#33. Apoyo

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—Hoy si viniste a la oficina

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—Hoy si viniste a la oficina.

Jennifer.

—Te traje algo.—Dice ingresando, deja la Capuchino sobre mi mesa.

—Gracias.

—¿Sucedió algo con tu niña, Daddy?.—Me pregunta con una sonrisa.—¿Sabes que los socios no están nada contentos de que estés faltando a todas la reuniones de la empresa? Imagina como estarán si se enteran que estas con una niña y que tus faltas son a causa de ella.

—Mis problemas personales no afectan a la empresa.

—Hasta que al fin admites que es un problema.—Se ríe.—De igual forma, Sebastian ¿No te parece que pensaran que desprestigias a este lugar aceptando tener una relación con una mujer menor a tu lado a cambio de dinero?

—Pides a gritos que te eche.

Jennifer sonríe. —Te lo digo de frente.—Se acerca a mí y coloca sus manos en mi pecho.—Pero si hablamos de mi cuerpo, el si pide a gritos que me folles.

Aparto su mano de mi hombro.

—Estas loca, ve con el chisme si así lo deseas, pero esta empresa es mía, cariño.

—¿Sabes que en una junta pueden sustituirte no? Incluso llevarte a juicio por incumplimiento.

—¿Estas amenazándome?

—Solo estoy poniéndote al día con lo que puede pasarte a ti y a tu niña.

—¿A ella?

Tiro de su brazo, Jennifer esta tan loca que, en lugar de quejarse, jadea, gime como si lo disfrutara.

—Extrañaba lo rudo que eras.. Sebastian..—Pronuncia y pone las manos en mi pecho.—Extraño tu cuerpo duro sobre el mí, tu polla en mis labios.

Niego con la cabeza.—Realmente estás loca.

Ella se ríe.

—No sé qué carajos tramas o si pretendes soltar todo o amenazarme, pero a ella, no te atrevas a tocarla, Jennifer.

—Obligame.

—No quieres que te obligue.

—Si eres así de rudo tal vez quiero.

La suelto, cojo mis cosas y antes de salir la escucho.

—Solo estoy bromeando, Sebastian.. era uno de nuestros juegos ¿Recuerdas?.—Pronuncia y si los recuerdo.—Hacíamos esto y luego me follabas en el escritorio.

—No me apetece seguir jugando contigo.

—Está bien..—La escucho detrás de mi.—Pero recuerda que puedes tenerme para lo que quieras, incluso para un favor.

No necesito favores.















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—¿Vas a entrar?

—¿Disculpa?.—Una mujer guapa me ve desde la puerta.

Ella sonríe.—Llevas viendo este lugar hace 10 minutos.

Mierda.

—¿Vienes por el grupo de apoyo o eres parte de el?

No respondo.

—¿O planeas robar este lugar?

¿Qué?

—No tenemos nada aquí, más que unos hombres con problemas y que buscan una solución, como yo.

La miro sorprendido.

—¿Eres uno de ellos?

Espera mi respuesta, la que no tarda en llegar.

—Lo soy.



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