5. Downtown.

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Sentí que mis ojos estaban cerrados y los párpados relajados. Cuando decidí abrirlos, él estaba ahí. Me observaba de una forma muy distinta, no parecía el mismo que me exigió sentarme a su lado, ahora, me daba la impresión de que me encontraba con alguien completamente diferente, como si el control de su cuerpo y mente se hubiese marchado.

—Si guardas silencio no habrán de escucharnos — susurró en mi oído con una voz ronca, sensual, excitante, algo fuera de este mundo. No supe en que momento estaba tan cerca de mí, solo pasó.

Qué curioso me resultó el observar que nuestras manos continuaban estrechándose por encima de mi falda. De repente, sin motivo alguno y tomándome por sorpresa, su dedo medio rozó la palma de mi mano. Sus movimientos fueron de arriba hacia abajo con calma, después subió la intensidad. Era más que obvio lo que trataba de expresar, me invitaban a relajarme, a liberar la tensión.

—Pero... — solté su mano cuando la sensación del roce por demasiado tiempo provocó escalofríos en mi piel. Estaba proponiendo un poco de sexo, ¿Por qué tan de repente? ¿Tendrá alguna razón en especial? ¿Todos serán así? Nadie me dijo qué hacer si el artista me seducía.

—Hace calor — dijo con una sonrisa especialmente lasciva utilizando el pretexto más viejo y cliché que cualquiera dice para follar. No podía ver a través de las ventanas, era como si se hubiese marchado el sol y la noche apareciera de la nada con la intención de parecer normal, pero dando la oportunidad para que esto ocurriera. No podía ver a nadie, no sé si estaban observando, no sé si escuchaban las palabras de este hombre. Tenía claro que la oscuridad nos invitaba a despojarnos de todo miedo y otorgaba la seguridad de desnudarnos uno frente al otro. Sin perder el tiempo como yo lo hacía en mis pensamientos, él comenzó a quitarse su saco, cosa absurda, yo podía sentir como todo estaba helado ahí dentro. Lo colocó encima de mis piernas, como si tratara de esconderlas; me daría calor, y calor del malo, de ese que te eyacula en el rostro.

¿Por qué no había nadie alrededor? Estábamos solos en aquella camioneta.

—Hará que me de calor también a mí... — dije con la voz entrecortada, podía sentir esa tensión sexual, tenía muy claras las intenciones del momento. Quise fingir que no entendía, un desinterés falso, buscaba algo que impidiera lo que estaba a punto de pasar.

—Es mejor que te cubras del sol, las medias no te protegerán mucho.

Acarició una de mis mejillas con delicadeza y me guiñó su ojo derecho. No comprendía, ¿Solo yo veía todo negro a nuestro alrededor? Y por alguna razón, sus ojos se tornaban en momentos blancos, luego verdes, cambiando sin motivo aparente. Me estaba quemando la sensación de sus dedos en mis cachetes, pero ese fenómeno me confundía.

—Me parece que una de ellas esta rota, ¿Me permitiría mostrarle dónde?

No podía dejar de mirarle, me sentía ya muy caliente. Interrumpió mis pensamientos acerca de sus bellos y raros ojos cuando introdujo su mano debajo de aquella prenda masculina y la dirigió a mi cadera lentamente. Apretó ahí con desesperación, como si no soportara más lo que estaba quemándole por dentro y logró provocar que algo dentro de mí se sintiera muy bien, que abriera ligeramente mis piernas invitándole a pasar.

¿Así me harás cuando me pongas en cuatro? ¿Acariciarás mi abdomen? ¿Besarás mi cuello de manera salvaje?

—Lo siento, me confundí.

Dijo sin parar de sonreír. Esos labios que se escondían bajo su vello facial me estaban llamando así como enloqueciendo. Continuó con su placentero juego, ahora la deslizó hacia mi glúteo derecho, lo apretó también, pero con más fuerza hasta que pude sentir ligeramente sus uñas hundiéndose en la tela, las medias y mi piel.

—Ups, otra vez cometí un error, es en medio de esas bellas piernas.

Acercó su rostro al mío rozando su prominente nariz contra la mía. Sentí su aliento, pude apreciar sus pestañas, las expresiones bien definidas de su rostro, la edad que ya estaba haciendo estragos, pero que lo hacía lucir muy atractivo. Ahora, el bigote que me pareció horrible en un principio lucía mucho mejor desde ese ángulo.

Estaba aproximándose peligrosamente, su mirada delataba las ganas que tenía de hacerme suya en ese maldito asiento. Las cosquillas en mis labios se hacían presentes, y, aunque quería alejarme, a su vez, deseaba robarle un beso, jalar de su cabello y que azotara mi trasero con sus manos, su miembro, la corbata, lo que fuera, pero suyo. Que rico el calor que estaba provocándome, esas sensaciones tan extrañas que estaba experimentando me hicieron sentir como toda una adolescente, no era el primero y tampoco el último, pero, tenía algo diferente, muy diferente... y no, no era únicamente ese bulto entre sus piernas que estaba retándome a realizar cosas muy sucias.

—Su media no está rota, querida Lilly... le mentí. Pero... podría estarlo... y no solo tendrá un agujero abierto, serán dos.

Usted puede poseerme en este momento e invadir todo lo que desee de mi cuerpo.

Le robé un beso, muy fugaz por cierto, ya que estaba temerosa de que no quisiera besarme, que solo deseara mi cuerpo, que mi rostro no le importara... por un momento aquella canción que dicta "Inclinarte, te lo ordeno" se hizo presente en mi mente, y no había nada más a lo que mi cuerpo quisiera responder, estaba deseosa por hacerlo.

Y sonó mi celular.

—Gracias por marcarme Ethan — dije mirando el móvil —De lo contrario, estoy segura de que hubiese mojado la silla. 






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La dedicatoria va por incitar a mi mente a escribir un fake taxi, esperenlo (?) <3 

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