Capítulo 31

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Lección #4: la importancia de pedir perdón1 de mayo

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Lección #4: la importancia de pedir perdón
1 de mayo

11:00am

Gabe podía hacer muchas cosas, desde levantar cientos de kilos, hasta hacer quinientos abdominales sin sudar. Pero algo que no se le daba en lo absoluto era pedir perdón.

Podría considerarse una debilidad, solo que él no lo veía en ese sentido. Disculparse le parecía un acto inútil, a menos de que la disculpa fuera para él. Él no cometía errores, pero debía admitir que el resto de la gente solía cometerlos muy seguido. Por lo tanto, ellos debían aprender a pedir perdón.

Él solo tenía que recibir las disculpas y divertirse con ellas.

Por otro lado, habían personas que vivían para pedir perdón. Linda, por ejemplo, decía esa palabra incluso cuando no tenía la culpa de algo. Sus demonios hicieron que sus cuerdas vocales se enamoraran de la palabra "lo siento", y que su cerebro la considerara culpable de cualquier cosa, por más diminuta que fuera.

Esa era la razón por la cuál ella vivía con unos nervios constantes y con temor a arruinarlo todo. Incluso se pedía perdón a sí misma por ser el desastre que era; le pedía perdón a su reflejo por ser tan fea.

Cómo un títere que sigue ciegamente las acciones de un titiritero, ella seguía las voces de sus demonios como si ellos tuviesen el control de su espantoso cuerpo.

Ellos dos, Gabe y Linda, eran los extremos dentro de la acción de perdonar. Luego, estaba Cloe, quien se encontraba justo en el medio. Ella podía decir "lo siento" pero debía admitir que le costaba hacerlo. Dejar el orgullo atrás constaba de un largo proceso, el cual no te contaré. Sería tedioso, así que saltemos al momento en el que eso ya había terminado. Ahora solo le faltaba ejecutar su disculpa épica.

— Listo, Clo — Linda caminó hacia ella y le entregó el florero que le pidió —, aquí está el agua que me pediste para tus flores.

— Gracias, Linda — Cloe tomó el jarrón y le sonrió a su amiga, quien le devolvió la sonrisa para luego ir a sentarse junto a Aviv en el viejo sillón de la casa de playa.

Cloe colocó el florero en la mesa para café e introdujo las tres margaritas que había comprado camino a casa. No había intercambiado ni una sola palabra con sus amigas desde su pelea en Palms, pero luego de pensarlo mejor y confesarle a su querida bitácora Jace que se sentía culpable, decidió que debía disculparse.

Y lo haría de la forma en la que sólo Cloe Nicols podría hacerlo.

— Sigo sin entender qué hago yo acá — preguntó Gabe, quien estaba sentado junto a la pareja en el sillón anticuado.

— Esta no solo es mi disculpa, también es una sesión, tontito — le dijo Cloe, con una sonrisa entusiasta —. Hoy te enseñaré algo que te servirá mucho si quieres tener una relación estable en el futuro.

Narciso || P.E #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora