Asla

227 19 5
                                    

Estaba tan guapo, con su traje del mismo color que mi vestido, una camisa blanca y corbatín del color negro.
En cuanto me vio se quedó quieto, me miro de pies a cabeza y parpadeo muchas veces.
Él estaba paralizado y yo igual, era un momento perfecto de película, nada podría arruinar este momento.
Me aclare la garganta.
-¿por qué no me dijiste nada de los premios? - decidí romper el hielo de la peor manera, como siempre Nazli. No se me pudo ocurrir decir algo como: "¿y bien?" Como sale en las películas. Rompí el encanto del momento.
Sacudió la cabeza varías veces - nos acabábamos de reconciliar, pero quería que tú estuvieras conmigo en este momento tan importante.
Me acercó y pase mis brazos por su cuello.
- Gracias.
Le di un beso en la mejilla y cerré el espacio entre nosotros con un abrazo.
- ¿nos vamos Nazli?
- si.
- adiós mami.
- adiós Nazli.
-pero... - hablo una de las chicas que me ayudaron a vestirme, pero no la termine de escuchar porque ya iba hacia afuera.
Caminamos hasta el ascensor en silencio,creo que los dos estábamos muy intimidados.
Entramos al ascensor. Sentí algo frío en los pies.
mira hacia abajo y me di cuenta que no llevaba zapatos.
- para el ascensor.
Sebastián me miro muy confundido - ¿qué? ¿Por qué?
Paro el ascensor.
- te lo digo si prometes no reírte.
El ascensor paro.
- ¿qué pasó? - su cara ahora era de curiosidad.
Bajamos del ascensor.
- si te ríes no te cuento más secretos.
- ok, ok - hizo como que se cerraba la boca con candado - no me rio.
Caminamos por el pasillo.
- no me puse zapatos.
Hizo todo lo posible por no reírse, de verdad hizo un esfuerzo.
- te diste cuenta antes de lo que pensaba. - dijo mi mamá saliendo de la habitación, acompañada por las dos chicas, una llevaba unas sandalias de tacón hermosas color negro, y una bolsa a juego, y la otra llevaba tres cajas apiladas.
De repente se escuchó la risa de Sebastián al otro lado del pasillo, me gire y el iba corriendo hacia el ascensor lo más rápido posible.
- ya no te voy a contar nada Sebastián -dije poniéndome súper roja.
Sebastián intentó decir algo, pero no lo entendí, porque no lograba terminar la frase por la risa.
- lo intento Nazli, pero eres un desastre.
- mami, tú nunca ayudas.
Una de las chicas se agachó a ponerme los zapatos. Gracias a Dios lo hizo así, porque no puedo agacharme con este vestido, porque me queda muy pegado. La otra mientras abrió una cajita, en donde venían una serie de anillos muy hermosos, color plata, me puso uno, muy sencillo. Tenía incrustaciones de piedra luna por todo el anillo. En la otra cajita había unos pendientes hermosos, eran flores hechas de piedra luna, y un collar hermoso también con incrustaciones de piedra luna.
- Gracias.
Les di un beso a cada una, incluyendo a mi mamá.
- no es nada, tu bolso. - dijo la chica entregándome el bolso.
- muchas gracias.
Me di la vuelta y fui hasta donde estaba Sebastián, poniéndome más roja mientras me acercaba a él.
- no se te ocurra decirle nada de esto a nadie.
El me agarro por la cintura, y me pego a su cuerpo.
- ¿no olvidas nada?
Intente  recordar si olvidaba algo, pero lo vino nada a mi mente.
-¿no?
-¿segura?
Me esforcé más por recordar, pero nada.
- ¿qué es lo que olvide según tú?
Sebastián me atrajo más hacia si, para cerrar el espacio y fundirnos en uno solo con un beso, un beso apasionado y cargado de sentimientos.
Cuando acabo el beso, nos quedamos ahí, nuestros labios rozándose.
- te falto mi beso.
Sus labios rozaron los míos con cada palabra y su aliento hacia qué se estremeciera cada parte de mi cuerpo.
Entonces ocurrió, Nazli lo hizo de nuevo.
Comencé a reírme, y no, no una risa normal, me reí a carcajadas.
Sebastián me miro confundido.
-¿qué?
- como pude casi irme sin zapatos.
Entonces él se me unió y reímos juntos.
Caminando hacia el carro que nos iba a llevar.
Por supuesto que no era un carro cualquiera, era una limusina.
Me quede paralizada un rato. En lo que Sebastian se adelantaba y abría la puerta, dándole espacio para que yo pasara primero.
Reaccione y comencé a caminar al carro, dentro del carro iban Malú, Roberto, y dos hombres más, uno rellenito y otro muy bajito.
-hola.
Salude con un movimiento de la mano.
Todos me devolvieron el saludo.
Entre al carro.
Justo cuando Sebastian se iba a meter, Roberto y los otros dos hombres gritaron.
- acelére.
Y el chofer dio marcha a la limusina.
Sebastián casi se cae pero muy hábilmente logró quedar en pie.
Yo comencé a reír. Es cierto todo es inevitable reír.
Voltee a ver a los demás pasajeros y todos estaban grabando.
- me la debías negro. - gritó Roberto.
Todos se estaban riendo, incluso Sebastián.
Sebastián corrió para alcanzar el carro, pero esta vez si dejaron que subiera.
En cuanto subió se me quedo viendo. Todos se reían, y yo intenté no hacerlo, pero no pude evitarlo.
Rompí en risas, pero escondí mi rostro en su pecho y puse mis brazos sobre su cuello.
- ¿por qué te reís? Tú no tienes que reírte.
Levante mi mirada,
- me lo debías, por reírte hoy de mi.
- entonces... ¿eso quiere decir que ya estamos a mano?
- puede ser...
Entonces él también se rio junto a mi.
-Quédense así, no se muevan. - dijo Malú.
Ninguno hizo caso a esa orden y giramos a verla al mismo tiempo.
Ella sostenía su teléfono, con su cámara hacia nosotros.
- sonrían.
Los dos sonreímos y un flash nos encandiló.

Nos dio el teléfono.
- elijan una foto, para sus redes.
Yo tome el teléfono, recosté mi cabeza en el hombre de Sebas, y le di el teléfono para que él cambiara las fotos.
Yo creí que solo había tomado dos fotos, pero habían muchas ahí, no me había dado cuenta cuando las tomo.
En la primera salía Sebastián intentando subirse al carro, en la segunda cuando Sebastián casi se caía, y mi cara de preocupada era evidente.
- ¿te preocupas por mi?
En cuanto dijo eso levante mi cabeza y el giro a verme, lo que hizo que estuviéramos demasiado cerca, no pude evitar ver sus labios y pensar en besarlo.
- no, - gire para ver a todos los demás, que nos prestaban mucha atención. Me aleje un poco porque Sebas seguía en la misma posición. -estaba preocupada por tu traje, si te caías lo ensuciabas.
- aja - después de esto él se acercó más, lo que hizo que estuviéramos aún más cerca que antes. Eso hizo que dejara de respirar, sentí mi rostro caliente y otra vez no pudiera evitar ver sus labios y pensar en besarlo. - ¿cuando vas a admitir que te mueres por mi?
Me acerqué un poco más y cuando nuestros labios estaban a punto de rozarse pronuncie muy lentamente saboreando cada letra. -Asla - una vez más me contuve de besarlo. En cuanto termine de decirlo, me volví a alejar un poco y vi hacia adelante. Como obviamente ellos no saben turco- Nunca- aclare y sonreí.
Él se rio y lo demás del camino hubo una conversación muy amena entre todos.
Algo tranquilo después de uno de los momentos más intensos de mi vida.

Mi DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora