Capítulo 41

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Esos momentos

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Esos momentos...existen
2 de Junio

8:30 am

Sé que no me vas a creer cuando te diga lo que quiero decirte. Después de todo, ¿cómo podrías hacerlo luego de todo lo que has sufrido? ¿Cómo es que yo puedo pensar esto a pesar de todo lo que me duele respirar? No sé porque lo hago, quizá porque te tengo a tí.

Y tú me haces pensar que mi teoría de que los momentos en los que olvidas la tristeza, y los demonios de la depresión se callan, es cierta. Esos instantes...si existen.

Te lo juro por cada hueso de mi debilucho esqueleto que esos momentos llegan, y lo hacen como un soplo de aire que refresca un alma adolorida. Te lo juro por cada lágrima que se ha derramado en el mundo, pero sobretodo por las mías. Es posible olvidar lo dolorosa que es la realidad, solo necesitas a un alguien que domine bestias tan feroces como las que habitan en las mentes golpeadas.

Linda estaba justo en en ese momento. Acurrucada en los brazos de Aviv, olvidó que alguna vez vivió por las voces de demonios depresivos y se convenció a sí misma que vivía por la respiración de él. Por más suaves que resultaban las sábanas sobre ella, no eran la razón de su comodidad. El culpable de eso era un chico de cabello caoba que olía a vida y que se veía como felicidad ¿Quién lo diría? Al parecer, un corazón marchito puede encontrar fuerzas para latir por la persona indicada.

Como si la cercanía fuese un delito, ella se acurrucó aún más a su lado. Él no se lo impidió; nunca se lo impediría. Los ojos de Avi estaban cerrados, pero no estaba dormido. Desde que encontró a una chica que encajaba con él de una forma de ensueño, le resultaba difícil dormir. No queria sueños mejores que esa realidad, así que si cerraba sus ojos era para engañar a su subconciente y obligarlo a verla a ella incluso mientras dormia. Sonrío y, como si se tratara de un virus, su sonrisa se le contagió a ella.

— Bonita sonrisa —soltó Linda, trazando patrones de caricias sobre el pecho de Aviv.

No se sorprendió al sentir la mano de Aviv tantear hasta encontrar sus labios, él tenía una forma partícular y única de ver. Sonrió más a propósito, quería que él sintiese toda la felicidad que estaba experimentando con ese simple tacto. No le importaron sus cicatrices porque esos momentos en los que olvidas todo...si existen.

— La tuya no solo es bonita —dijo Avi, sin apartar las manos de los delgados labios de su novia —, es hermosa.

— Solo dices eso porque nunca te has visto sonriendo. Créeme, le ganas a cualquiera.

— ¿Y tú? ¿Te has visto a ti misma sonriendo?

Y no, no lo habia hecho ¿Cómo iba a verse al espejo mientras sonreía? ¿Acaso eso era posible? Nego levemente, lo que hizo que Aviv la apretara más contra su cuerpo.

— Supongo que somos dos ciegos —soltó él, dejando un beso en la cabeza de la chica que lo tenia loco. Olía a flores, aunque no sabia exactamente a cuales.

Narciso || P.E #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora