Instalada y Cansada

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- ¿Por qué ellos nos sabotearían? -pregunté con sigilo una vez Jake y yo entramos al apartamento frente al Canal Griboedov, donde supuestamente viviría Nika y su hija.
Nate había sido claro, él estacionaría el auto mientras nosotros dos subíamos al departamento sin hacer ninguna estupidez, como perderse. Obviamente era una medida que desde ese momento tomaría con Jake, ponerlo conmigo o con él cada vez que fuese posible.
- Porque tenemos mentores ¿quizás? -respondió con un tono de obviedad.
- De acuerdo, si es así, tiene sentido -dije arrojando mi bolsa de manos al piso y sacándome la chaqueta que llevaba.
- Tiene que tenerlo, sino ¿qué otra razón tendrían? -dijo sentándose en un sillón de un cuerpo de forma pensativa.
- No lo sé, ¿cómo sabes que fueron ellos? Podría haber sido cualquiera -cuestioné mientras me recostaba en un sillón de dos cuerpos frente al que Jake ocupaba. Comenzaba a sentir cierto calor bajo la ropa, estaba transpirando necesitaba cambiarme con urgencia.
- ¿Qué ocurre? -me preguntó Jake una vez notó que me revolvía como una loca en el sofá de cuero buscando un lugar helado.
- Nada, es solo qué... ¡¿Cuantos jodidos grados hacen en esta habitación?! -exclamé queriendo arrancarme el suéter con desesperación.
- Barbie -comenzó a reír mientras se me insinuaba de manera juguetona- es la calefacción central -aclaró- debe estar a unos veinticinco grados Celsius.
- ¡Dios! -exclamé con asombro. En el exterior habían unos menos quince grados bajo cero y en el interior del apartamento, los cuarenta grados más comenzaban a hacer su efecto en mí. Necesitaba con urgencia quitarme la ropa, pero a la vez quería escuchar lo que Jake tenía que decir.
- Elly, se que te estas asando, veo las gotas de sudor asomarse en tu frente -dijo dulcemente- ve a cambiarte -movió su cabeza en dirección a unas puertas junto al pasillo.
- ¿No saldremos nuevamente? -pregunté con esperanza en la voz. Sinceramente no estaba lista aun para conocer a Iker, ni mucho menos lista para enamorarlo.
No podía negar que antes de tomar el vuelo me sentía completamente ansiosa por comenzar, todos lo habían notado. Sin embargo, ver a Jake con su sonrisa justo en frente me había calmado y lo único que quería era besarlo hasta no poder más.
- No lo sé -miró su reloj- ¿a dónde se puede ir a las tres de la mañana? -comenzó a pensar.
- ¡¿Tres de la mañana?! -exclamé abriendo los ojos como platos ya que habían luces por doquier en la calle- Tu reloj debe estar equivocado, ¡mira hay personas paseando como si nada! -señalé por la ventana, deberían ser las nueve de la noche más o menos -razoné.
- Lo dudo mucho, lo sincronicé en el aeropuerto...
- ¡Espera! -le grité interrumpiéndolo. Ya no aguantaba más la ropa, comenzaba a desesperarme. Necesitaba urgentemente quitarme la camiseta y las medias o, de lo contrario, moriría ahogada en ese momento.
- Necesito cambiarme -expliqué mientras me paraba y buscaba el baño abriendo puertas al azar.
- La de allí -dijo mi compañero señalando una puerta, de madera trabajada, bastante imponente junto al pasillo que daba a la cocina. La escena era ridícula, pero era Jake. Él ya había participado en varias de estas en las últimas semanas.
Entré lo más rápido que pude y me quité todo lo que en el aeropuerto me había puesto y quedé en jeans y suéter nuevamente.
Salí con el cabello alborotado ganándome una sonrisa de Jake, esa que tanto me gustaba.
- Nueve horas y media de viaje y sigues tan guapa como siempre -dijo con la mirada ausente una vez yo me había sentado y comenzaba a rehacer la cola de caballo que había quedado arruinada por ese cambio de ropa tan rápido.
- ¿Se lo dices a Zabka o a Kelly? -sonreí.
- A ti -no dudó un segundo- todo en ti me cautiva -dijo volviendo a la realidad y buscando mi mirada- tu cabello negro, el gris, tus hermosos ojos café, los azules, tu sonrisa... -no pude evitar sonrojarme y apartar la mirada- esa misma -señaló mientras lentamente se paraba y se aproximaba a mí- me gustas Kelly Agel -me ofreció su mano derecha y una vez la tomé me atrajo a sus brazos.
Fue entonces cuando recordé aquellos sentimientos que solo él provocaba en mí. Cada vez que miraba aquellos ojos avellana bastantes verdosos, cada vez que veía aquella comisura de sus labios elevarse, cada vez que sentía sus brazos a mi alrededor, no podía pensar en nada más que no fuera él. En demostrarle lo mucho que significaba para mí. Poder sentirlo cerca.
- Jake -dije casi en un susurro- me tenías preocupada, creí que...
- Shhhh... -dijo lentamente mientras colocaba sus pulgares en mis labios y sus manos en mis mejillas.
Amaba ese tacto tal sutil de él. Sus palmas jamás estaban frías, me hacían sentir a salvo, me hacían quererlo más. Demonios, estaba literalmente fascinada por mi compañero.
Y en un movimiento rápido colocó su mano derecha en mi cintura y la izquierda en mi cuello atrayéndome con fuerza y delicadeza más cerca de su pecho, y obviamente de sus labios. Me besó. Lo besé.
Sus manos me atraían más, como si eso hubiera sido posible. Mis manos encontraron un lugar en su espalda, y mis brazos lo rodeaban con más fuerza, como si temieran perderlo. Como si quisieran haberlo hecho parte de mí.
Desgraciadamente, al igual que la primera vez, aquel beso terminó con un sobresalto.
La puerta de entrada se abrió repentinamente y Nate apareció sacudiendo la nieve de su chaqueta.
- Bien Jake, debemos hablar -fue lo primero que mi mentor dijo antes de quitarse los guantes que estaba ocupando y después de vernos con desconfianza durante varios segundos. Maldito Nate, siempre llegando en los momentos más inoportunos.
- ¡Vaya ya tardabas! -exclamó mi compañero moviendo los brazos con ira, los mismos que habían atraído y colocado a salvo tantas veces.
- ¡¿Quieres hablar de una vez?! -gritó Nate.
- ¡¿Qué mierda quieres que te diga?! -gritó molesto Jake.
- ¡Lo que ocurrió! ¡La historia completa! -aclaró Nate bajando el tono de su voz como si hubiera querido calmarse.
- Esta bien -aceptó mi compañero, quien también se había calmado un poco y se sentaba en el sillón de dos cuerpos- Estaba a minutos de partir, ¿si? -comenzó paseando su mirada de Nate a mí. Él y yo asentimos- cuando por casualidad me encontré en la terraza, al hombre bajito de la sala de estrategias, quien acompañaba a Bob...
- ¿Bob? -pregunté confusa- ¿que estaba haciendo él en la terraza?
- Kelly, por favor no lo interrumpas -dijo Nate sin siquiera voltearse a verme. Rápidamente Jake se volteó con una mirada compasiva.
- No tengo ni la menor idea -mi compañero se encogió de hombros y nuevamente se volteó hacia Nate- en fin, me dieron una charla de mierda que no me gustaría compartir ahora -apretó el puente de su nariz con su mano derecha y luego continuó- terminamos hablando de las rutas y fue cuando algo anormal salió a la luz.
>Al parecer habían cambiado la ruta, el avión se supone iba a dejarme en Moscú, idea de Juliette, pero según el GPS yo debería arribar en Finlandia. >Exactamente en el mismo lugar que el libro indicaba.
>No tenía sentido, y aproveché la ocasión de preguntarle a él encargado de estrategias allí en frente de mi una aclaración de la situación.
>Brian se sorprendió ante mis palabras, revisó el GPS y confirmó que efectivamente había un malentendido en la historia.
> Me contó que tuvieron que cambiar la ruta por problemas en el camino que conectaba Finlandia con Rusia y, que le habían pedido al entrenador de los monstruos que nos informara acerca del cambio. Y adivinen -nos miró con una falsa sonrisa- ¡No lo hicieron! -sentenció.
- Me haz dejado sin palabras -informó mi tutor con voz neutra- desgraciadamente, ¡eso no explica ni una sola mierda tu repentina idea de cambiar de ruta! -exclamó con un tono de reproche salpicado con molestia. Bastante molestia.
- ¡¿No lo entiendes?! -espetó Jake harto- ¡Hablé con el hombre de estrategias cuando me dejaste y me habló de nuestro recorrido! Tenía sentido, hasta que revisó el GPS y notó que la ruta estaba errónea con la que ellos habían reconstruido -contó nuevamente- Me pareció extraño este desajuste de información. Les pregunté qué podía hacer. Pero no me dieron una respuesta clara, en realidad solo querían buscar una explicación al problema -se detuvo y tomó asiento- Le pregunté al piloto, y este me aseguró que debía hacerle caso al GPS, el que había sido configurado en la mañana...
- ¡Entonces no lo entiendo! -interrumpió nuevamente Nate- ¡¿Por qué mierda, tú cambiaste la ruta?!
- ¡Porque si mis sospechas eran ciertas, viajar a Finlandia era estúpido e ir a Moscú era suicida -explicó Jake.
- ¿Suicida? -intervine.
- Exacto Kel, ¿de quién fue la idea de arribar en Moscú? -miró con obviedad mi compañero- Juliette, y ¿que quiere ella? Qué estemos muertos. Simple.
- ¿Por qué no me dijiste nada de eso? -preguntó Nate con la mirada ausente y la voz suave.
- Por la simple razón de que Bob estaba mucho más cerca y me aseguró que te diría y... Espera -se detuvo a reflexionar- no te lo dijo, ¿no es así? -ambos negamos con los labios apretados y las manos apretadas.
¡Dios! Bob era mi abuelo, pero en ese momento lo detestaba un montón, se había ido a ver al presidente y no le había delegado a nadie la misión de informar sobre la nueva decisión de Jake. Quería gritar, quería golpear, mostrar mi enfado. Pero rápidamente había logrado calmarme por la única razón de esa nueva misión en la que me encontraba, donde debería olvidar por completo a Kelly, la suicida, y exhibir a Zabka, la chica normal.
Mi mente estaba en pleno proceso de pensamiento, cuando Jake rompió el silencio.
- Lo lamento -pronunció mi compañero lentamente.
Rápidamente me volteé, al igual que Nate. Por alguna razón ninguno de nosotros esperaba aquellas palabras de él.
- Lamento no haberte informado, eres mi mentor, deberías ser el que me aconsejara y no esa estúpida voz en mi cabeza -aclaró Jake a Nate.
- No -respondió negando con la cabeza- no debí reaccionar mal, es solo que... me siento responsable de ustedes, si algo les llegara a pasar jamás me lo perdonaría. Estuvo bien lo que hiciste, ¿sí? -mi tutor abrió bien los ojos y miró a mi compañero- aunque en un futuro espero enterarme antes de tus decisiones. ¿Vale?
- Lo prometo -concluyó Jake mientras le tendía la mano y le miraba con seriedad.
Nate se la estrechó y todo pareció en armonía por unos minutos. Sin embargo Nate tenía ese talento inigualable de arruinar momentos hermosos.
- Bien, ya que todo está aclarado... Iré a mi habitación a dormir -informé con un bostezo y con los párpados pesados.
En realidad no tenía tanto sueño como demostraba, sino que más bien era el cansancio que comenzaba a hacer efecto en mi sistema. El día había sido tan agotador que necesitaba con urgencia estirar mis piernas en una cama dejar a mi cabeza descansar en una cómoda almohada más grande que mi pecho y no en esas del avión que con suerte lograban separarme del asiento. De lo contrario podía verme logrando la paz que buscaba en el sillón, sin importar el que Jake estuviera sentado allí mismo .
- ¡Wou, wou, wou! -exclamó mi entrenador- ¿a dónde crees que vas? ¿A dormir? Ni de broma.
Me detuve en seco. ¿Que esperaba Nate de mí?
- Jake dijo que eran las tres de la mañana, eso es suficiente para mí -aclaré.
Mi compañero intentó pasar inadvertido y desvío la mirada para evitar a un enérgico Nate que buscaba más explicaciones.
- Oh, Kelly. Hay tantas cosas que debes saber aun -dijo mi mentor- una de ellas es que las veinticuatro horas que tienes para conquistar a Iker ya están corriendo. Yo que tú, me pongo algo bonito si quiero impresionarlo en esta noche -informó señalando la maleta que contenía mi ropa con un movimiento de cabeza.
- ¿De verdad crees que el idiota esté despierto? -preguntó Jake.
- ¡Por supuesto! -respondió Nate- es un joven en diciembre, está de vacaciones. Aquí en Rusia celebran todo el mes, desde fin de año hasta navidad. Y no lo hacen como estamos acostumbrados allá en casa -una sonrisa comenzaba a formarse en su rostro- No. Ellos derraman sus almas en estas fiestas. Desfiles, ballets, festivales, villancicos, obras de teatro...
- ¿Qué se supone que Iker está haciendo en este momento? -interrumpí su descripción que cada vez parecía hacerle recordar algo sobre el pasado.
La Navidad se acercaba. La había olvidado. Existía ese sentimiento de incertidumbre en mi interior por aquel veinticuatro de diciembre. ¿Estaría cortando pasto en casa de Iker? ¿Estaría conquistándolo? ¿Estaría muerta? ¿La pasaría con Jake? ¿O estaría fingiendo ser Zabka con Nate en algún café de buen nombre? Era una buena pregunta. Sabía que no lo pasaría con mis padres como todos los años. Eso me entristecía un poco. El gobierno estaba logrando quitarme esos días que me pertenecían. Esos únicos días donde podía decir que mi familia era normal.
Y en ese momento ¿que tenía? Tenía esa anormalidad que tanto había evitado. Era como mi madre. Ausentándome por alguna misión suicida en el extranjero. En situaciones así me preguntaba que habría pasado si hubiera elegido la compañía en la que mi padre trabajaba. La respuesta me tentaba y a la vez me atemorizaba.
Primero no habría sabido que era suicida, y posiblemente estaría en casa trabajando con papá en alguna misión. No habría conocido a Jake. Eso era bastante complejo. Si no hubiera conocido no lo habría arrastrado a una misión suicida y posiblemente él habría sido elegido sin problemas por algún mentor. Nate estaría descansando y yo no me habría sentido tan deseosa de estar con mi compañero. Le quería, pero tampoco quería poner en riesgo la misión y por consecuencia su vida.
Mientras yo me preguntaba todas esas cosas Nate se había parado y había revisado el libro que le habían entregado en la sala de estrategias y buscaba la información que necesitaba para responder a mi pregunta.
- Bien -rompió el silencio cerrando con fuerza el libro- Iker se encuentra, probablemente, en un bar llamado Omega.
- ¿Cual es el plan? -preguntó Jake con la voz hastiada.
- Tú -señaló a mi compañero- estarás cuidándola desde dentro, mientras que yo estaré vigilándolos desde la camioneta -dijo abriendo su bolso de manos.
- ¿Qué se supone que haga? -comencé a hiper ventilarme. En ese momento me percaté de que el momento había llegado. Debía comenzar a engatusar a Iker, cualquiera fuera el precio.
- Ten -Nate me arrojó un collar con una piedra preciosa negra- es una cámara con micrófono. Por ella te estaré observando.
- ¡¿Qué?! -exclamé mientras procesaba lo que mi tutor indicaba y Jake me empujaba en dirección a una habitación que supuse sería la mía.
- ¡Espera! -nos detuvo Nate- toma -se me acercó y mostró una especie de batería de reloj más pequeña, era como una pastillita diminuta de metal.
- ¿Que es eso? -no entendía que era ni para que servía.
- Es un pinganillo o muela, como quieres llamarla -apuntó emocionado- ahora mira hacia allá -señaló la puerta de entrada y yo obedecí.
Enseguida, en un movimiento casi imperceptible pero totalmente invasivo colocó ese pinganillo en mi oído.
- ¡Oye! -reaccioné- ten cuidado ¿si? No puedes meter tu dedo en mi oído así sin avisar -le reprendí con confusión- ¿es un chip rastreador? -traté de adivinar.
- No -me respondió- es un nano audífono, de ahora en adelante lo usaras cada vez que salgas de este apartamento sola. Por él te hablaremos y...
- ¡Detente! Lo capto -lo detuve. Entendía lo que él quería decir, y era que los tendría discutiendo en mi oído a cada segundo con uno que otro consejo o ideas sobre mis acciones para conquistar a Iker.
Eso sonaba horrible, pero en realidad esa palabra le quedaba pequeña a la experiencia que me tocaría vivir más adelante, en donde lo que menos quería era escuchar consejos amorosos de los dos mujeriegos más grandes del gobierno.

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