#30. Novio

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—No

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—No.

—Sebastian...

—No, Elizabeth, he dicho que no.—Se niega.—No es necesario que me devuelvas el dinero que pague en el banco. No lo hagas.

—¿Y si me niego a seguir tus ordenes?

Su ceja se alza.

—Ya no eres mi Sugar Daddy, eres mi novio.—Se siente bien decir eso.

—No has querido decir eso.

¿Lo de Sugar Daddy o novio?

—Devolverme el dinero no está en discusión, no lo vas a hacer y ya porque yo lo digo.

A Sebastian nunca le ha gustado que lo rete.

—Como dije, tú ya no me das ordenes, novio.

Me levanto de la cama, pero él me atrapa con sus brazos y caigo sobre él, sus brazos me rodean la cintura y me rio al sentir su barba en mi piel.

—Te encanta retarme.

Lo miro a los ojos.—Me encantas tú.

Él sonríe y me besa, le devuelvo el beso.

Esta semana ha sido maravillosa.












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—Te ves muy animada.—Me dice Chloe con una sonrisa.—¿Todo bien con Sebastian?

Me sonrojo.

—Oww.. tu cara lo dice todo.

—¿Cómo vas tu?.—Pregunto viendo su vientre, su barriga se ve más grande de lo que debería, no me sorprendería que saldrían 2 o 3 en lugar de uno.

Sera mejor no decirle lo que pienso a Chloe.

—Hoy iré con Travis a ver si es niña o niño.

O si son dos..

—Discúlpame.—Me dice al ver su móvil.—Es el.. si, aquí te espero...en la jugueria Dallas.—Dice leyendo el cartel.

Bebo del jugo que ordene.

—Está bien, te amo.—Con esas palabras cuelga.

Tiene una gran sonrisa.

—Está viniendo.

Creo que esta historia ya tiene su final feliz, me pregunto cuanto me falta a mí para tenerlo.













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Tener una cita con Sebastian es lo que más deseaba hacer desde que permitió que nos diéramos una oportunidad.

La primera noche, esta noche, me llevo a un restaurante caro y reservo el mejor lugar con una vista perfecta a la playa de noche, el viento nos daba en la cara, pero lo olvidaba por completo por lo maravilloso que resulto.

Cenamos y nos pusimos a bailar con la orquesta que había de invitada esa noche, finalmente al igual que muchas parejas ahí, bailamos una canción lenta.

La pasamos de maravilla, siempre lo hacíamos cuando estábamos juntos, pero igual que antes y esa noche en la discoteca, las personas comenzaron a murmurar.

Trate de no prestarle atención.

Aparte la cabeza de su pecho y colgué mis brazos alrededor de su cuello, lo mire a los ojos y sonreír.

Estaba segura que esas mujeres estaban celosas, sus comentarios hirientes lo decían todo, pero no me sentía ofendida porque sabia que solo querían provocar una escena.

—¿Estas bien?

Asiento con la cabeza, miro sus labios y lo beso.

Nuestras bocas se encuentran, lo beso sin importarme las mirada e igual como estamos solos, nos separamos y nos sonreímos.

Lo abrazo y le doy una sonrisa a las viejas que no dejan de mirarnos, quienes después de eso ya no se voltean ni una sola vez.

Esta es mi vida.

Yo la elegí.

Elegí a Sebastian y soy feliz.

Bajo Sus TérminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora