8. Earned it.

520 48 55
                                    

Apenas y pude mantener mis dedos sobre el teclado. Ingresé aquella palabra y ante mi se mostró el escritorio limpio con la excepción de una carpeta que yacía ahí entre un fondo de pantalla oscuro. Por un instante tuve miedo de encontrarme con la fotografía de alguien más. Moví mi cabeza y busqué con la vista sus manos, sabía perfectamente lo que estaban haciendo, pero, mi deseo era cerciorarme de un detalle al que no le presté atención previamente... Y sí, efectivamente, aquel hombre llevaba un anillo en ese dedo especial.

¿Cómo no lo vi antes?

Su mano izquierda acariciaba con lentitud mi muslo izquierdo, iba de arriba abajo arrastrando esas suaves yemas hasta llevarlas a mi glúteo. La derecha apretaba uno de mis pechos con desesperación, al llevar aún puesto el sostén y una camisa rosa pastel, ese raro hombre no tenía acceso a mis pezones. Dejé escapar pequeños gemidos a la vez que mis piernas se relajaban por completo encima de sus rodillas. La bestia entre sus piernas pedía ser liberada, permitiéndome sentir unas pulsaciones en mi húmeda entrada gracias a toda esa deliciosa fricción que estaba dominando mis pensamientos. Sin embargo, solo me limité a moverme en círculos con delicadeza para estimularlo más.

De pronto, abrió sus piernas con velocidad forzando a las mías a hacer lo mismo. Sentí una descarga de placer dentro de mi frágil cuerpo.

¿A caso tratas de romperme?

Aspiraba el aroma de mi cuello, sus labios estaban estáticos, su bigote acariciaba mi suave piel. Sentí estremecer cada una de mis zonas, ¿Cómo me podía estar mostrando de esta manera ante un completo desconocido?

—La carpeta que está ahí es tu trabajo. Envía cada uno de esos documentos por e-mail. Te indicaré los remitentes una vez que estén adjuntos — ordenó para al instante pasar a morder ligeramente el lóbulo de mi oreja.

—¿Está su sesión abierta, mi señor?

Dije con la voz entrecortada.

¿Mi señor? ¿Qué estás haciendo Lillyan?

—Sí, la sesión esta abierta, pero, Lilly... —  rió por lo bajo con un tono burlón —Yo no tengo dueña—. selló sus labios contra mi mejilla en un beso que me dio la sensación de que estaba disfrutando de mí torpeza.

—No uses ese adjetivo posesivo, te lo prohíbo— susurró.

—Entonces yo tampoco soy su asistente — respondí tratando de ayudarme ante la manera en que me rechazó.

—No, eso es muy diferente.

Unió mis piernas haciendo uso de su brazo, me giró hacia él para mirarnos cara a cara. Coloqué mis manos sobre su pecho como si quisiera alejarlo, pero la realidad era muy distinta, tenía algo que lo volvía sumamente tentador. Por un momento, mi consciencia trató de detenerme, ante lo que vi en su mano, sabía que esto podría ser solo algo de una noche, pero, ¿Por qué se arriesgaría siendo casado? ¿Por qué conmigo y no con una modelo? ¿Qué iba a ganar

¿Qué vas a ganar Lillyan?

No podía dejar de mirar aquellos ojos verdes que brillaban en medio de la tenue iluminación de la habitación. Sus labios me llamaban a pecar, y, yo quería pecar.

—Tú sí eres mi asistente, y si quiero también serás mi esclava— sentenció con esa voz ronca y sexy que estaba hirviendo mi sangre. Reí ante su declaración de forma inconsciente, no podía tomármelo enserio al ver ese bigote y recordar el estilo tan extraño que llevaba en su ropa unos momentos antes de toda esta incómoda situación. Ya me encontraba convencida de que ese hombre no estaba jugando, por fin mi cerebro estaba reaccionando y lo que más me enfadaba conmigo misma eran mis enormes ganas de tenerlo dentro de mí en vez de irme.

—Voy a enviar sus estúpidos documentos y me marcharé — sonreí de lado tratando de imponerme.

—Entonces mueve tu lindo trasero

Rodeo mi cintura completamente con su brazo izquierdo, con el derecho se apoyó del respaldo de la silla para levantarnos al mismo tiempo. Me pegó demasiado a su delgado cuerpo, su miembro continuaba rozándome de manera sensual y de un momento a otro perdí el control que creí recuperar. Mi instinto me hizo apartar el ordenador de la mesita dejando libre un espacio en ésta, cosa que él supo interpretar muy bien.

Empujó mi cuerpo hacia el frente para que mi torso y cabeza quedaran sobre la mesita. Mi mejilla sintió el frío de aquel cristal, pero el resto de mi anatomía se encendía a tal punto que creí explotar. Mis manos se volvieron presa de las de aquel sujeto, quien las llevo hacia atrás posándolas sobre el borde donde terminaba mi espalda y comenzaba mi trasero. Sujetó de mis muñecas con fuerza hasta que de pronto me soltó.

—No te muevas, es una orden.

Se alejó con dirección a la cama, de donde tomó su corbata.

Esto se pondrá feo

Se quitó el cinturón que llevaba puesto, con el ató mis muñecas con fuerza para que no pudiera moverlas si quiera un poco. Con la corbata amordazó mi boca, el nudo que hizo sin cuidado atrapó parte de mi cabello, provocando un dolor que no fue para nada agradable, pero, entre tanta excitación lo dejé pasar sin reclamar, aunque, era obvio que ya no podía hacerlo.

—A veces las cosas no son como las esperas, Lilly — dijo y procedió a azotar uno de mis glúteos con su caliente mano —No te desnudaré por completo, me gusta más así.

Alzó un poco más mi trasero para que este quedara a una altura que le permitiera un mejor manejo del mismo. Dejó caer su peso sobre mí acercando toda su masculinidad en mi zona íntima. Sus manos se colaron dentro de mi camisa, acariciaron lentamente mi abdomen, aquel tacto estremeció cada centímetro de mi ser.

—Son lindos — dijo cerca de mi oído al acariciar uno de mis senos, sin embargo, no parecía tener la intención de quitarme esa prenda.

¿Por qué me estás haciendo esto?

No podía hablar, solo me limité a jadear y gemir para mis adentros al sentir demasiadas sensaciones invadiéndome. Aquella sensual voz, su piel tan suave, pero a la vez tan áspera, su aliento tan delicioso, esa manera tan sucia en la que me había colocado me hizo creer que me encontraba en un sueño, una fantasía como la que tuve en el comedor, pero no, no era así.

Una de sus manos salió de mi camisa para acariciarme un glúteo. Luego, ambas tomaron mi trasero quedándose estáticas.

¿Qué planea?

Se incorporó y se alejó, me dejó en esa posición sin alguna explicación. Giré mi cabeza como pude para seguirle el paso por la habitación con la mirada, entonces le vi entrar al baño sin siquiera dirigirme una sonrisa o algo por el estilo.

A los pocos minutos escuché que abrió la regadera, si ya se estaba duchando, significaba que buscaba bajarse la erección que tenía.

Me dejó húmeda solamente...

Cerré mis ojos tratando de calmar el coraje que me provocó su decisión. No había nada de malo en que solo hayamos tenido un encuentro con ropa, pero si ya me tenía en aquella sumisión lo mínimo que esperaba era un poco de su sexo. Nuevamente tuve un conflicto conmigo misma.

Acostarse con un hombre casado está mal Lilly, y aun así lo deseabas. No ocurrió nada y estás enojada por ello... ¿Por qué te metiste en esto?

No sé cuánto tiempo pasó hasta que decidió salir, el crujir de la puerta me hizo abrir los ojos con sorpresa para después amenazarle con la mirada y transmitirle lo mucho que me molestaba su actitud.

—Lilly, ve a ducharte tú también.

Que ganas de estar con mis manos libres y romperte la cara.

Lascivious Donde viven las historias. Descúbrelo ahora