8.-Calma previa a la tormenta

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Aunque la tarde había corrido lenta, en la noche el tiempo parecía volar. Tea los había convencido de ir a bailar un rato y ahora estaban sentados en una mesa relativamente apartada de la pista de baile, esperando sus bebidas. Tea, Kisara, Mana y Mai (A quien se habían encontrado en plena plaza cuando Tea trataba de convencerlos de seguir un rato más antes de irse a dormir) se encontraban en la pista de baile llamando la atención de todas las miradas y ganándose coqueteos y comentarios de la gente a su alrededor. Sus amigos las cuidaban desde la mesa, Mahad e Ishizu habían optado por ir a la barra por sus propias bebidas y Marik y Joey se debatían entre si debían ir a acompañar a las chicas o permanecer en la mesa un poco más. Yugi y Atem parecían muy aislados en su propia conversación, porque, aunque casi no movían los labios, seguían intercambiando miradas acusatorias y cómplices, y de vez en cuando, uno soltaba una carcajada o se ganaba un golpe por parte del otro. Judai y Yusei se habían mantenido un rato acompañando a los festejados, pero al cabo de un rato habían comentado que tenían asuntos pendientes que resolver en la casa Ishtar, además de que estaban cansados del viaje, aunque Atem atinó a adivinar, por la mirada pesada que Yusei le dedicó al castaño, que "asuntos pendientes" era una forma muy cordial de nombrar a sus intenciones.

Permanecieron en ese lugar hasta la medianoche, bromeando entre ellos, pidiendo alitas y otras botanas, codeándose y retándose para sacar a bailar a alguna chica, y cuando Ishizu y Odion decidieron que ya se habían desvelado bastante, todos salieron del lugar con el ruido de la música muy fuerte todavía retumbando en sus oídos. Yugi y Atem se habían rezagado hasta el final, continuando con su charla silente, dedicándose miradas cargadas de significados de vez en cuando, sonriendo cuando Joey o Tristán les preguntaban si todo estaba en orden y respondiendo al unísono sin querer, para luego soltar una carcajada.

Aquella quietud parecía inquebrantable. Hasta que sintieron algo en el fondo del estómago.

La misma llamada de advertencia que los había estado presionando desde el día en que había iniciado todo, la sensación de que algo no estaba bien y sentir que les llamaban a gritos por su nombre.

Ambos tricolores intercambiaron una mirada sólo por asegurarse de que no era su imaginación, para cerciorarse de que el otro también lo había sentido y luego ambos salieron corriendo hacia el frente con todas sus fuerzas.

El resto soltó una exclamación de sorpresa y les gritaron por sus nombres, Joey, Tristán y Duke salieron corriendo tras ellos pero no pudieron alcanzarlos cuando cambió el semáforo y un camión se atravesó en su camino.

Ambos tricolores llegaron a un parque que parecía estar deshabitado, Atem avanzó dos pasos por delante de Yugi y gritó. — ¡Muéstrate ante mí!

Una figura con el rostro oculto por una capucha avanzó unos pasos, saliendo de detrás de los árboles con un ritmo apático.

—Atem... —Llamó Yugi asustado, sintiéndose débil y con la respiración cada vez más pesada. —Estamos... en el reino...

—Faraón. —Llamó la figura al frente cuando se percató de que el aludido cambió toda su atención para sostener al pequeño. —Los rumores eran ciertos al final. Has vuelto.

— ¡Muestra tu rostro, cobarde!

— ¿Me llamas a mi cobarde? —Inquirió Aknadin descubriendo su rostro.

— ¿Qué quieres aquí? —Espetó amenazante, avanzando medio paso y sintiendo que la mano de su hikari se cerraba débilmente en torno a su muñeca en busca de auxilio.

—Escúchame bien, faraón. Sellaste el reino de las sombras y has protegido bien a la humanidad, pero escucha mis palabras. Hay más de una forma de abrir las puertas de la oscuridad y hay muchas personas interesadas en encontrar la manera de abrir el reino. Los artículos del milenio no son la única llave. Así que prepárate para lo que está por venir.

El regreso de las sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora