#25. Verdades II

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—¿Qué sabes lo que pasó con mi esposa?

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—¿Qué sabes lo que pasó con mi esposa?. —Repite enojado. —Tú no sabes nada... ¿Cómo podrías saber algo así?

—Sebastian...

—No sé de donde sacaste ese nombre, pero ella, Olivia, sea quien sea...

—No hace falta negarlo. —Le interrumpo, incluso creo que puedo escuchar sus latidos acelerados por su nerviosismo. —La señorita Morgan me lo conto.

Debe estar maldiciéndola ahora mismo, su expresión lo dice todo.

—Morgan no tenía por qué decirte nada.

—Está preocupada por su hermano, por eso lo hizo.

—Eso no es motivo para contar cosas que no le competen. —Reclama. —Y tú, incluso así, con más razones no deberías estar aquí.

No respondo.

—¿Por qué estás aquí?

Las lágrimas caen por mis mejillas.

El camina hacia el escritorio y apoya en él, le cuesta caminar.

¿Cuánto ha estado bebiendo?

Entonces, sin que yo se lo pida, el empieza a decirme todo.

—Soy alcohólico, Elizabeth.

Aprieto los labios.

—Siempre he sido consciente de eso y Olivia estuvo conmigo durante todos esos años, ayudándome a rehabilitarme, ella no me dejo en ningún momento, incluso después de todo el maltrato que le ocasione.

Me muerdo el labio.

—La lastime tanto psicológicamente como físicamente, la empuje muchas veces por cosas innecesarias y quebré su mente hasta destruirle, pero aun así... ella seguía ahí.

Trato de no llorar.

—En ese momento me recupere o intente hacerlo, todo estaba mejorando y ella se embarazo, se concentró en su embarazo y se olvidó de mí, lo entendí, pero yo la necesitaba, la quería conmigo, así que la remplace con el alcohol, luego Jennifer llego a la empresa.

El toma un respiro y continua.

—Nos acercamos y me sentía tan solo que no  solo recaí en el alcohol, yo la engañé. —Pronuncia y pone los ojos en mí. —Engañe a mi esposa con Jennifer..

Las lágrimas caen por mis mejillas.

—No una, ni dos veces, fueron muchas... ni siquiera puedo contarlas. —Prosigue. —Y una noche decidimos pasarla en la oficina y quedarnos a beber juntos en lugar de ir a un hotel. Tuvimos sexo y Olivia nos encontró, ella ya estaba preocupada del porque me ausentaba tanto en casa.

Sus puños se aprietan.

—No quise aceptar mi error y le grite que era su culpa, por no cumplir sus deberes de esposa y atenderme, de estar ocupada solo en el embarazo y también... le dije que no quería al bebe, esa noche la denigre, nunca la había insultado tanto en toda nuestra vida de matrimonio, estaba borracho y sé que no era una excusa, pero el alcohol solo me impulsaba a decir lo que estaba guardándome tanto tiempo.

Bajo Sus TérminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora