4. Golpe de aire fresco

55 2 0
                                    

Alberto
Llegué a mi casa cansado, salir de trabajar cuando todo el mundo entra es un problema, todo el mundo está estresado y el tráfico de Madrid a primera hora era imposible. Menos mal que fui en moto y me pude ahorrar gran parte del atasco.

Aparqué la moto en el garaje, subí a casa pero no sabía si había alguien y en ese caso si estarían despiertos, por lo que no hice mucho ruido. Fui a mi habitación y ahí dejé el casco.

Antes de dormir me iba a tomar un Cola-Cao. Cuando iba a coger la leche de la nevera vi una nota pegada:

Esta noche voy a salir y dormiré en casa de Mateo. No pasaré por casa hasta por la tarde.
Un beso, Raquel.

Leí la nota y la volví a dejar donde estaba. Mensaje recibido, pero solo quería mi Cola-Cao y dormir. Y así lo hice.

Amanecí sobre la hora de comer, a las 14:30.
Me moría de hambre. Tenía que hacer muchas cosas y casi me estaban faltando horas. Puse rumbo a la cocina y ahí encontré que había pasta, no tarde demasiado en preparar unos espaguetis a la carbonara. Comí solo con la tele de fondo. Cuando acabé recogí todo y me puse a ver Friends.

Pasado un buen tiempo decidí que debería aprovechar la tarde antes de volver a mi turno.
Me cambié y me puse ropa de deporte. Salí a correr, en mis auriculares retumbaba "Body" de Loud Luxury.

Me despejaba tanto cuando corría, me fijaba en la gente que caminaba y las calles abarrotadas así mi cansancio se había menos notable. Sin darme casi cuenta volví a casa habiendo dado una gran vuelta. Me duché y llamé a mi madre. No le había hecho mucha gracia que no hubiera podido ir a visitarles ese fin de semana cuando se lo dije.

-Hola, mamá ¿cómo estás? -dije nada más establecer contacto con el otro lado de la línea. 

-Hola cariño, nosotros muy bien, sin muchas novedades. Y tú ¿qué tal? ¿Ya sabes cuándo podrás venir?

Qué poco había tardado en sacar el tema, hay que joderse. Yo que no tenía intención de darle muchas vueltas.

-Pues yo muy bien, ahora en unas horas entro otra vez. Y no, todavía no sé nada, espero que el próximo finde, mañana nos dirán los turnos de esa semana y sabré si me cuadra para cogerme los días. ¿Cómo está papá? 

-Hijo, tu padre sigue igual, ya lo sabes. Deberías venir cuanto antes.

Sonaba preocupada, triste, quizá un poco cansada.

-En cuanto pueda iré, el miércoles te llamo sin falta para decirte si puedo ir. Dale muchos besos a todos.

-Adiós, hijo. De tu parte.

Colgué y me cambié para ir al trabajo. No entraba hasta dentro de unas horas pero quería pasar un rato por esa exposición de la que tanto se estaba hablando.

Cuando estuve listo, vestido con una camisa de rayas finas azules y blancas, unos chinos beige y mis converse blancas bajas, cargué con mi casco y tras revisar que llevaba el móvil, las gafas, las llaves de todo y la cartera, bajé al garaje.

Arranqué mi moto, era una Harley negra clásica, una autentica maravilla. Esa moto era mucho más que eso, era mi medio de liberación, mi forma de escapar de todo, mi última medida en casos de estrés o crisis.

Hice sonar varias veces el motor de mi moto, una vez pulse el botón del mando, y se abrieron las puertas, salí para fundirme con el viento.

Conduje por los atajos, me colaba entre los coches, no esperaba a que el semáforo se pusiese verde.

Una vez hube llegado al lugar, me bajé de la moto dejándola aparcada en la acera, muy cerca de la puerta.

La exposición era de muebles, la mayoría con diseños impresionantes y una calidad inmejorable. Era de una marca conocida internacionalmente, Mater. Por lo que había oído, ahora la empresa la dirigía alguien joven que estaba trayendo ese espíritu a la firma. Un golpe de aire fresco nunca viene mal, y menos ahora, esto les ha servido para volver a posicionarse como la gran empresa que siempre había sido hasta hacía muy poco.

Empecé a dar una vuelta, mirando curioso cada esquina, cada decorado y cada detalle de esa exposición.

Cuando llevaba tan solo veinte minutos observando, mi teléfono sonó. Algunos de los integrantes de la sala me miraron porque antes de esa llamada había un silencio sepulcral. Yo descolgué y me fui a otra sitio donde no molestara el ruido.

-¿Sí? -contesté. 

-Alberto, soy Sara, sé que entras en un par de horas, pero necesito que vengas ya para el hospi. Ha habido un accidente múltiple y esto se está colapsando -dijo muy rápido y casi sin aliento. 

-Voy para allá, en quince minutos estoy.

Salí lo más rápido que pude de ahí y conduje hasta el hospital rápido, quizá demasiado.

Cuando llegué vi cómo de grave era la situación, urgencias estaba colapsado y las consultas no podían parar. Me puse una bata lo más rápido que pude y justo cruzó Sara delante de mí.

-Mil gracias por venir, ya ves como estamos... -dijo ella mirando la sala de espera que tenía más gente de pie que sentada- Yo también he tenido que venir, pero no ha sido suficiente. 

-Vamos a ponernos cuanto antes, va a ser una noche larga.

Las primeras tres horas fueron horrorosas. El accidente múltiple con siete personas y un niño dieron mucho trabajo. La mayoría fueron tan solo fracturas, contusiones o traumatismos, pero hubo una mujer que había tenido una parada cardiaca. A parte de eso, un señora se había caído en la ducha, un chaval se rompió el brazo al saltar una valla, y un chico joven había sufrido una intoxicación con su cena. Una noche movidita. Miré mi reloj para saber cuánto me quedaba, todavía eran las cinco menos diez de la madrugada. Aproveché el que ningún paciente me necesitara ahora y fui a por un café a la máquina, no estaba despejado y debía estarlo. Cuando volví a la silla junto al ordenador me encontré a Cristina, una enfermera encantadora, joven pero muy tímida, a lo mejor no se sentía muy cómoda. Había hablado algún vez con ella y parecía muy buena chica.

-Hola, ¿cómo va? -dije yo para romper el hielo. 

-Hola. Bastante bien, creo. De momento no se ha muerto nadie -dijo mientras movía mucho las manos. Su comentario me hizo gracia porque seguramente no se habría dado ni cuenta. Y estuve en lo cierto.- Bueno, a ver, quiero decir que ...

Mi risa cortó su explicación y ella se sintió aliviada por no tener que justificarlo y rió también.

-Tú te encargaste de darle el alta ayer a Clara Río ¿no? -pregunté indiscreto. 

-Sí, ella se fue sobre la hora de comer. Le di la cita para dentro de una semana, como me dijiste. 

-Perfecto, muchas gracias. ¿Pasó algo raro cuando se despertó? 

-No, tan solo me pidió los análisis y me aseguro que tú lo habías autorizado. ¿Hice algo mal? -lo preguntó preocupada. 

-No, no, no te preocupes, tan solo curiosidad. Aunque los análisis no le dirán nada si no sabe química.

¿Para qué querría ella sus análisis? Quiero decir, nadie se lleva sus análisis de toxicología si no sabe leerlos o si no son para llevarlo a otro médico. Todo volvía a ser raro. O no había dejado de serlo.

Is this love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora