Capítulo 37

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Náufrago26 de mayo

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Náufrago
26 de mayo

3:00 pm

No tengo ni idea de por qué hablo tanto del pasado en esta historia cuando esa no era mi intención al principio. Quería darte algo bonito, algo con lo que pudieses entender lo mucho que yo amo tu belleza, aunque tu dices no tenerla. No obstante, me estoy encontrando con los pasados de los personajes como si estos fueran gritos que se esfuerzan por hacerse escuchar. Como un naufrago a la deriva que pide auxilio y ruega porque alguien lo oiga, así son sus memorias. Tú y yo somos los únicos que los escuchamos. Por lo tanto, esto va a dejar de ser algo bonito, porque no puedo ignorarlos.

— ¿Lo estoy haciendo bien, Donny? — Dalia repitió los pasos que Donovan le había explicado y se paró algo insegura sobre la tabla de surf.

Tal y como se lo había prometido a su novia y a su mejor amigo, Don decidió volver a la playa en la que pasó mayor parte de su infancia para convertirse en instructor temporal de un deporte que ya no podía practicar. Recordaba lo mucho que le solía gustar hundir sus pies en la arena blanca y sentir como esta se escurría entre sus dedos. Resultó amargo llegar a la playa y no poder repetir ese sentimiento por completo, pues esa prótesis que ahora sustituía su pierna le impedía hundirse en la orilla, o sentir los granos de arena dispersarse entre sus dedos.

La profundidad del océano que separa al pasado del presente es tan grande que no se puede medir en metros, o en ningún otro sistema de medición previamente inventado. Sin importar lo mucho que intentemos revivir un recuerdo, este nunca será igual a lo que conserva nuestra memoria. En ese momento, Don estaba en la misma playa en la que pasó su infancia, tenía de frente el mismo mar, las mismas olas, el mismo cielo...pero no era el mismo Donovan.

— ¿Donny? — repitió la pelirroja, al ver que el chico estaba demasiado perdido en sus pensamientos como para escucharla.

El lado bueno de la historia de Don es que su presente resultaba esperanzador y hermoso. Se encontró con esa sonrisa de color durazno que lo llenaba de alegría, y con esas pecas que aún no terminaba de contar. No pudo evitar sonreír, la tenía frente a él y eso era suficiente como para dejar de sentirse perdido en un pasado que no podía recuperar. 

— Agradece que estás en arena y no en el agua porque, parada así, ya te habrías ahogado — se acercó a ella, sonriendo—. Debes separar más las piernas y flexionar las rodillas, así.

Colocó sus manos en la cintura de la chica, guiando sus movimientos de la forma adecuada. El cambio al que se habia sometido la Dalia de hace cinco años era abismal. Su cuerpo descuidado y lleno de grasa pasó a ser uno esculpido, firme y de curvas delicadas. Algo que le encantaba a Don del fisico de su novia, por no decir que le gustaba todo se él, era que resultaba contar la historia de una luchadora. Ella tenía cicatrices que acompañaban a su abdomen plano, y estrias que se marcaban en su trasero y brazos. El pasado de Dali estaba escrito en su cuerpo, y aún así era hermosa.

Narciso || P.E #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora