Atractivo y peligroso.

377 24 23
                                    

No había nada más aburrido que resumir un libro y hacer un cuadro comparativo. Luego del desayuno todos tenían materias de estudio divididos en dos grupos según la edad o el tiempo que llevaban en el reformatorio.

Las clases de ciencias naturales no eran sus favoritas, mucho menos el profesor que las dictaba, un viejo a punto de jubilarse que ya no tenía ganas de nada, mucho menos de esforzarse con mocosos rebeldes, como les decía. Así que simplemente se dedicaba a darles preguntas o armar cuadros comparativos.

Su mente estaba en otro lado mientras Renato leía sobre bacterias y hongos, él se sentía como un hongo en ese momento. Miro el reloj arriba del pizarrón, aun faltaba una hora y diez minutos para ir al almuerzo y luego elegir los talleres de la tarde.

Durante esa semana no habría elección para él, se iba a tener que quedarse en carpintería todos los días y después de hora a limpiar gracias al mal nacido de Tomás.

La curiosidad por lo que había pasado en el sótano aun lo carcomía, no tenía idea que un sobrenombre pudiese afectar tanto a una persona, y lo usaría contra él si no supiera que a Renato también lo afectaba.

Y pensando en Renato... lo observo tan cerca de él, tan concentrado en ese libro viejo y aburrido, tenia esas facciones tan bellas, esa nariz redondita en la punta como un botón, y ese labio inferior que sobresalía, gritando por ser mordido y succionado.

Deslizo una mano hacia su pierna, llamando así su atención.

Renato lo miro sorprendido, y Carlitos se mordió su labio inferior en un gesto seductor, acercando la mano peligrosamente a su entrepierna.

-¿Qué haces? – le pregunto bajito.

-Me calentas.

Renato contuvo el aire cuando la mano de Carlitos llegó a su miembro y apretó delicadamente.

-Estamos en clase.

-Me calienta todavía más.

Renato miro hacia el frente, el profesor estaba a punto de quedarse dormido sobre el escritorio. Miró alrededor del aula, sus compañeros estaban trabajando en parejas o pequeños grupos, cada quien en su asunto, cada quien hablando tranquilamente.

Carlitos seguía masajeando, y Renato dejó salir el aire de su boca, largo y caliente sobre la bella cara de su compañero.

-¿Cuándo me vas a coger? – le pregunto, casi haciendo un puchero.

-Ahora.

-Dale ¿Acá arriba del banco?

Renato convirtió un gemido en un sonido de risa, y es que la situación le causaba gracia, no podía creer lo atrevido y hermoso que era ese chico.

Carlitos se hizo lugar dentro del pantalón de Renato, abriéndose paso entre los elásticos. El rubio gimió al unísono del castaño cuando sintió el calor de su miembro erecto y palpitante.

La excitación que tenia por la situación y la cara de Carlitos tan cerca de él no le permitieron disfrutar más de lo que le gustaría, y termino sin poder evitarlo, arrugando la página del libro que estaba leyendo.

-Son dos zarpados – escucharon desde atrás.

Se giraron para ver a Joaquín, Fausto y Pedro sentados en grupo detrás de ellos, quienes los miraban entre sorprendidos y divertidos.

-Te morís de envidia, Joaco – bromeo Renato.

-Sabes muy bien que no.

Pedro le extendió un pañuelo de tela a ambos para que pudieran limpiarse.

Historias de reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora