3. não perco meu tempo.

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Le miré de pies a cabeza, llevaba encima un traje muy extraño para mi gusto, lentes oscuros propios de una celebridad que trata de esconderse y un sombrero que me parecía fuera de lugar. Es decir, me gustaban los vestuarios atrevidos, pero... este en particular me provocaba un rechazo enorme.

"Lilly, no investigaste sobre él" me dijo mi consciencia a gritos.

—Señor Forge, vine... — de pronto me interrumpió

—Usted no se parece a la persona de la fotografía que me enviaron por e-mail. ¿Cómo sé que no trata de secuestrarme? Podría ser usted una fangirl loca. —

Decía mientras sostenía su móvil, por el mohín en su rostro y la manera en que posaba la mano sobre su mentón como si "reflexionara" me hizo comprender la situación. Le enviaron la fotografía de la persona que realmente vendría por él, y obviamente, no lucía como yo.

—Lo siento, pero... no iré contigo. — se dio la vuelta, entró a su habitación y me cerró la puerta. El hombre que lo custodiaba se puso frente a ella como si tuviese la intención de bloquear mi paso. Mi mente se quedó en blanco, no esperaba que me rechazara. ¿Ahora qué? Me van a despedir, eso es seguro.

—Retírese por favor — mencionó aquel señor

—No, esto no me puede pasar a mí — respondí un poco histérica —¡Deje que me presente!

Me lancé contra la puerta, mi acción provocó que el guardaespaldas me tomase entre sus grandes y fuertes manos, alejándome con poca delicadeza de la puerta con todas las intenciones de lánzarme contra el suelo

—No me haga llamar a seguridad niña

—¡SEÑOR FORGE NO ME PUEDE HACER ESO! ¡ES MI SEGUNDA SEMANA! — gritaba sin percatarme de que estaba armando une escándalo

—Se lo advierto niña, no quiero usar mi fuerza contra alguien tan frágil como usted

—Dígale a su jefe que salga — dije casi como una orden

—Entienda, ¡no saldrá!

—¡Hay un mal entendido!

Para mi buena suerte, Forge abrió la puerta nuevamente, pero esta vez solo asomó su cabeza ligeramente.

—¿Qué le pasa? ¿Nos sabe comportarse en un hotel?

—No soy yo quien vendría por usted, imagino que se trataba de alguien más, pero — me quité con prisa el gafete —¡Aquí tiene! — mientras el sujeto que le cuidaba trataba de que no me acercara, estiraba mi pequeño brazo lo más que me era posible para que el "papucho" como lo llamó Ethan, pudiese tomar mi identificación entre sus manos.

—La reportaré con la Sra. Hathaway para que la despida. Usted hace un trabajo horrible — salió por completo, consiguiendo mi objetivo, estaba leyendo mi identificación.

—Deje que me presente — miré con rabia al que me contenía.

—Suéltala, no es una fan.

—No, y tampoco soy la Sra. Hathaway — dije incorporándome y acomodando mi ropa —pero sí trabajo en la estación y voy a llevarlo conmigo — tosí un poco para "preparar" mi garganta —Soy Lillyan Braun, y estas horas que se encuentre conmigo seré su asistente personal, Sr. Forge.

Extendí mi mano, no podía apreciar nada por los lentes que llevaba puestos, pero algo me decía que estaba viéndome fijamente.

—Ya le dije que no iré con usted

No respondió mi apretón de manos.

—Por favor, necesito este empleo — junté mis manos como si de una súplica se tratara, mientras sentía como todo se me venía encima.

—Lo necesitas... ¿Eh? — se cruzó de brazos.

—Estaré a sus completas órdenes, pero, por favor, tiene que venir conmigo. La entrevista es en menos de media hora y nosotros seguimos aquí discutiendo en si viene o no... ¡No quiero hacerle perder su tiempo! — me justifiqué con la intención de que aceptara, entonces, sonrió.

—Bien, aceptaré con una condición

Lo que me pida haré — mala respuesta, pensé segundos después.

Será mi asistente todo el día.

"¿Todo el día? ¿Qué más tiene que hacer? ¿O qué?" pensé.

—Bien, vámonos Bruno — dijo y cerró la puerta detrás suya

—Aún no respondí — le miré confundida

—No, pero ¿Me dirá que no?

—No, bueno, sí, pero... Mi turno termina a las 10 ¿Qué otros pendientes tendrían usted que requirieran una asistente?

—Rezar... — susurró

—¿Perdón? — aunque percibí ligeramente lo que dijo, creí que estaba bromeando

—Nada, la sigo.

—Bien, por aquí — sonríe nerviosa y me aproximé a los elevadores.

—Por cierto, ¿Cómo le llaman? ¿Srita. Braun? O ¿Srita. Lilly?

—Lilly está bien — dije con un tono de voz muy dulce, obviamente falso y como intento desesperado por mantenerlo contento.

—Braun.

Entonces para qué me pregunta, rarito.

Los segundos se hicieron eternos, dejó en la recepción la llave del hotel y nos dirigimos a la camioneta. Bruno le abrió la puerta, mientras que, a mi Ezequiel. De pronto, cuando estaba con mi cinturón de seguridad puesto, se le ocurrió pedirme algo.

—Como mi asistente debes ir a lado mío.

—Pero — giré ligeramente mi cabeza para mirarlo —Voy enfrente, si necesita algo, lo escucharé perfectamente.

—No. — señaló con su dedo a lado suyo —Te quiero right here, right now.

No pude evitar poner los ojos en blanco, ¿Qué diva acabo de subir al coche?

—Ya voy.

Suspiré molesta, desabroché el cinturón y abrí la puerta empujándola con dificultad, bajé y me coloqué a su lado derecho. En el izquierdo iba Bruno y en frente, conduciendo, obviamente, el pobre Ezequiel que a través del retrovisor me miraba y trataba de decirme algo como "Tranquila, siempre son así".

—Vamos tarde.

—Lo sé, pero usted no quería salir de su habitación, Señor.

—No me convenciste lo suficiente, es más por lástima que estoy aquí.

—Gracias, su lástima evitará que me despidan.

—O tal vez no.

Sonrió nuevamente, y, esta vez, se quitó las gafas. Miró hacia abajo, parpadeó unas cuantas veces, giró su cabeza hacia mí, y como si tratara de seducirme, clavó esos brillantes ojos verdes en los míos.

"Que bonitos ojos tiene"

Le miré fijamente, sin decir nada, me perdí en esas bellas esmeraldas que poseían sus cuencas.

—No quisiera que te quedaras con la idea de que soy un patán como muchos otros artistas.

No presté atención a sus palabras, de pronto, sentí su mano derecha buscando la mía para darme ese apretón que me rechazó inicialmente. Salí de mi pensamiento y miré nuestras manos estrechándose. Correspondí el saludo como era mi obligación, pero, al tomarme distraída, éstas se encontraban muy cerca de mi entrepierna. Fue un error dejar descansar mis manos sobre mi preciosa falda negra.

"No sé qué tuvo ese mirar"

Lascivious Donde viven las historias. Descúbrelo ahora