Capítulo 27

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No volteés15 de abril

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No volteés
15 de abril

8:45 am

— Antes de empezar a hacer trabajos por mi cuenta, solía ser parte de la misma industria en la que trabaja Sil — contó Samara —. Trabajé en ella desde niña, hasta que me di cuenta de algo que jamás habría notado a menos de que me abrieran los ojos.

Tanto Samara como Silvana podían recordar la insistencia de su madre en que ambas pertenecieran a ese mundo lleno de poses y flashes. No solo podían recordarlo, sino que no lo podían olvidar. Desde antes de que la memoria se desarrollara en las mentes de las gemelas, ellas estuvieron frente a cámaras, siguiendo unas reglas que en un inicio se veían abstractas, casi inexistentes, pero a medida en la que fueron creciendo se hicieron más claras...y más exigentes.

Las dos niñas inocentes que posaban para revistas de bebés se fueron transformando en adultas que podían comprender qué era lo que esperaban de ellas: perfección. Los parámetros para pertenecer se volvían cada vez más exigentes y asfixiantes, al menos para Samara. "No excedas el límite de peso", "no hagas esa clase de poses en la cámara, se sutil", "no hagas lo que no se espera de ti, sé una modelo ejemplar". A Silvana también la abrumaban, pero ella siempre supo moldearse a los deseos de alguien más.

Sam nunca supo como contener su personalidad.

— Creí que yo era la que estaba mal — aseguró, luego de contarles todas lo que la industria le exigió por años —, así que hice exactamente lo que me pidieron: ejercité hasta que mi cuerpo se volvió el de una muñeca, dejé de ver a la cámara con libertad para hacerlo con el respeto que se le tiene a una norma impuesta, no hablaba si no me lo pedían, no sonreía si no me lo permitían...

— Y así, es como una se vuelve perfecta para el mundo en el que vivo — intervino Silvana —: Callando todo lo que eres, para ser simplemente bella.

Silvana podía recordar el llanto de su hermana los últimos años en los que Sam perteneció a la misma industria. No era maltrato lo que sufrían, era simple exigencia. Cada día habían más límites que alcanzar, y cada vez estaban más lejos de su personalidad. Eso era lo que ocurría fuera de las cámaras, porque frente a ellas la historia cambiaba por completo. Samara y Silvana Stewart se convirtieron en ejemplos a seguir para miles de adolescentes. Aparecían en revistas con su despampanante belleza y todas querían ser como ellas, sin considerar que en una fotografía no se capta ni la más mínima pizca de la esencia de una persona.

Nadie nunca se preguntó si esas dos chicas sufrían, si lloraban, si se enamoraban, si eran inteligentes...solo se fijaban en lo que mostraba la portada: dos ángeles de belleza inigualable.

— Recuerdo haberme dicho a mi misma: esto está bien, esto es lo que todos quieren, ¡tu eres la que está mal, Samara! — habló la chica —, y entonces pasó: me aislé hasta que ya no pude reconocerme. Me volví sencilla de manejar ante las cámaras, y me torturaba a mi misma en las noches para eliminar todos los pensamientos que no encajaban con perfección...todos esos gustos que no le agradaban a mi madre, o a la prensa.

Narciso || P.E #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora