Ayúdame a sentir

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N. de la A.: ¡Gracias a todos quienes siguen esta historia! Y gracias por sus hermosos reviews, que llenan de colores mi día a día.

Disclaimer: Los personajes utilizados aquí son propiedad de Takehiko Inoue. ¡Gracias por dibujar y escribir una historia tan hermosa!

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Ayúdame a sentir.

Las clasificatorias al Campeonato Nacional eran cada vez más duras. El último partido de Shohoku contra el instituto Kainan, a pesar de haberlo perdido, fue muy provechoso para el equipo comandado por el profesor Anzai... incluso para el pobre Sakuragi, que pasó un día completo llorando por equivocarse en un pase y provocar la derrota de su equipo. Para castigarse por tal error se cortó el pelo, así que sus compañeros y sus amigos se rieron hasta que les dolió el estómago; la única que no se burló fue Haruko, ella le acarició un poco la cabeza pinchándose las palmas con las puntas recién cortadas.

—No hagas caso, yo creo que te ves muy bonito —afirmó dándole toquecitos como a un cachorro.

A pesar de haber quedado casi rapado, Hanamichi siguió tiñéndose el pelo y gracias a eso comenzaron a nombrarlo «monje pelirrojo». Alumnos de todos los años iban al salón siete buscando a este personaje tan peculiar, que si antes llamaba la atención ahora era mucho peor. Noma, Takamiya y Ookusu no tardaron en cobrar entrada, y Yohei estuvo a punto de desmayarse por la risa que le causó el nuevo apodo.

Incluso Haruko se asomó al salón de Hanamichi para admirar su cabeza roja, todavía impresionada por el hermoso Slam Dunk que este ejecutó perfectamente durante el partido con Kainan. Matsui no la acompañó, pero Fujii sí, por supuesto, y como Haruko estaba tan fascinada con el nuevo corte de Sakuragi, se olvidó por completo de la presencia de su amiga.

La tímida Fujii miró hacia el salón con el labio inferior atrapado entre sus dientes, intentando disimular que sus ojos de chocolate buscaban a Yohei. Lo que no esperaba era que él la estuviera mirando. Se paralizó por un segundo al verse descubierta, luego bajó la mirada para fijarla en sus dedos, que retorcía a la altura de su regazo solo por los nervios.

Volvió a estudiarlo. Su lustroso cabello negro arreglado de la forma acostumbrada, su habitual forma de moverse con las manos en los bolsillos, su sonrisa altanera en contraste con sus ojos negros y cálidos... Tragó saliva. Todo lo que había jurado alguna vez se fue derecho al garete por enamorarse de un chico con mala fama en tan solo tres meses. ¡Maldita sea!

Yohei le dedicó una expresión traviesa a la distancia y señaló sutilmente hacia el techo. Fue tan cuidadoso que nadie habría captado el mensaje oculto en ese gesto despreocupado, pero claro, a Fujii no le hacía falta ningún traductor para comprender que la estaba invitando a conversar en la azotea del edificio. Su corazón nuevamente le jugó una mala pasada con ese latido irregular al que todavía no se acostumbraba, que a veces parecía retumbar y otras lo creía desaparecido. La pregunta del millón era: ¿iba a aceptar encontrarse con él a solas? Lo había hecho en la enfermería, solo que al pensar mejor su comportamiento creyó haberlo conseguido por lo alterada que estaba después de haber visto tanta pelea y tanta sangre. Hacía mucho tiempo que no le tocaba mezclarse de esa forma con la violencia; supuso que no iba a poder escapar por siempre, ni a eso ni a lo que venía sintiendo por Yohei, así que, haciendo acopio a toda su valentía escondida, asintió brevemente una vez.

Pero hasta ahí le llegó el valor. Salió corriendo hacia su salón y se quedó sentada en el pupitre tratando de calmar los nervios hasta el segundo descanso, en el que subiría las escaleras a como diera lugar.

Quería tener a Yohei de nuevo a su alcance para escuchar su voz melodiosa. Quizás, si lo miraba a los ojos el tiempo suficiente, podría descifrar más aristas que determinaban su forma de ser, tan especial para ella.

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Nos vemos mañana ;)

Amor y felicidad para todos.

Stacy Adler.

Melodía de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora