Dame fuerzas

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N. de la A.: ¡Estoy tan feliz con mi portada nueva que decidí publicar dos veces hoy! Mil gracias, Yomi querida :')
Y mil gracias a mis lectores, por supuesto. ¿Qué sería de esta historia sin sus comentarios?

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Disclaimer: Los personajes utilizados aquí son propiedad de Takehiko Inoue. ¡Gracias por dibujar y escribir una historia tan hermosa!

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Dame fuerzas.

—Tienen que sacarse los zapatos para entrar aquí —ordenó Kogure con la mayor firmeza que era capaz.

Miyagi intentó detenerlo antes de que se metiera en problemas. Estaba a punto de darse un tiro por la ansiedad de ver a esos tipos pisando su adorado entorno, compartiendo espacio con sus compañeros, y tan peligrosamente cerca de su amada Ayako.

Un par de metros más allá, Haruko, Fujii y Matsui continuaban abrazadas, las dos primeras temblando de miedo, la última más serena, como era habitual en su carácter. Vieron al impetuoso muchacho de pelo rojo desafiándolos a todos, y no les cupo duda de que se avecinaba una tragedia. Los desconocidos no iban a dialogar, eso estaba más que claro, su único objetivo era causar destrozos.

—Por favor, Mitsui —murmuró Miyagi, sin despegar los ojos del suelo profanado con cenizas de cigarrillo—. En el hospital me prohibieron meterme en peleas otra vez. Te lo ruego: olvida lo que pasó.

Pero a Mitsui no le importaba un comino la petición de Miyagi. Tan resentido estaba con el baloncesto, su más amado –y odiado– deporte, que solo pensaba en cómo acabarlos y disfrutar de cada uno de los golpes que propinara, festinar con la sangre que iban a derramar por el suelo, reventar todas las pelotas que encontrara y dejarlos en un estado tan deplorable que no podrían ni presentarse a las clasificatorias para el Campeonato Nacional, eso si es que el colegio les permitía participar después de enterarse cómo (según la versión que contaría Mitsui) el equipo los atacó cobardemente y ellos, pobrecitos, tuvieron que defenderse. Ya habiendo verbalizado su objetivo principal, se inició una batalla campal entre los maleantes y los miembros del equipo. Tal y como Fujii temía, muy pronto el ambiente se plagó de una energía oscura con aroma a sangre, dolor y sentimientos difíciles de comprender. Haruko lloraba en el mayor silencio posible por la paliza que le habían dado a Rukawa, quien tras haber devuelto golpes varias veces recibió un palo en la cabeza y pronto terminó desmayado por la excesiva pérdida de líquido vital... lo que provocó que ella también se desmayara un par de veces. Matsui contempló el momento en que Ryota se volvió loco luego de que Ayako recibió un duro bofetón de uno de los maleantes variando un poco su rostro escéptico por uno algo más preocupado. Y cuando Mitsui y aquel al que llamaron Tetsuo insinuaron que Ayako les podría dar un poco de diversión, Fujii sintió que estaba a punto de acompañar a Haruko con su desmayo histérico. Cuando se inició la masacre estaba aterrada, pero ahora sentía que el pánico le iba a hacer estallar la cabeza y el pecho. Sin proponérselo, comenzó a llamar a Yohei Mito con la mente, como si pudiera lograr que apareciera para ayudarles con la fuerza de su pensamiento. A Hanamichi lo habían estrellado de cara contra la puerta. Parecía bastante entero, pero no iba a poder enfrentarse solo a todos los enemigos que estaban rodeándolos.

Cerró los ojos y rezó.

«Vuelve... ¡Mito-kun, te necesitamos!».

Cuando los abrió, fue como si un milagro se hubiera desatado en el gimnasio: allí estaba Yohei con sus amigos. El «Ejército de Sakuragi» al completo, preparado y listo para la acción.

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Nos vemos mañana ;)
Amor y felicidad para todos.
Stacy Adler.

Melodía de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora