16. Hasta que seas mía.

378 33 31
                                    


Después de confesar lo increíble que el extraño sujeto besaba, cambiamos de tema para regresar nuevamente a lo laboral. La señorita Hathaway volvería probablemente hasta el viernes y el trabajo no se detendría.

Por mi cabeza aún rondaba el arreglo floral que pedí tiraran a la basura. Mientras archivaba algunos documentos, el rozar de una de las hojas me cortó el dedo. La sangre comenzó a fluir de aquella delgada herida, recordándome que lo de anoche ya se había ido y el presente era lo único que me quedaba.

Me dirigí al baño para lavar mi dedo, después buscaría el botiquín en la oficina de algún compañero y continuaría con lo mío teniendo el cuidado correcto. Al mirarme en el espejo me percaté de los moretones y marcas rojizas que tenía en mi cuello, no recordaba que Forge me hubiese mordido o quizás estaba tan extasiada que ni siquiera lo sentí. Mientras lavaba mis manos, aprecié las marcas en mis muñecas por el cinturón que al igual que el rastro de mi cuello, no tuve el cuidado de observar antes de llegar aquí.

El sentimiento de culpa quería atacarme.

—¡Hey Lilly! ¿Cómo te encuentras? —. La voz de otra compañera, de la cual no recordé su nombre, me sacó de los pensamientos que estaba teniendo.

—Hola, un poco mejor —respondí fingiendo una voz llena de fatiga para que creyera la mentira que Ethan había creado para mí.

—Me alegro —.

Respondió para proceder con lo suyo, el momento se volvió tenso pues me sentía mal con tanta falsedad. ¿Por qué tenía que mentir? Me merecía cualquier castigo por lo hecho la noche anterior. A los pocos minutos, ella solo se limitó a dedicarme un—: Cuídate pequeña.

—Lo haré —respondí casi en un susurro.

Al salir, mi mente continuaba dispersa. Por accidente, empujé a otra persona que iba pasando en el pasillo.

—¡Lo siento! —.

Fue lo único que pude decir.

Al regresar a mi escritorio, noté que había más documentos. Definitivamente el trabajo no se iba a detener. Fue entonces que el celular de la empresa sonó. Atendí con prisa imaginando que sería mi jefa, pero, el número era desconocido.

—Habla Lillyan Braun, asistente de la señorita Hathaway de VidaRadio, ¿En qué puedo ayudarle?

—¿Le gustó el regalo querida Lilly? —.

La voz del otro lado hizo que la sangre se me bajara hasta los pies. Comencé a temblar y mi semblante se tornó a uno lleno de preocupación sumado a un rostro pálido.

—Estoy afinando detalles de mi presentación, y quería saber si recibió mi obsequio. Por su silencio supongo que no. Llamaré a la florería y pediré mi reembolso.

A pesar que mi voz se quebraba y temía por responder, algo me impulsó a hacer lo que consideraba correcto.

—Déjame en paz.

Me armé de valor y terminé la llamada. Mis ojos se cristalizaron mientras apretaba el móvil con fuerza entre mis manos. No me importaba quien fuera o qué se creyera. No quería verlo o hablar con él nunca más.

**❁**

—Creo que se enojó —.

El de cabello azabache sonrió victorioso.

—Regularmente respeto tus decisiones, pero, me niego a seguir encubriendo tus aventuras —respondió aquella mujer de cabellera rubia encargada del proyecto, Kristen, su mánager.

Lascivious Donde viven las historias. Descúbrelo ahora