2. Despetar

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Clara
Solo tenía preguntas y más preguntas sin resolver, pero no podía pensar más o mi cabeza explotaría. Me tomé las pastillas y tras cerrar los ojos durante un par de minutos, caí rendida.

Nunca había dormido tan bien, mi dolor de cabeza seguía ahí pero mucho menos agresivo. Las pastillas habían hecho su efecto.

Giré la cabeza para encontrarme con un Madrid soleado y lleno de vida a través de la ventana. Desde mi cama podía ver como miles de personas de dirigían a alguna parte. Eso me hizo volver a pensar en todas las preguntas que tenía.

Unos golpes leves en la puerta hicieron que mi cabeza se girara completamente hacia el otro lado de la habitación. Una chica joven la atravesó, parecía inocente por cómo miraba todo. Casi con miedo.

-Hola, ¿cómo té encuentras? -preguntó ella poniéndose cerca de la cama.
-Mucho mejor, gracias -respondí incorporándome.
-Genial, eso significa que el medicamento ha hecho efecto. Cuando quieras puedes irte, el doctor Duarte firmó tu alta y dejó una receta con lo que te dio ayer.
-Perfecto, me lavaré la cara y recogeré mis cosas pero antes quisiera ver los resultados de mis test de toxicología -dije recordaron las palabras de aquel médico.
-¿Tu test de toxicología? ¿No te comentó el doctor Duarte los resultados? -preguntó ella confusa.

Yo dudé en insistir en este tema, ella debía ser una enfermera nueva y sin mucho poder para hacer esas cosas. Sin embargo me repetí las palabras de ese tal doctor Duarte: "Los análisis no mienten, los podrás ver mañana".

-Sí, me dijo cuáles eran los resultados pero me aseguró que podría verlos -contesté lo más sencilla y segura que pude.

Ella no pareció reaccionar a mi contestación por lo que lo hice yo nuevamente.

-Los resultados daban dosis muy altas de alcohol y drogas. Yo no sé cómo llegué aquí y dónde estaba, pero puedo asegurar que no consumí nada más que una copa. Por eso me dijo que podría verlos cuando despertara.

La enfermera pareció dudar pero al ver mi preocupación supuso que no pasaría nada porque yo viese los análisis.

-En ese caso ahora mismo te los traigo -añadió ella abandonando la habitación.

Por lo menos ahora podía ver algo más de la noche que tan borrosa tenía.

Me entretuve mirando mi habitación, la verdad es que era un poco deprimente. Quiero decir, a quién se le ocurre meter en una habitación así a alguien que se está muriendo.

La chica volvió pero esta vez no tocó la puerta.

-Aquí están tus análisis. La verdad es que sí son muy altos -dijo alargando el brazo con papeles en su mano hacia mí.  Su cara parecía preocupada.

Lo cogí y los ojeé, no tenía ni idea de química pero cuando volviera conseguiría averiguar más.

-Muchas gracias. Ahora me arreglo y cuando salga te aviso.
-Perfecto... Clara, ¿no? -preguntó.
-Sí, exacto.
-Muy bien, Clara, pues te daré cita para que te vea el doctor Duarte en cuanto tenga un hueco -añadió ella sonriente.

Abandonó la estancia con una sonrisa y con una fecha en la que volvería a este hospital para ver cómo iba mi herida en la cabeza. Yo salí de las sábanas, llevaban una falda de cuero roja con estampado de serpiente y un top negro  de tirantes. Busqué mis tacones por toda la habitación hasta que di con ellos en el sillón que había al lado de la cama. Me los puse intentando no matarme, la cabeza me daba vueltas. Mi bolso al parecer estaba sobre una silla, allí encontré mi móvil pero no tenía batería. También estaban las llaves de casa. Todo parecía en orden hasta que encontré las cuentas de mi collar desperdigadas por el fondo de mi bolso. Al darme cuenta de eso llevé la vista a mi muñeca e inmediatamente me di cuenta de mi reloj estaba roto. Justo al lado había marcas moradas. ¿Qué cojones? A cada respuesta que conseguía salía una nueva pregunta.

Alberto
Acabé el turno cansado. Aunque intenté aparentar calma al principio, la realidad es que me alarmé por las palabras de la chica. Ella aseguraba que no había tomado drogas y que solo había bebido una copa pero sus niveles de alcohol y drogas estaban disparados. ¿Qué habría pasado? ¿La habrían drogado? Quizá solo se pasó de vueltas con sus amigos y no quería decirlo delante de un médico, o puede que lo hiciera pero no se acordara. Seguramente fuese eso, parecía buena chica, joven, era una sábado noche... podría ser eso perfectamente.

Aunque me intenté autoconvencer de que no había nada raro en esa historia, la intuición me decía otra cosa. Porque en el caso de que hubiera salido con sus amigos, lo cuál parecía completamente racional y lógico, ¿por qué no le ayudaron sus amigos y la dejaron sola en ese estado? Los que la trajeron en la ambulancia dijeron que había sido una señora ajena a Clara quién les había avisado al verla tirada en la calle.


Para asegurarme le había pedido a una de las enfermeras que iban a estar en esa planta que le diera cita. Obviamente su traumatismo no corría peligro ya, pero sabía que había algo raro en esa historia. Ella parecía un ángel aún con el maquillaje corrido, una mezcla de sustancias en su estómago, una palidez visible por lo mal que le había sentado, y con moratones por la caída. Esa era otra incógnita, si se había caído sin más al suelo ¿por qué tenía marcas en las muñecas? Las piezas no encajaban, pero no me podía entrometer en su vida. No la conocía de nada y solo quería asegurarme de que estuviera bien.

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