperaba; la pobre chica percibió el sentido de la frase como una forma de deshacerse delicadamente de ella para no admitir que su presencia era un estorbo.
La sensibilidad de Fujii alcanzaba niveles insospechados. Reinició la marcha tras Yohei sin apenas ver el camino gracias a las lágrimas de tristeza que le nublaban la visión. ¡En verdad deseaba ser audaz!, podría explicarle que ya no le temía a él sino a perderse a sí misma como una tonta enamorada.
Se frotó el dorso de la muñeca por los ojos. Tenía que hablar. Debía atreverse. Tras mucho pensar el intercambio de palabras entre ellos concluyó que todo debía obedecer a un malentendido. A Yohei le había cambiado la cara cuando le preguntó si aún le temía.
Alzó la mirada. Su espalda se veía enorme y parecía crecer a medida que el silencio entre ellos se volvía más espeso. Era ahora o nunca.
—Espera —comenzó a decir con voz estrangulada, al tiempo que sujetaba la camisa del muchacho desde atrás con la mano libre—, te equivocas... ya no me das miedo. Perdóname.
«Menos mal...»
—¿Por qué te disculpas? —Detuvo la marcha nuevamente. Como ella no siguió hablando, añadió—: Parece que te hice llorar otra vez, igual que en la enfermería.
Yohei percibió en el agarre que Fujii mantenía en su camisa cómo negaba la afirmación.
—N-no... no has sido tú, ni antes ni ahora. Yo soy el problema... —Pareció que iba a agregar algo, pero cerró la mandíbula de golpe.
—Me encantaría saber qué estás pensando —susurró Yohei, sin recordar que estaba repitiendo palabras que le había dedicado a la chica hace algunos meses, la primera vez que conversaron en la azotea—. Ese profesor... mencionó algo, un incidente de hace dos años. ¿Qué es?
Fujii reaccionó como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Soltó la camisa bruscamente mientras retrocedía algunos pasos. Él se dio la vuelta. «Vulnerable. Como un animal acorralado», pensó observando la postura que había adoptado tras su pregunta. Parecía que el asunto era mucho más serio de lo que podía imaginar... Entonces, analizó la situación al revés tal y como si estuviera por enfrentarse a un enemigo, e intentó ponerse en su lugar: si él tuviera algo que no quisiera comentar bajo ningún motivo porque le causaba dolor, reaccionaría de esa misma manera.
¡Eso era! Fujii sentía dolor, no físico sino del alma, había acertado en sus reflexiones aquella vez en la enfermería. Su rostro fue adoptando una expresión diferente mientras comprendía. ¿Por qué no lo sospechó antes?, si una de sus especialidades era analizar a las personas con rapidez en busca de debilidades. Mas Fujii no era un objetivo para él, nunca lo fue. No la trató como a los demás porque era especial, por eso no utilizó en ella el análisis que sí aplicaba al resto de los mortales.
Un poco arrepentido por haberla arrinconado con las preguntas que le hizo, Yohei le dedicó una amplia sonrisa para tranquilizarla.
—No tienes que hablar de eso si no quieres —le dijo en voz baja, muy dulce.
Fujii aferró su bolso con más fuerza. No, no quería, aunque con él estaba dispuesta a hacer una excepción. Tan solo Haruko y Matsui –sin contar a sus padres y algunos profesores– conocían la historia pues estuvieron con ella, apoyándola en esos duros momentos, pero lo cierto era que Fujii no había hablado voluntariamente de aquel suceso con nadie. Esta vez sería diferente porque quería esforzarse con él viendo lo mucho que trataba de agradarla pese a que su carácter introvertido le jugaba malas pasadas. Yohei valía la pena el esfuerzo y mucho más.
—Te lo contaré —afirmó tímidamente.
Volvió a mirarlo. A pesar de que le suponía un gran esfuerzo no apartar la mirada, pronto se encontró hipnotizada por la fuerza que esos orbes anochecidos parecían transmitirle. Y se sintió fuerte, más valiente que en los últimos dos años.
Yohei se acomodó el bolso bajo el brazo para meter otra vez ambas manos en los bolsillos.
—Tengo que trabajar, pero podría llamar y decirles que estoy ocupado...
—Oh, no, no hagas eso por mí —le rogó—. ¿Mañana, después de la escuela?
—Claro. Podemos comer, si quieres.
«¿Como una cita?», pensó Fujii ruborizándose por enésima vez. Temerosa de que su voz la delatase, se limitó a asentir. El joven replicó el gesto y volvieron a caminar hacia la parada de autobús.
Llevaban un buen tramo recorrido en el más absoluto silencio, cada quien inmerso en sus propias reflexiones. Ya no les quedaba mucho para llegar, así que Fujii se obligó a sí misma a abrir la boca a como diera lugar.
—Uhm... ¿Yohei-kun?
«¡Oye!, parece que sí estamos avanzando, aunque sea de a poco», pensó el aludido deteniendo ligeramente el ritmo de la marcha. Echó la cabeza hacia atrás.
—¿Si?
—Esto... toma.
Yohei giró sobre sus talones y la encontró ligeramente inclinada con las manos extendidas hacia él. Le estaba entregando una bolsa plástica con algo adentro. Sospechó que era su casaca, pero le enterneció la forma en que Fujii trataba el asunto, con más importancia de la que tenía en realidad. Al recibir el envoltorio decidió que la presionaría un poquito más, ya que estaba feliz de que hubiera utilizado su nombre de pila por primera vez... En lugar de coger la entrega por el plástico, Yohei apretó las manos de Fujii con las suyas, rematando el gesto con una de sus sonrisas más deslumbrantes. La chica terminó en punto de ebullición, y él carcajeándose otra vez como un loco.
Fujii comprendió que le iba a resultar imposible llegar a la parada de autobús acompañada de Yohei en ese estado (no iba a poder irse, la hipnotizaba verle reír), así que se despidió rápidamente y salió corriendo. Pero antes de perderse de vista...
—¡Yohei-kun! —Tal parecía que ahora le costaba menos decirlo, claro que nunca le iba a contar cuánto lo había ensayado el día anterior—. ¡Revisa el bolsillo izquierdo!
Ahora sí, desapareció dando vuelta en una esquina.
Yohei se rascó la cabeza con los ojos cerrados. «Esta niña, por dios...»
Abrió la bolsa. Allí estaba su chaqueta, recién lavada. Ni siquiera tenía unas manchas de sangre a las que él se ya había acostumbrado. ¿Cómo lo consiguió?
La revisó en diferentes ángulos. Se veía casi nueva. Entonces, metió la mano al bolsillo. Encontró un pañuelo; lo sacó para revisarlo creyendo que era de ella... y se sorprendió, porque este pañuelo era diferente. No era blanco si no celeste agua con bordes azules en diseños ondulantes, y en una esquina encontró firmemente bordado «Y.M.» con la misma letra redonda que había visto en el pañuelo de Fujii.
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Nos vemos mañana ;)
Amor y felicidad para todos.
Stacy Adler.
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Melodía de verano
Fanfic[Serie Melodía #1] Destacada del mes de febrero de 2022 por @WattpadFanFictionES Fujii Koizumi no sabía que los chicos malos también podían ser dulces como la miel. Yohei Mito, el chico malo por excelencia, tenía mucho que enseñarle. ¿Qué podría r...