La inocente Ellizabeth Pullman ha sus veinte años paso la mayor tormenta de su vida cuando su hermana menor y única familia falleció.
Lo que le queda ahora es esa espinilla que se niega a sanar y una enorme deuda con el banco producto de los gastos...
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—Feliz cumpleaños, Janet.—Pronuncio con una leve sonrisa, dejo el ramo de tulipanes sobre su tumba y guardo silencio mientras limpio la tumba algo desgastada.
Aparto las telarañas que se iban formando y suelto un suspiro.
Me quedo viendo la tumba.—Lo lamento tanto, lamento no haber venido tan seguido como lo prometí ese día.
Me recuerdo a mí misma que prometí no llorar en su cumpleaños y las pocas lagrimas que caen me las aparto.
—¿Por dónde empiezo a actualizarte...?.—Aprieto los labios y trato de realizar un conteo rápido.—Creo que debería empezar diciendo que tengo un empleo de medio tiempo, pero no te preocupes, lo suficiente para poder sustentar mis clases... llevo pocos cursos y compensare los que no puedo llevar en verano..—Chasqueo mis dientes.—Diría que si me mantengo así, podre acabar la universidad en unos cuatro años.
Arrugo la nariz.
—¿Te parece mucho tiempo? Prometo que me esforzare.
Miro la tumba, justo en la fotografía de mi hermana y sonrio antes de continuar.
—Estoy bien.—Le aseguro .—Dije que estaría bien... no es nada que tu hermana mayor no pudiera superar.. ¿O acaso creías que era demasiado débil?
Me rio.
—No, claro que no.
Acaricio su fotografía una vez más.
—Tú jamás pensarías algo así.
Llevo mis dedos juntos a mi labios, los presiono y vuelvo a tocar la fotografía.
—Tu hermana mayor es muy fuerte.
Me quedo con ella unos minutos más, me pongo de pie y observo la tumba.
—Vendré el martes a visitarte.—Le digo con una sonrisa y con esas últimas palabras me voy.
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