#1 Sugar Baby

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*Elizabeth Pullman en multimedia* 

*Elizabeth Pullman en multimedia* 

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¿Realmente voy a hacer esto?

¿Estoy dispuesta a hacerlo?

Ya estoy aquí ¿No?

No tengo más opciones y he pensado mucho en esta proposición desde que Laura me la ofreció, cuando salí de casa vine decidida y ahora estando aquí ni he cruzado la puerta y ya estoy con las ganas de dar media vuelta y marcharme.

Dios mío, ni siquiera sé porque me lo pienso, como si tuviera más opciones que esta.

Deje la universidad para poder pagar el tratamiento y tuve que hipotecar la casa de mis padres cuando Janet empeoro y ahora que ella ya no está, esto es lo único que me queda y no puedo darle la facilidad al banco de arrebatarme el único recuerdo que tengo de mi familia, lo peor es que la deuda a crecido tanto que es muy posible que la casa no sea suficiente para cancelarla.

Me he quedado sin opciones igual que en ese entonces y como resultado no salió nada bien para nosotras, sin embargo lo diferente aquí es que ya nada me queda más que esto y no tengo porque preocuparme, ni temer.

¿Qué más puedo perder y arriesgarme al tomar esta opción?

Tendré el dinero para la casa y me quedare con ella, no me estoy arriesgando a nada al tomar el nombre de Sugar Baby.

Incluso pensar en la definición es absurda, ni siquiera sé cómo funciona bien esto.

Sexo a cambio de dinero.

A pesar de todo, la palabra prostituta sigue repitiéndose en mi cabeza, por mucho que intente borrarla y dios, ni siquiera soy una mujer muy activa en el sexo, en mis 21 años de edad solo he tenido un novio en mi vida, uno que por cierto me dejó cuando se dio cuenta que no podía cargar con la responsabilidad de ser una novia perfecta y cuidar a mi hermana al mismo tiempo.

Él se cansó de esperarme y me puso un ultimátum, obviamente elegí a Janet, hombres en la vida hay muchos, pero solo tienes una familia y si el no pudo comprender eso, entonces yo era la que estaba perdiendo el tiempo junto a él.

Tomo un respiro y observo la enorme mansión-casa.

Ya he perdido todo.—Me repito a mí misma.—No puedo perder más.

No tengo nada de qué preocuparme.

Toco el timbre y me reciben enseguida, una mujer alta y mayor, tal vez de 50 años.

—Usted debe ser la señorita Ellizabeth Pullman.

—Ellie está bien.

Cuando me da el paso para que ingrese me pide que tome asiento en la sala, paso mirando el interior de la enorme casa, hay dos escaleras de mármol que van por ambas esquinas y en curva se juntan en el segundo piso que da seguramente a las demás habitaciones, la sale es igual de enorme, los muebles son caros y en las paredes hay muchas pinturas que hacen juego con el color, hay un candelabro en el centro y una mesa de caoba entre el espacio que divide los muebles.

Bajo Sus TérminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora