Sakura se va por mas de tres años de la aldea de Konoha, por la misión de ofrecerse como voluntaria para ayudar al cuerpo médico de Suna con nuevas técnicas medicas.
Pero lo curioso sera que regresara acompañada de un niño. Un niño que es su hijo y...
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Era una de esas noches típicas de la primavera, una noche llena de colores azules y negros. Una noche iluminada por una luna sonriente acompañada de estrellas traviesas que parpadeaban coquetas, al único ser vivo que observaba desde su ventana, el firmamento azul marino, azul oscuro que al final se divisaba negro azabache. La atmósfera solitaria nocturna, se tornaba de un típico azul que con el pasar del tiempo, se estaba tornando de un color mas oscuro preocupante, la noche estaba llegando a su tiempo limite de oscuridad profunda, pero gracias a la luna y su resplandor plateado, no quedaba en total oscuridad, pero si podía sentirse el pesor nocturno, típico de la media noche.
La luna le sonreía al pequeño platinado que la observaba taciturno, le iluminaba con su luz plateada, para que no estuviera en oscuridad profunda, agradeciendo así su compañía nocturna, callada y sigilosa.
Sakumo miraba el cielo, con su manita reposada sobre su pequeña carita redonda propia de su edad. Ha pesar de ser casi media noche, la mayoría de niños sienten temor a los espantos y monstruos imaginarios que naturalmente se inventan sus pequeñas mentes propias de su edad, pero el no, el no era así. Y dandole honor a su genética, sacando ese lado valiente y maduro de Kakashi, en ya no creer en monstruos y espantos, así como su padre a su edad, veía a la noche como un tiempo para meditar y pensar en todo lo que vivia y pasaba, a sus dos años y once meses de edad.
Pensando en tantas cosas, que no correspondían a su edad y raciocinio. Suspiro intranquilo como una persona adulta, como si estuviera atormentado por los problemas banales de la vida diaria, de la rutina monótona y mundana que viven los adultos preocupados de sus problemas y se olvidan de vivir como se debe.
Mientras veía que la luna se ponía en lo mas alto del cielo, pensaba en su amigo el "Dokudaime" (Como el le decía, pronunciado mal su nombre por su edad), en el porque de su ausencia, pensando en porque se alejo de el sin dar un motivo. En el porque ya no lo busco para decir, si su informé estaba bien escrito o no, ya que había escuchado él otro día de un grupo de shinobis que estaban en la panadería de la señora de la esquina, que el Hokage era demasiado estricto con los reportes de misiones o informes escritos, temía que su reporte que iba en una libreta de dibujo y escrito con crayolas de colores le hubiera disgustado por la forma tan ortodoxa que iba el manuscrito.
Quizás se disgustó tanto que ya no le dirigiría la palabra, pensando que su misión era un juego de niños, cosa que no era así. Ya que el de verdad, verdad, quería encontrar a su papi para así pedirle que se quede con el y su mami, para que su mami ya no este sola y triste y el por fin tener a su familia completa, ya que la ausencia de su padre dolía mas con el pasar de los días.
Sacudió su pequeña cabezita, haciendo que sus mechones plateados se movieran de un lado a otro, negando así, sus pensamientos auto impuestos.
—Quizás es pod otlo motivó que el Dokudaime no me a visto —Dijo en un susurro para no interrumpir la quietud y silencio de la noche. Ya que Kakashi no le parecía un hombre estricto, enojado o serió desde que lo vio por primera vez que en su oficina. Al contrarió, Kakashi era una persona que le transmitía paz y confianza, seguridad y protección en todos los aspectos posibles. Todo lo que su madre le transmitía con solo su presencia, Kakashi lo hacía igual. Y quizás, por eso, el se sentía vacío por la ausencia del platinado en su vida, ya que el era su mejor, mejor amigo y él le había dicho que los mejores amigos estaban juntos en todo momento. En las buenas y en las malas.
