El Comienzo

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-Nuestra siguiente graduada, ¡la señorita Agel!- me nombró el director mientras todos se volteaban a verme. Estaba tan distraída que tardé unos cuantos segundos en asimilar que mi turno había llegado, tenía que levantarme de la silla en la que me encontraba y caminar hacia el escenario para recibir ese maldito diploma.

La ceremonia de graduación era hermosa, y estaba repleta de personas que quería un montón, pero la detestaba, no mal interpreten, odiaba esta ceremonia que simbolizaba el fin de mi plazo, el fin de mi vida despreocupada.

A la tierna edad de 8 años jugaba regularmente a esconder cosas de mis padres, la idea era que se desesperaran buscándolas, y una tarde mientras estaba sola, escondí un bolígrafo negro de mi madre en el jardín. Después de unos cuantos días, al no verla enloquecer, decidí devolver el objeto a su lugar en el bolso donde lo encontré, pero al buscarlo noté que emitía un sonido acompañado de una parpadeante lucecita roja. Me asusté, y en la desesperación lo arrojé lejos de mi vista. Mi error fue arrojarlo.

Una vez tocó el suelo, el bolígrafo explotó junto con la casa de mi perro, y las rosas de mi madre quedaron en raíces.

Creo que grité muy fuerte, ya que mi vecina vino corriendo en mi ayuda, luego llamó a la policía desesperada por el supuesto "ataque terrorista". La policía no tardó en llegar, calmó a mi vecina y a mi, y luego nos interrogó. Mientras narraba lo sucedido a los oficiales, mi madre apareció y asustada por mi experiencia me llenó de besos y abrazos, después de esto se acercó a un policía y susurró algo que no logré oír, pero en ese entonces pensé que era una broma, porque comenzó a reírse con descontrol. Minutos después todos se reían de mí. Al parecer era todo un espectáculo ver una niña de tan corta edad siendo interrogada por la "policía anti bombas".

Esa misma tarde descubrí, en pocas palabras, que mi madre trabajaba para el gobierno, además me pidió que guardara el secreto, porque ni mi padre ni mis abuelos lo sabían. Fue algo sencillo de ocultar, bueno, hasta lo que ocurrió con mi padre.

Habían pasado ya unas semanas, cuando mi madre se fue a cuidar a su tía al interior, obviamente era mentira, lo más probable era que estaba en una misión suicida o reclutando personal para una. Me estaba muriendo de curiosidad por encontrar más objetos como el bolígrafo, así que di vuelta la casa mientras los buscaba. Después de muchas desilusiones. Encontré unas gafas de visión nocturna bajo la cama de mis padres. Esperé toda la tarde para que oscureciera, y cuando llegó mi padre del trabajo supe que tendría que esperar aún más. A eso de las 2 de la mañana me escabullí por la ventana hacia el patio y probé las gafas, practicante interactuaba con cada figura que se veía roja o verde en el lente. Mi padre apareció a los pocos minutos de mi fuga, explicando que no encontraba sus gafas y que yo, casualmente, emitía muchos sonidos extraños y risas incontrolables. Para resumir lo que aquella noche sucedió, sólo diré que mi padre reveló que trabajaba en una compañía privada de investigación, y que debía guardar el secreto, ya que mi madre y mi abuelos no sabían nada. Fue un déjà vu de la peor clase. Por días evitaba hablar con mis padres por temor a revelar sus secretos. Palabras como "viajes" "trabajo" "familia" me sonaban a mentira, y lo único que quería era gritar a los cuatro vientos que las mentiras eran el pan de cada día en mi hogar. Para mi fortuna y a la vez desgracia, mis padres descubrieron la verdad el uno del otro tiempo después.

No recuerdo, ni quiero recordar como sucedió, lo que importa es que mis padres se divorciaron y luego volvieron. Habría deseado que sucediera tan rápido como lo expuse, pero para ser sincera fueron los peores 5 años de mi vida. Primero se odiaban y trataban de arruinar al otro, luego se juntaban a cenar y reían como unos niños. Un día decían que si tuvieran carta blanca se asesinarían de la peor forma imaginable y al otro se besaban y juraban amor eterno. Lo peor de todo fue cuando un día después de la escuela los vi apuntarse mutuamente con un arma a la cabeza, estaba cansada de tanto escándalo que los ignoré y me fui a hacer los deberes. Suponía que quedaría huérfana en menos de 24 horas, y si me preguntaban en ese momento mi único objetivo era ir a un orfanato y llevar una vida relativamente normal. Se arreglaron bastante rápido, ya que al bajar al comedor la mañana siguiente los vi en el sofá, de tal manera que me tuvieron que dar la charla de las enfermedades de transmisión sexual. Fue lo más traumático que una niña de 13 años haya tenido que vivir.

Al cumplir los 15 años todo mejoró, en lo posible, cuando se volvieron a casar, me podía quedar sola en casa por días, porque o iban a misiones o iban a moteles, no me engañaban, eran los peores mentirosos. Fue en parte bueno, porque tenía la casa para invitar a mis amigos o hacer fiestas, pero la parte mala venía cuando comenzaron a implantar cámaras de seguridad, chips rastreadores y demás para protegerme. Si los extrañaba no recuerdo, lo que no olvido es todo ese amor que me daban en días "normales" como navidad, mi cumpleaños y año nuevo.

Las películas de Hollywood te preparan para cosas así, una vida emocionante y a la vez peligrosa, pero no te preparan para una vida invasiba y una donde tus únicas opciones se reducen a escoger un bando. Durante el año pasado mis padres han competido por el mejor empleo, que según ellos debo tomar. Desgraciadamente, sé demasiado. O trabajo para el gobierno, como mi madre, o presto servicio para la compañía privada de mi padre. Todo se reduce a dos opciones, que para mí son iguales, en cualquiera de las dos arriesgo la vida, y decepciono a alguien. ¿Qué es mejor? Si escojo trabajar para el gobierno me involucraré en problemas internacionales o espiaré a países enemigos, si elijo trabajar donde lo hace mi padre, estaré investigando problemas nacionales o haciendo de agente para cualquier asunto que lo requiera.

Muchos adolescentes se debaten entre elegir una carrera como pedagogía, derecho, arquitectura, medicina, ingeniería, teatro, entre otras. Yo en cambio me debato entre mi madre o mi padre, a cual enorgulleceré y a cual decepcionaré.

De pie recibiendo el estúpido papel y tomándome la fotografía, caigo en conciencia del peso de mi decisión. Y me desmayo, pensando en la fiesta que me espera, en la cual daré a conocer mi elección. Espero que me lleven al hospital y tenga que mantener reposo o algo, porque juro por Dios que necesito más tiempo para convencer a mis padres de que la vida que llevan no es la que quiero.

Misión PosibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora