Habían dormido alrededor de media hora, pero el calor había sido demasiado como para seguir durmiendo sin más.
No había sido suficiente descanso. Pero la necesidad de refrescarse había podido con el pequeño, quien se había levantado con movimientos sutiles para no despertar a Atem, deleitándose un momento en observar el cuerpo desnudo de su amante, perfectamente delineado por la luz plateada que se colaba por la ventana. Aún sumido en la inconsciencia, el faraón lucía una expresión regia.
Yugi suspiró deteniéndose un momento más en analizar con lujo de detalle la presencia del mayor. Atem tenía las sábanas enredadas en torno al cuerpo, parte del torso desnudo, las piernas expuestas. Yugi supuso que la razón por la que la expresión de Atem lucía tan determinada, a pesar de estar relajada, era por la personalidad del faraón.
Era la encarnación del sol egipcio, se dijo a sí mismo sonriendo, acercándose sobre el rostro de Atem para plantar un beso tímido ahí antes de dirigirse a la regadera y permitir que el agua caliente bañara su cuerpo.
Se quedó un rato parado bajo el chorro, sintiendo cómo el calor relajaba poco a poco sus músculos y lo ayudaba a volver a la somnolencia. El recuerdo de la noche, de las horas anteriores, le inundó la mente, consiguiendo que el pequeño se sonrojara ligeramente y sintiera un escalofrío recorrerle la espalda.
¿Cómo había cambiado todo en tan poco tiempo?
El día anterior eran un par de amigos celebrando su cumpleaños, a punto de enfrentar de nuevo un mal del pasado, un par de horas después se habían convertido en amantes, en guardianes de un amor secreto que sería capaz de derrotar, por enésima vez, a los juegos de las sombras que acosaban a la humanidad desde la antigüedad.
Suspiró profundo, agradeciendo internamente el calor del vapor subir por el aire e inundar la habitación, sentía el cuerpo adolorido por el exceso físico al que se había sometido, pero estaba feliz por lo que había ocurrido la noche anterior. Recargó ambas manos en la pared y agachó la cabeza, permitiendo que el agua cayera directamente en su espalda mientras él recreaba las sensaciones de tener a Atem sobre sí mismo, embistiéndole, haciéndole...
No se atrevió a terminar esa frase, ni siquiera en su mente, y levantó el rostro para recibir el agua, conteniendo la respiración. Se pasó ambas manos por el cabello, alejándose el agua del rostro y entreabriendo los ojos.
Yugi suspiró al sentir las manos de Atem sobre sus hombros, deslizándose por sus brazos hasta entrelazar sus manos. El agua de la regadera le caía por la cabeza y sobre la espalda, relajándolo, sumiéndolo en la somnolencia, y, aun así, Yugi estaba de nuevo alerta por la presencia de su faraón.
Ambos suspiraron y Yugi encaró a Atem, dedicándole una sonrisa antes de atraerlo hacia sí y abrazarlo bajo el chorro de agua, con su oído pegado al pecho del mayor para poder escuchar su corazón. Ambos sonrieron ampliamente con aquel contacto inocente y luego, Atem le tomó el rostro a Yugi para besarlo bajo la caída del agua.
—Yu... —Llamó Atem con una sonrisa de medio lado, consiguiendo que el pequeño levantara el rostro sin poder abrir los ojos gracias al agua. —Termínala... —Pidió sonriendo ampliamente.
—Otra vez... —Murmuró con dificultad en pequeño, tragando agua en ese gesto. Empujó a Atem un poco fuera del chorro de la regadera para poder mirarle a los ojos y sonreír. —Otra vez quiero que me hagas el amor.
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11.- Plan de acción
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—¡Yugi! —Gritó Rebeca corriendo en dirección a ambos tricolores.
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El regreso de las sombras.
FanfictionTras volver de su viaje a Egipto, Atem solo debería preocuparse por iniciar una vida normal en Dominó, pero un nuevo torneo de duelos traerá de regreso un antiguo mal contra el que creían, ya habían acabado. Nuevos amigos se unirán a la causa para d...