20

217 23 3
                                    

POV MEL

Tras haber pasado una oscura y larga noche en vela, con mi mente llena de pensamientos y emociones finalmente mi subconsciente calló mis pensamientos y me dejó dormir hasta la hora del almuerzo.

Hanna había estado paseandose por la estancia, de un lado para otro, como si le faltara algo.

Me incorporé de la cómoda cama y, con los ojos enegrecidos por la sombra de ojos corrida, le pregunté qué era lo que tanto buscaba, ya que sus frenéticos movimientos estaban incrementando el dolor de cabeza que me había mantenido despierta toda la noche.

-Pues... no encuentro mi album- dijo con una voz temblorosa, casi al borde del llanto.- El que estaba firmado por toda la banda... por Richard.

Yo pongo los pjos en blanco.

-Eh oye, no pongas esa cara, ya sé que de alguna manera tengo una relación con Richard, pero eso no significa que ya no quiera ese álbum o que haya perdido mi interés por él- dice malhumorada.

-Vale, vale, lo siento. Te ayudaré a buscarlo- digo sonriente.

Ese álbum significa mucho para ella, es una gran parte de su historia con Rammstein y supongo que no soy la más indicada para hablar de eso. La entiendo perfectamente.

Nos pusimos manos a la obra, bucamos en los baños, el salón y las habitaciones, en cada rincón del maldito piso, pero nada, absolutamente nada.

Por un momento pienso en mi foto, aquella en la que aparecía tan feliz con mi primer álbum de Rammstein, en mi decimoquinto cumpleaños. Pienso en cuando se me perdió y cuando Till me la entregó días después, excusandose diciendo que se le olvidó devolvermela en ese tiempo que ahora se me hace cálido y lejano.

Sin pensarlo cojo la mano de mi amiga y la miro con ternura.

-Hanna, tranquila, no has sacado tu álbum del apartamento, tiene que estar por aquí, algún día de estos aparecerá en el lugar menos esperado- sonrío.

Ella me devuelve la sonrisa, pero con un deje de tristeza en la cara, sé que le duele no tenerlo, pero hay cosas que simplemente pasan. Pasan de largo como las ojas que caen en otoño, como el amor verdadero sin esperanza...

Clavo mi vista en el suelo entristecida, estos días has sido una burbuja de sentimientos, tanto buenos como malos.

Casi sin pensarlo cojo el móvil y miro su cintacto, mi dedo roza el botón de llamada, pero lo retiro segundos después. No soy así ¡no eres así Mel! Me tengo que recomponer a los altibajos que me surjan, y me dije a mí misma ayer, que aprovecharía a Till el tiempo que fuera posible, cuando se vaya no me opondré, se irá y una pequeña parte de mí se irá con él, se perderá como el album de Hanna.

-Mel... ¿Mel? ¿Te encuenteas bien? Estás algo pálida...- Oigo a Hanna en la lejanía, realmente me encuentro mal... Todo está negro... ¿qué me está pasando?

-¡Mel!

3 horas después.

Sonidos, voces, pasos... todo se arremolina en mi cabeza como un torbellino, mi cabeza duele, parece que de un momento a otro me va a explotar como una enorme bomba. Casi inconscientemente me llevo las dos manos a la cabeza, como impidiendo esa inminente explosión. Peri en vez de una explosión otra cosa ocurrió, una enorme migraña me atacó repentinamente.

Pero me siento tranquila, como si algo en mi cuerpo hiciera que el dolor se difuminara como una nube en el cielo.

Mis ojos se aclaran con sorprendente facilidad y lo primero que veo es un techo demasiado blanco, unas paredes demasiado blancas y una máquina de goteo como las que hay en las películas.

-¿Mel? Mel Vega ¿verdad?- dice una suabe voz.

Giro mi cabeza con dificultad y asiento como si sobre mí callera un enorme peso.

Una mano cae sobre la mía jisto por el kado opuesto, es Hanna. Su cara muestra una enorme preocupación.

-Verá señorita, ¿usted se alimenta bien?- Pregunta la enfermera con seriedad.

Ultimamente no como muy bien, pero...

Niego con la cabeza.

-Le hemos detectado deficiencia de glucosa- dice despegando la mirada de su libreta para observar mi reacción- es la razón de ese desvanecimiento que an tenido. Puede ser peligroso a la larga.

Mi corazón late muy deprisa, me siento débil y estúpida. La razón por la que no me alimento bien es porque... mis pensamientos están fuera de mí, no lo tomé como una prioridad y el karma me a castigado con esto... lo que me faltaba.

- Señorita- se dirige a Hanna- ¿es usted su compañera?- dice titubeando en la última palabra.

Hanna sonríe y asiente mirándome de reojo. La situación se torna cómica de un momento a otro.

- Verá, le voy a recetar una dieta estricta a su amiga Mel, y si ella decide saltarsela- me mira con una ceja alzada.- me gustaría que usted se encargara de recordarsela.

-Está bien- Sonríe mi amiga.

Cuando la enfermera se marcha con un paso seguro y altanero Hanna y yo comenzamos a reirnos de una ma era tan escamdalosa que termino tosiendo y carraspeando como una enferma. Algo que actualmente está en mi orden del día.

- ¿Sabes algo de tu album?- Pregunto tras recuperar la seriedad.

Hanna mira al suelo desesperanzada, ya veo que no.

Oigo unos ruidos en el pasillo del hospital, voces entremezcladas y mucho barullo en general. Flashes de cámaras y gritos al azar, pasos nerviosos y veloces. La voz de la enfermera se alzó entre todo el ruido, pero solo alcanzé a escuchar dos palabras, no puede...

Miro a Hanna y me sorprendo al ver en su antes tranquilo semblante una clara palidez.

Mierda... otra migraña.

EphemeralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora