La inocente Ellizabeth Pullman ha sus veinte años paso la mayor tormenta de su vida cuando su hermana menor y única familia falleció.
Lo que le queda ahora es esa espinilla que se niega a sanar y una enorme deuda con el banco producto de los gastos...
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—¿Has usado algún métodos anticonceptivo antes, Ellie?.—Me pregunta el ginecólogo.
—Solo preservativos y el conteo.—Respondo y el médico me da una mirada decepcionada.
Si, sé que no era muy responsable en cuanto al sexo con mi relación anterior, pero no es algo que yo y mi novio hiciéramos constantemente, mi tiempo con él se fue reduciendo desde que mi hermana enfermo.
—Bueno, nunca es tarde para empezare a usarlos.—Dice mientras escribe en una hoja.—¿Quisieras las pastillas..?
—No.—Respondo y el deja de escribir para mirarme, encojo los hombros.—No soy muy buena en recordar los horarios.
El tacha la línea que escribió.
—Entonces ampollas serán. —Me dice escribiendo la receta.—Una vez al mes y no te preocupes, Sebastian ya me había puesto al tanto, son 99.9 % seguras en cuanto te lo pongas en cada fecha y yo me asegurare de ello.
Asiento con la cabeza.
—¿Puedo...?
Ruborizada asiento.
Cuando termina de colocarme la ampolla, me da la copia de la receta, se dirige a la puerta y no puedo evitar pensar en algo cuando leo la receta.
¿A cuántas mujeres... no, cuántas de ellas ha habido antes que yo?
—¿Ha sido el ginecólogo de todas las chicas antes que yo?
Sin filtro..
Me muerdo el labio.—Las mujeres que ha tenido Sebastian...
No agrega nada más, solo me da una sonrisa y se marcha.
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