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El Gran día

Preparé una mochila con todo lo necesario para el gran día que me esperaba, agua, un jugoso bocadillo para el almuerzo, dinero y como no, las entradas de Hanna y mías.

Son las 11:30 de la mañana y tenemos que llegar a Barcelona a la hora justa, la banda se presentará en el estadio a la hora de comer, harán una mínima sesión de firmas y se irán rápido para echar un último vistazo a todo, sobretodo a los instrumentos pirotécnicos, que son los que más problemas pueden causar. Está clara mi intención, Hanna y yo pretendemos llegar para al menos ver cómo la banda realiza la mini sesión de firmas e intentaremos colocarnos en las primeras filas del establecimiento.

Ambas nos estábamos mirando en el espejo, nuestros conjuntos habían sido pensados desde tiempo atrás, el mío consistía en una camisa de la promoción de Reise Reise, unos pantalones negros cómodos (puesto que supuse, haría calor entre tanta multitud) y unas botas de plataforma con detalles en plata y finas cadenas, mi amiga portaba un suéter con las mangas rotas de la promoción de Weisses Fleisch, la clásica flor de herzeleid lo confirmaba, unos vaqueros negros básicos y unos botines del mismo color.

-Estamos listas- dice sin despegar la vista del espejo.

-Eso creo...- contesto con una enorme felicidad.

Mi amiga comienza a reír y sale corriendo hacia el coche, hubiera podido advertir que dejaba una estela de flores y corazones tras su paso, yo la seguí sin tán siquiera preguntarmelo.

Subimos al taxi con enorme velocidad y nos dirigimos al aeropuerto.

Llevamos a cabo todo el trámite lo más rápido posible, entre risas y miradas cómplices

Nos subimos al avión y pusimos rumbo a la famosa ciudad en la que cumpliremos nuestro sueño común.

Unas horas después, y tras haber hablado de todo lo que haríamos, llegamos a nuestro destino, cogimos nuestras escasas maletas (ya que dormíriamos en la ciudad un tiempo) y salimos velozmente a nuestro hotel, eran las 1:50 y teníamos que darnos prisa.

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2:10

Observamos con admiración la multitud, aún era escasa comparado a cómo lo sería por la noche. Todos centraban su atención en ellos, estaban a punto de irse por la puerta y Hanna y yo nos encontrábamos lo suficientemente cerca para verlos bien y lo suficientemente lejos para que ellos no se percataran de nosotras, antes de verlos salir(con ciertas dificultades) alcancé a visualizar ese par de ojos azules verdosos que desde pequeña captaban tanto mi atención, eran unos ojos que reflejaban la vida ajetreada de un artista con fama internacional, una vida con muchas restricciones y excepciones, una vida más pesada que satisfactoria en muchas ocasiones. Sus ojos parecían reclamar a la multitud algo indescifrable. Noto cómo mi barriga truena de nerviosismo, en cuanto sus ojos se desvanecen de mí vista noto que me encuentro en un shock instantáneo, giré la cabeza en dirección a mi amiga, su estado no se diferenciaba mucho del mío.

-¡Estaba ahí! ¿¡lo viste Mel!? ¡Juraría que se fijó en mí! ¡lo noté!- sus ojos brillaban de ilusión- sólo le miré a sus ojos y ahí estaba, con su sonrisa, ¡mirándome!

No puedo ocultar que sentí algo de envidia, a su vez me alegré mucho por ella. Tiempo después sus ojos seguían plasmados en mi memoria.

Entramos en la zona VIP tras haber hablado con otros fans de la banda, la mayoría habían conseguido firmas de Flake, de Oliver, un menor porcentaje consiguió la de Schnader y sólo un chico pudo hacer que Till le firmara la camiseta, habíamos conformado un grupo y juntos nos colocamos en mitad de la primera fila, con las mejores vistas del escenario, ya eran las siete en punto y quedaban unos minutos para en comienzo.

Hanna y yo teníamos las manos entrelazadas por la mezcla de emociones del momento.

***

¡...10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, 0!

Todo el mundo clamó al unísono la cuenta atrás, podía sentir la energía de todos en el aire, mis manos sudaban como ríos y la sonrisa me provocó algún que otro calambre que sólo aumentó mi adrenalina.

"Rammstein" fue la primera canción, y por ende la más emocionante para dos amateurs de los conciertos, vimos bajar de las plataformas a Paul y a Richard, éste segundo provocó que la sonrisa de Hanna se hiciera kilométrica, las guitarras sonaron con energía y todos comenzamos a saltar en nuestros sitios, luego aparecieron Oliver y Schnader junto a Flake, todos oímos ese imno de entrada inolvidable. Y tras unos segundos de pura adrenalina se oyeron los pasos de claquet, Till salió con su ropaje blanco de gala gótica, jamás sentí nada igual, el bello de mí cuerpo se erizó casi de inmediato.

El micrófono estaba justo en frente de mí localización así que mi corazón casi se paró al ver cómo Till se paraba a cantar a tán cercana distancia.

Saltaba y saltaba como loca sin creerme aún lo que estaba viviendo en mi propia carne, gritaba cada estrofa de las canciones, ya que las había escuchado todas infinidad de veces.

Llegó Sonne.

-¡Para todas las chicas de España!- gritó Till con su clásico acento alemán tán característico.

Yo reí a carcajada limpia, por alguna razón sentí que me lo decía a mí, tonterías, al volver la mirada al escenario noté por un segundo esos ojos fríos sobre mí, los sentí como si me hubieran acariciado desde la lejanía.

Tán sólo llevo quince minutos y ya estoy delirando.

Cantó como nunca antes, ni en los directos que alcanzaba a ver en la red lo había hecho tán bien como ahora, la música llegó a mis oídos y mientras cantaba al unísono sentí cómo las lágrimas me resbalaban por las mejillas, por un momento todo a mi alrededor se desvaneció. Estábamos la música y yo a solas.

Al acabar la emocionante canción volví a la realidad casi repentinamente, Till se había carcajeado como lo hacía incontables veces, pero esta vez la causa había sido... ¿yo? Sus ojos estaban observandome, y esta vez no se apartaban, nadie se daba cuenta pero así era, mi mente no me estaba jugando una mala pasada, juraría que se rió por mi debilidad sentimental, por ver mi cuerpo siendo controlado por su voz.

Mis ojos se abrieron como platos y mis mejillas se tornaron rojas como dos tomates ¡No sabía cómo reaxionar!

Todo el show fue una auténtica montaña rusa de emociones, Till se reía y yo no pensaba en otra cosa que en si lo hacía de mí o no, sus miradas eran fieras, como si pudiera comerse el mundo desde ahí arriba, delante de ochocientas o más personas.

La última canción fue Mein herz brent, el escenario se llenó de humo y las figuras de los integrantes se difuminaron casi al completo.

EphemeralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora