¿Te quedarás por mí?

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N. de la A.: ¡Gracias a todos quienes siguen esta historia! A partir de este momento, las cosas entre Yohei y Fujii comenzarán a encaminarse hacia algo. ¿Sabremos un poco más sobre el pasado de la muchacha?

Disclaimer: Los personajes utilizados aquí son propiedad de Takehiko Inoue. ¡Gracias por dibujar y escribir una historia tan hermosa!

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¿Te quedarás por mí?

Yohei sabía por experiencia que los golpes físicos constituían un daño que solía desaparecer con el tiempo. Las humillaciones, en cambio, eran mucho más difíciles de olvidar, igual que los dolores, las traiciones y los abandonos. Se adherían a la mente como hiedra venenosa y aparecían cuando menos lo esperabas, agriándote el momento.

Sus padres se habían divorciado cuando era pequeño. Tenía una hermana mayor que veía tarde, mal y nunca porque se había ido a vivir con mamá en la separación. Él se quedó con papá, que siempre estaba trabajando y solo se preocupaba de que mantuviera unas notas aceptables. En algún punto de su vida dejó de intentar ganarse su atención, resignándose a que había cosas más importantes en su mente que su propio hijo.

Pero nunca llegó a sentirse realmente solo, o a resentir gravemente la división en su familia, puesto que contaba con Hanamichi. Ellos se habían conocido en el jardín de infantes y se transformaron en hermanos, con un nivel de unión que ambos consideraban irrompible. Hanamichi era hijo único así que, de cierta forma, él y Yohei se habían adoptado el uno al otro. Estuvieron juntos durante el divorcio de la familia Mito, soportaron todo tipo de penurias mientras iban creciendo, se transformaron en adolescentes conflictivos que no dudaban en agarrarse a golpes con todo el que los provocara, y se dieron consuelo cuando el padre de Hanamichi murió por un ataque al corazón. Ese hecho marcó a fuego el alma del pobre muchacho, que continuó tiñéndose el pelo de color rojo ya no como una forma de molestar a su viejo, sino para recordar que nunca debía volver a sentirse desvalido y también una especie de homenaje póstumo. A veces, Hanamichi creía que su padre podía verlo en dondequiera que estuviera. Le gustaba pensar que le hacía sentir orgullo, al menos como peleador, y luego como basquetbolista.

A Yohei no le cabía duda de que las pocas heridas que su amigo conservaba eran de carácter intangible. Lo conocía muy bien y sabía que en pocos días la pelea con Mitsui ya se le habría olvidado, a diferencia de la muerte de su padre, que siempre estaría allí. Para él era igual. Yohei recibió una que otra paliza de su progenitor por andar de pandillero maleducado, algo que casi le daba risa de recordar; no obstante, el día en que su madre le dijo que estaba decepcionada de él... eso sí le dolió. Y nunca lo olvidó.

Todo aquel mar de reflexiones tenía un único catalizador: el llanto silencioso de Fujii, que lo devolvió al presente de golpe. No sabía por qué, pero prefería que Norio Hotta y sus secuaces lo patearan hasta desgastarse los zapatos que seguir presenciando aquellas lágrimas interminables. Se sentía impotente, incapaz de detenerlas. ¿Por qué la había hecho llorar? ¿Seguía asustada por lo ocurrido en el gimnasio, o alguna otra razón en particular?

La observó en silencio. La forma en que le sudaban las manos indicaba que había pasado mucho miedo. Trató de intuir alguna respuesta en su lenguaje corporal, pero no consiguió nada.

Y quería saberlo, en ese instante supo cuánto. A lo mejor conseguía descubrir el motivo real de por qué parecía temerle tanto algunas veces.

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Nos vemos mañana ;)

Amor y felicidad para todos.

Stacy Adler.

Melodía de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora