Sakura se va por mas de tres años de la aldea de Konoha, por la misión de ofrecerse como voluntaria para ayudar al cuerpo médico de Suna con nuevas técnicas medicas.
Pero lo curioso sera que regresara acompañada de un niño. Un niño que es su hijo y...
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Gemidos de placer, jadeos de lujuria. Una que otra caricia que quemaba, jugaban con fuego y se estaban quemando.
Pero que importaba. Si ellos ya eran dos adultos que sabían lo que hacían. Si, tal vez ella era mas joven que él, catorce años era una gran distancia, una gran diferencia, pero que mas daba. Si, ella era lo único bueno que le pasaba al terminar el día, si sus encuentros esporádicos con su ex-alumna era lo único que le hacia mantener con vida.
"Es una niña. La lastimaras" Las palabras de Obito resonaban en su mente. Pero no importaba ya que él no comprendería la tranquilidad y seguridad que una mujer puede llevarte.
Porque durante las noches su habitación era inundada de un aroma dulce, de un destello rosa que iluminaba cada recoveco de su oscura alcoba, vida y sus ojos jade lo guiaban y le mostraban algo que jamas él había sentido.
Él rosa de su cabello le hacia recordar las flores de cerezo que caían en la primavera, pintando todo a su paso de colores rosáceos y sus ojos jade, le hacían estremecerse ya que se sentía perdido en un jardín esmaralda, en un jardín donde solo los amantes podían perderse y amarse como era debido.
Sakura era un gran amante.
Nunca pensó que en él negro de sus ojos ónix pudiera encontrar la tan aclamada tranquilidad y protección. Negro que se asimiliba a la noche oscura y su cabello plateado al resplandor de la luna calida de primavera, la luna de los amantes furtivos sin nombre.
Cuando sus grandes manos la estrujaban contra la cama, la desnudaban con lujuria y su mirada se transformaba en un misterio erótico indescifrable, se sentía a enloquecer. Ya que jamas había sentido tal éxtasis por estar con alguien. Tal vez porque era su primer hombre, su primera relación sexual, tal vez porque él fue él que la convirtió en mujer y le enseñó lo maravilloso que puede ser él sexo.
Su sensei era un gran amante. Kakashi le hacia tocar él cielo.
Tal vez eran encuentros esporádicos, tal vez los dos tenían miedo de colocarle nombre a lo que sentían, tal vez no estaban listos y solo querían un desliz del mundo.
-Date la vuelta -Le pedia extasiado.
-Como órdenes -Le obedecia sin poner restricciones.
Kakashi levantó su cintura y con experiencia la penetro profundamente. Sakura mordió él almohadón para ahogar los gemidos guturales que salían de su garganta. Temblaba por la sensación exquisita de ser penetrada de esa forma.
Kakashi acariciaba su espalda y admiraba lo hermosa que era. Con tacto y delicadeza acariciaba su espalda con dulzura mientras la penetraba. Sentía él cuerpo de Sakura estremecerse y llenarse de escalofríos por las caricias y beso que el le daba.