The Fairy Slayer

CAPITULO 3: TITANIA LA REINA DE LAS HADAS

 -Entonces yo soy medio humana, medio hada.

-En efecto, tu eres como una nueva especie. Lo llaman Fairy Slayer, eres la única de tu especie, han habido pocos casos como este. En realidad solo dos, una niña muy linda, que creo un gremio en nuestro honor y tu. Mi preciosa nieta.

-Entonces las hadas tienen cola... -dije al darme cuenta.

-Si y no. No todas tenemos cola, nosotras somos las hadas de la luz. Las buenas para decirlo de alguna manera. Las hadas oscuras no tienen cual, no son puras, y sus poderes son para hacer cosas malas. De alguna manera son las hadas malas. Yo soy la reina de las hadas de la luz. Las hadas tienen un rey, se llama Oberon, y su malvado sirviente Puck. No te acerques a ellos querida, son mala gante.

-Entonces, si el rey de las hadas oscuras se llama Oberon, usted es...

-En efecto, soy Titania la reina de las hadas. Y ahora entra querida, seguramente tengas hambre.

Titania se dirijo hacia el mini castillo encima de una roca, parecía uno de esos castillos de juguete pero mas grande. Es una broma no? Yo no entro allí dentro, es demasiado pequeño!

-Que pasa querida? -pregunto Titania girándose. Vale no era una broma.

-Hem... siento decirte esto, pero yo no entro allí dentó -dije tímidamente.

-Oh querida! claro que puedes, solo tienes que desearlo!

Me quede de piedra, mire al castillo y sentí algo en mi interior. Cerré los ojos y empece a sentir un leve dolor, pero no fue nada. Note como mis huesos se hacían mas pequeños, y empequeñecía. Entonces una pequeña punzada en la espalada me dijo que algo me estaba saliendo por los omóplatos.

Abrí los ojos lentamente, con miedo de lo que me podría encontrar. Todas, absolutamente todas las hadas, menos Titania estaban en dos lineas, yo en medio y al final la puerta para entrar en el castillo. Avance bajo la sonrisa de cariño de Titania y las miradas de respeto de todas las hadas. Entre en el castillo. Era una sala redonda llena de espejos, una lampara de araña enorme, en el suelo había una estrella de 12 puntas con los 12 signos del zodiaco, en el techo habían dibujadas hadas de todos los colores y hadas negras bailando juntas.

Entonces me fije en el espejo, me di cuenta que me aspecto había cambiado, no mucho pero un poco si. Mi pero rubio estaba recogido en un bonito moño adornado con diamantes y perlas, unos mechones rebeldes caían en los costados de mi cara. Mis ojos chocolates seguían igual que antes solo que tenia un delgado aro de color dorado al rededor de la pupila, pero no se notaba mucho. Vestía un vestido blanco con adornos espirales de color dorado que no me cubría la espalda y se me ataba al cuello, unas sandalias romanas con tacón y unos guantes blancos que se ataban al dedo corazón y llegaba al codo. Y después estaba la espalda, me quede maravillada ante la belleza que tenia delante. Unas alas que perecían desecarse de color dorado, eran como las de mariposa pero algo mas grandes y bonitas, y en las puntas dos piedras en forma de lagrima sin un color en concreto las adornaban.

-Tu madre tenia la misma belleza que tu.

Me sobresalte al escuchar la voz de Titania a mi lado. La mire a los ojos y me sobresalte al ver en sus ojos admiración y cariño.

-La magia estelar es la mas pura que existe, por eso tu madre la tenia y ahora la tienes tu -me dijo señalándome- pero ahora yo te enseñare otra magia, aun mas pura y bella.

Me la quede mirando.

-Te enseñare la magia Fairy Slayer.

EN FAIRY TAIL

Todos estaban como siempre. Bueno, no todos, todo el mundo había notado el extraño comportamiento de Natsu y la ausencia de su amiga Lucy. En una mesa cerca de la barra estaban reunidos, Levy, Gajeel, Happy, Charle, Lily, Wendy, Grey, Erza y Juvia. Todos ellos conversaban preocupados.

-Alguno de vosotros a visto a Lu-chan?

-Nadie la ha visto desde ayer -dijo Gajeel intentando calmar a Levy- seguramente este en alguna misión con Natsu.

-No -dijo Grey- Natsu es imposible, en estos últimos tiempos se esta comportando muy raro y no habla con nadie mas que no sea Lisanna.

-Es cierto, esta muy raro y muy borde no creéis? -pregunto Erza.

-Juvia espera que a su rival del amor no le haya pasado nada.

-Creéis que Natsu le haya podido hacer algo a Lucy-san? -pregunto Wendy haciendo que toda la mesa se girara mirándola con sorpresa.

-Chicos escuchen tengo que decirles algo importante -dijo el maestro subiéndose a la barra.

Todo el mundo se giro a mirarlo y en una de las mesas mas al fondo un Natsu y una Lisanna sonrieron maliciosamente rezando para que lo que crian que iba a decir el maestro sea lo que ellos tenían planeado.

-Me entristece decirles que Lucy ha dejado el gremio.

-QUE!!! Que Lu-chan a dejado el gremio!!! -grito Levy.

-Así es, no se porque lo ha echo pero por su cara algo me dice que alguien le había mandado que lo hiciera -dijo con cara triste el maestro.

Algunos lloraron, otros consolaron a los que lloraban y otros intentaban no llorar. Pero por encima de los llantos se podía oír un aleve risa de maldad. Erza, quien escucho la risa miro alrededor para poder identificarla, y se sorprendió al ver a Natsu y Lisanna riendo maliciosamente. Erza miro al maestro y se dio cuenta de que el también miraba a la pareja con el ceño fruncido, el maestro y Erza se miraron y fruncieron aun mas el ceño.

EN UNA MANSION

Un hombre, vestido de traje y corbata, con un puro en una mano y una sonrisa de arrogante estaba sentado en una butaca forrada con piel de lagarto. Delante de el, dos jóvenes que les corrió un escalofrió al ver la piel de lagarto, ya que les recordaba a sus padres. Uno de los jóvenes era rubio de ojos azules y un pendiente en forma de diamante en una oreja. El otro joven era pelinegro, con ojos rojos.

-El trabajo es fácil y simple. Hay un bosque no muy lejos de aquí. Se llama el bosque encantado y cuentan las leyendas de mi familia que allí dentro hay un pueblo de hadas -el hombre dio un trago del baso lleno de algo rojo que tenia delante y sonrió maliciosamente, quiero que me traigáis a la mas poderosa de esas hadas.

Rió de tal forma que a los jóvenes les recorrió un escalofrío del miedo, y los dos pensaron a la vez “en que puto lío me he metido?”.