Lardytskovnitch

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Carlitos bostezo con cansancio cuando entró al comedor, solo había dormido unas pocas horas y fue de los primeros en llegar, incluso antes de que sonara el timbre.

Fue directo del baño al comedor, no quiso pasar por su habitación, no quería volver a ver esa imagen de Renato abrazado a un cuerpo que no era el suyo.

Se sentó en el lugar de siempre y se removió incomodo ante el pinchazo que sintió, su profesor había sido cuidadoso pero la tenía bastante grande, y no pudo evitar sonreír al recordarlo adentro suyo.

Joaquín entro al comedor caminando lento y achinando los ojos, molesto por la claridad que entraba de las ventanas. Estaba despeinado y su uniforme arrugado, llego hasta él y se dejo caer en la silla, largando el aire cansando que salió con olor a alcohol.

-Espero que esa baranda se te vaya con la ducha – le dijo Carlitos.

-El boludo de Pedro me volcó un vaso entero de whisky encima.

-Ahh, es culpa de Pedro entonces.

-Bueno... puede ser que yo tomé un poquito también.

Carlitos rió, le caía muy bien Joaquín, un chico de dieciséis años, simpático, de pelo castaño y risa fácil.

-Che, muñeca – llamó, acercándose como si fuese a contarle un secreto - ¿Qué onda anoche con Renato y vos?

-¿Por?

-Es que entre a la habitación y estaba durmiendo con Tomás.

Carlitos intentó quitarle seriedad a la situación, haciendo una mueca de desentendimiento.

-O sea, yo estaba medio en pedo, por eso me acerque porque no parecías vos, y cuando veo que era Tomás digo ¿Qué onda?

-Renato no es mío, Joaquín. Él puede hacer lo que quiera.

-Bue... eso sí ¿Pero Tomás?, no pensé que Renato fuera a caer de nuevo.

Un deje de curiosidad lo invadió, tal vez el chico sabría algo que todavía él no.

-¿Por qué lo decís?

-Porque Tomás lo cagó hasta cansarse, es un forro el chabón, le decía que lo amaba pero después andaba con otros, sobre todo con Lardy.

Carlitos subió una ceja, sorprendido ante lo que su compañero le estaba contando.

-Y Renato siempre decía que no iba a volver con él, que lo odiaba, que era un hijo de puta, bla bla, nos cansamos de escucharlo... y a la noche se lo estaba cogiendo de nuevo.

-¿Vos cogiste con Tomás? – le preguntó, no lo pudo evitar.

-Sos curioso, muñequita. Seh... va, no me lo cogí, se la chupe un par de veces. Al que sí me cogí fue a Lardy.

-¿A Caito no?

-¡Ja!, ese es incogible, no. Caito siempre vigila, nunca participa.

-¿Qué onda entre ellos tres?

-Ellos son como... una asociación perfecta, manejan todo y encima tienen comprado a uno de los celadores, que es el que mete los puchos y el alcohol, nunca supimos quien es.

-¿Entre ellos cogen?

-Con Caito no sé, pero Tomás y Lardy estaban juntos antes que llegara Renato, y cuando él llegó Tomás como que se re flecho con él y empezaron a estar juntos, pero siempre lo cagó.

Carlitos respiró hondo mirando como sus compañeros iban llegando poco a poco al comedor, y la gente de la cocina comenzaba a sacar el desayuno sobre la barra para que fueran a servirse. Carlitos rezó para que haya café, porque sentía que se iba a dormir sentado.

Historias de reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora