Quien las hace, las paga.

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No había sido culpa de él, nunca era culpa de él. Si lo provocaban él iba a reaccionar, como cualquier otro ser humano. Ya le había explicado al viejo Sosa que no había hecho la tarea de geografía porque su mamá estaba internada, lo que nunca se imaginó fue que el viejo iba a tener el atrevimiento de llamar a su casa para comprobar si era cierto.

Cuando regresó a su casa con los bolsillos llenos de objetos de una casa a la que había entrado se entero de la noticia, que tenía que ir al colegio con sus padres para hablar con el director y el profesor de geografía por una mentira grave que había dicho.

Su padre estaba avergonzado e indignado, su madre sostenía que había sido una mentira piadosa.

Carlos pensó que el reto y castigo en la dirección había sido suficiente, pero el viejo Sosa seguía jodiendo y para hacerse respetas lo humillo frente a toda la clase y encima le pegó con el puntero de madera en una de sus manos. Esa mierda picaba como la puta madre.

Ni bien tocó la campana que marcaba el primer receso de la mañana, Carlos salió tranquilamente y se dirigió a uno de los baños, siempre le agradeció a Dios su metabolismo privilegiado, ya que estaba tan flaco que podía pasar tranquilamente por postigo angosto de la pared que daba al patio deportivo. Trepó a uno de los árboles y saltó el paredón sin mayor dificultad. Visualizo el auto del viejo Sosa estacionado en la esquina. Tomó una piedra grande, rompió el vidrio, abrió el capo, sacó los cables, los unió, y el auto arrancó sin problemas.

Cuando regresó al colegio se encontró con el portero en la entrada que le dijo que vaya inmediatamente a la oficina del director. Al parecer lo habían estado buscando por todo el colegio, habían llamado a sus padres y todo. Debía confesar que se sentía algo alagado con la atención que le estaban dando.

Se había escapado de la escuela y había robado el auto de uno de sus profesores.

Expulsión inmediata y denuncia a la policía... pero claro, la bella impunidad de ser menor de edad le jugaba a su favor.

Fue así que su sonrisa pícara se borro de inmediato cuando escucho la palabra: "Reformatorio".

Historias de reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora