La inocente Ellizabeth Pullman ha sus veinte años paso la mayor tormenta de su vida cuando su hermana menor y única familia falleció.
Lo que le queda ahora es esa espinilla que se niega a sanar y una enorme deuda con el banco producto de los gastos...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Una última vez?
¿Qué quiere decir?
—¿Crees que debo escucharte?
El traga, su manzana de adán se contrae.
—Baby...
Aprieto los labios, sus apodos no van a conmoverme.
—Estabas con ella...—Pronuncio y su mirada fija sigue sobre la mía.—¿Me engañaste con ella?
—Ellie.
—No.—Lo detengo.—Creo que merezco saber la verdad... y si lo que creo también es falso y tu no...
Mi corazón a pesar de todo guarda esperanza, incluso más conociendo la clase de persona que es Jennifer Settman.
—¿Me engañaste con ella?
El corazón se me acelera, tengo sus ojos fijos en mí y así como guardo un poco de esperanza el la destruye.
—Sí, lo hice.
El corazón se me parte a la mitad.
Me muerdo el labio, asiento bajando la mirada y me doy la vuelta para que no me vea llorar por un momento, sin embargo aun con los ojos que me delatan y rojo, me vuelvo hacia el otra vez.
—Debí imaginarlo, te negaste a echarla y acepte porque fui tan ciega, todo este tiempo... ¿Hace cuánto me engañas con ella, Sebastian?
El no responde.
—Al menos ten el valor de decirlo.
—¿Qué importancia tiene ya?
Algo presiona mi pecho.—Es lo menos que me merezco ¿No?
—Saberlo no te ayudara, solo te lastimara más.
—Nada puede dañarme más que esto...
Aun así no me da una respuesta clara.
—Te dije que iba a destruirte.
Abro la boca.—¿Esa es tu justificación? ¿Y es mi culpa ahora?
—Lo es en cierta parte.—Me dice.—Te lo advertí, baby, te lo repetí muchas veces, soy un moustro y aun así quisiste quedarte a mi lado, a pesar de todo...
—Tienes razón, debe ser mi culpa.—Pronuncio.—Pero no es solo mía, tú tienes la culpa de ti mismo, por no querer mejorar a mi lado.
—No había forma de que lo hicieras, no puedes arreglarme, Elizabeth...—Me responde.—Nadie puede, no lo pudo hacer Olivia y tú tampoco, a la larga sabíamos que esto iba a ocurrir.
Está diciendo que si no fuera con Jeniffer, aun así encontraría la forma de lastimarme con alguien más
—¿Por qué me hiciste esto, Sebastian?
Su expresión cambias tras el escuchar mi voz.
—Éramos felices... Estábamos bien, no había obstáculos ¿Por qué?
Lo observo tragar.—Porque es lo que soy, Baby.
Me muerdo el labio.
—Lo lamento, es lo que soy.—Vuelve a decir.
Mis puños se aprietan.
No quiero verlo.
Ya no más.
—Vete...—Le pido.
Él se queda de pie, la furia recorre mi cuerpo y con mis manos lo empujo con todas mis fuerzas provocando que retroceda, aunque no creo que haya sido solo mi fuerza, sino él también se siente débil.
—¡Vete de aquí!—Sollozo.
Me da una mirada larga y la baja unos segundos, cuando la vuelve a subir, entiendo que es la última mirada para mí, me ve detenidamente como si quiera grabarme, mientras una parte de mi quiere lo mismo y la otra quiere olvidarlo.
Sebastian se va y las lágrimas se caen por mis mejillas.
—No...
No, no, no me dejes.
Sebastian...
Llego hasta la puerta y pongo la mano sobre el pomo de esta, mis dedos tiemblan sobre él.
¿Qué estas haciendo, Elizabeth?
Y no lo hago, no abro la puerta.
No lo hagas, Ellie, no abras la puerta.
Me muerdo el labio y aun así, las lágrimas siguen cayendo, el dolor me da tan fuerte que me dejo caer sobre el suelo, apoyo mi espalda en la puerta y me acurruco el rostro dentro de mis rodillas.
Trato de buscar mi respiración, al hallarla, me limpio el rostro bañado de lágrimas y aunque aún vea nublado, trato de pestañear para recuperar mi visión.
Niego con la cabeza y me paso las manos por las mejillas.
—Estoy bien.—Pronuncio con voz rota.
Asiento varias veces, veo la luz de su coche marcharse de mi casa y me muerdo los labios asintiendo.
—Voy a estar bien.—Digo una vez más.
Lo haré...
He superado cosas peores, como la muerte de Janet.
Un corazón roto definitivamente lo superare.
Se que lo haré.
—Voy a estar bien.—Repito aunque las lágrimas caigan por mejillas y mi voz se rompa.—Estarás bien, Elizabeth.
Hola.
Sebastian mintió ¿Por qué? Para no ser un obstáculo en la vida de Ellie, se quito del camino y decidió dejarla avanzar.
Pero sin el.
Quiero recordarles que dije que haría esta historia lo más fiel posible a la realidad y bueno, con eso ya saben que se viene.
Por otra parte, lo acabamos hoy, los 40 capítulos.
Nos leemos en el epílogo, el cual seguramente subiré mañana.
