No necesito nada si estás conmigo

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N. de la A.: Y llegamos al penúltimo capítulo. Sip, mañana cierro esta tierna historia de amor adolescente.
¿Por qué llego hasta aquí? Pues porque el objetivo de «Melodía de verano» era adentrarnos en el descubrimiento del amor, en esa cosquillita rica que se siente en el periodo de conquista, mas no en la profundización de los sentimientos de los protagonistas.
Peeeeero... como les dije en el capi anterior, será el término del fic, no de la historia entre Yohei y Fujii...

Disclaimer: Los personajes utilizados aquí son propiedad de Takehiko Inoue. ¡Gracias por dibujar y escribir una historia tan hermosa!

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No necesito nada si estás conmigo.

Con manos ligeramente temblorosas, Fujii devolvió la foto de Ginta a su rincón y regresó al lado de Yohei arrodillándose frente a él para no sentirse en desventaja.

—Hace dos años —murmuró Fujii con la cabeza gacha—, mi hermano decidió que no le gustaba este mundo. Él sabía bien que estaba siguiendo un camino peligroso y no se apartó; aunque no es un suicidio propiamente tal, a mí sí me lo parece.

Yohei asintió sombrío.

—Un amigo en la secundaria me avisó que mi hermano iba a participar en una pelea esa noche (lo supo por otro amigo que solía apostar). Fui a encararlo cuando salí de clases y le rogué que no peleara, que pensara en nuestros padres, pero me ignoró. Lo siguiente que supe fue que estaba de nuevo en el hospital. Y falleció unos días después.

Fujii convirtió sus manos en duros puños trémulos que aferraban la tela de su vestido con evidente desesperación.

—No le importamos, Yohei-kun... ninguno de nosotros. A veces me pregunto qué hicimos mal, por qué no pudimos ayudarlo... Tal vez, si hubiese insistido más ese día...

—Fujii-san —la interrumpió en tono contenido—: nada de esto es culpa tuya.

Ambos se observaron fijamente por algunos segundos.

—Las decisiones que tomó tu hermano son de su responsabilidad —continuó—. No cargues con eso en tu conciencia porque no te corresponde. Seguro que Haruko-chan también te lo dijo, ¿verdad? —Fujii asintió—. Bueno, creo que tiene razón.

Ella no respondió, más concentrada en serenarse que otra cosa. Tenía la vista fija en sus nudillos temblorosos y le dolía la mandíbula por lo mucho que la apretaba.

—¿De qué falleció? ¿Fue por las contusiones?

—No. Los doctores dijeron que tenía el apéndice inflamado y que se le reventó producto de los golpes que recibió en su última pelea... ¡Peritonitis!, era evitable... —Algunas lágrimas se deslizaron rápidamente por su rostro—. Todo lo que ocurrió era evitable, eso es lo que más me duele.

La mirada del muchacho traducía todo lo que aún no ponía en palabras, y era un reflejo atenuado del sufrimiento que Fujii cargaba.

—¿Has perdido a alguien, Yohei-kun? Porque no sé cómo explicarte la sensación de vacío que se adhiere cuando te abandonan. Es... como si te quedara un espacio en blanco. Algo que antes estaba lleno, dejas de sentirlo, pero sabes que sigue ahí —explicó gesticulando con las manos.

—Lo he visto de cerca. —Inmediatamente recordó cuando Hanamichi perdió a su padre.

—Mamá lloró todo un año. Papá dejó de venir a cenar. Nos vemos muy poco. Creo que todos sentimos que pudimos hacer algo más por él. —Se fijó en la expresión de Yohei con un ligero estremecimiento—. Me has dicho lo que piensas, y te agradezco mucho por tratar de animarme. Quizás un día pueda dejar de sentirme mal.

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